La vida no valía la pena, Mackenzie la rechazó categóricamente y había hecho pedacitos su pobre corazón. No lo podía creer y no lo podía soportar. El chico de sus sueños le había dicho realmente algo que no esperaba que le dijeran.
Los días pasaron y el corazón de la caniche no encontraba consuelo alguno. Ante todos ella sonreía mientras que en su interior ella gritaba y lloraba inconsolable. Ella debía saber quién era esa estúpida que le había quitado el amor de Mackenzie.
Pero la tristeza que embargaba su corazón le hizo tomar una decisión que afectó a todos.
Decidió meterse al mar y dejar que la marea se la llevara lejos de allí. Nunca la volvieron a encontrar.
Lo único que quedó como recuerdo de aquella Caniche fué una carta escrita de puño y letra, la cual estaba dirigida para Mackenzie.
Mackenzie:
Aún recuerdo la primera vez que te conocí, aquel día en que me sentí feliz de conocer a alguien tan especial como tú.
Desde hace tiempo oculté mi sentir hacia ti. No hay palabras en el mundo para expresar lo que siento por ti. Pero de una cosa estoy segura, siempre te llevaré conmigo en mi corazón.
Te amo Mackenzie Border Collie. Te amo y me duele el saber que nunca corresponderas mis sentimientos. Te amo y nunca me cansaré de repetirlo.
Hoy y siempre.
Por siempre tuya, Coco.La carta estaba mojada y esto hacía que algunas palabras se vieran borrosas pero aún así el mensaje era claro, Coco estaba enamorada de Mackenzie y nunca tuvo el valor de decirle. Dejó que el tiempo se acabara y ahora todo era irremediable, Coco había muerto.