Elena

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—Tus notas para este examen fueron de 80 puntos, 20 puntos debajo de tu promedio objetivo —me dijo la maestra con voz estricta y desprecio en su mirada—. Normalmente no eres así —continuo con un suspiro de rendición—. Espero que las siguientes pruebas sean todas de 100 puntos, ya le notifique a tu madre.

«Notifico a mi madre...» salí de la universidad con este pensamiento dando vueltas en mi cabeza. «Esto no era bueno»

Mientras caminaba aturdido, llegué a la puerta de mi casa, «¿Debería huir?» alejando este pensamiento contraproducente abrí la puerta con un poco de miedo, todo estaba en un sombrío silencio, contuve la respiración como si respirar fuera un cuchillo en esta terrible tensión, podía sentir los latidos de mi corazón en este oscuro lugar.

—Entonces ¿80 puntos? —las luces se encendieron precipitadamente, interrumpiendo mi vista—. ¿Tienes una explicación? —cuando me adapte a la luz lo primero que ví fue un rostro inexpresivo cuyos labios emitían preguntas llenas de frialdad, me miró como ver a la persona que más odias en la vida.

—Señora Elena —pronuncie su nombre con respeto «es irónico, es mi madre pero desde aquel día, jamás pude llamarla madre otra vez»— se que me equivoqué —lo mejor en esta situación es rendirse y no agravar todo.

—¿No puedes ni siquiera obtener una nota completa? —cuestiono pero claramente no deseaba escuchar mi respuesta—, ¿para que te di la vida?, ¿para que seas basura?

Con cada palabra sus pasos estaban más cerca de mi, el sonido de sus pisadas eran como fuertes golpes a mi pecho,  hasta que desde mi posición con la mirada baja pude ver sus zapatillas.

—¿No sabes todo lo que sacrifique por ti? —extendió las manos y sujeto mi cuello ejerciendo un poco de presión—, ¿cómo eres capaz de pagarme así? Solo debes tener buenas notas, es lo único que tienes que hacer.

«Si, soy basura, lo único que debo hacer y aún lo hago mal», está fue la primera vez que mis notas bajaron, supuse que esto pasaría desde que la maestra la notifico.

En rendición deje que apretara mi cuello tanto como quisiera, ella seguía reclamando pero yo ya no podía entenderla, estaba absorto en el dolor punzante en mi pecho, quizás morir por sus manos no sea tan malo ella me dió la vida y más de una vez a estado a un paso de quitarme la.

Mientras el dolor en mi pecho se agrandaba, de repente el aire regreso a mis pulmones, mire desconcentrado.

—¿Bebe? —Elena se veía diferente, su mirada era la de ver un tesoro amado, no a un enemigo, su voz era más suave y el aura en su cuerpo estaba llena de ternura, las lágrimas se derramaron de mis ojos—, bebé ¿por qué lloras? —ella me abrazo y yo perdí las fuerzas siendo sostenido por sus cálidos brazos.

«Esa es mamá» ya no es Elena, mamá está consciente otra vez. Llore como un bebé por unos minutos mientras  pedía perdón.

—Perdón mamá, perdón —mi voz ya estaba entrecortada, no sabía porque pedía perdón pero cuando mamá reaparece siempre lo hago.

—Mí pequeño Caenlis —su voz era como canción de cuna y poco a poco perdí el sentido de mi mismo, ella daba ligeras palmaditas en mi espalda y me reconfortaba todo lo opuesto a Elena.

Al final del día de alguna manera me quedé dormido en su cama, hace tiempo que no dormía tan cómodo.

«Soy un adulto, tengo 22 pero aquí estoy comportandome como niño»

Fui codicioso, cuando Elena regrese probablemente queme está cama, me odia tanto que no está dispuesta a dejarme ni siquiera sentar en los mismos muebles que ella «no me importa hoy solo quiero que mamá me abrace»

¿Demencia o Libertad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora