Era una mañana soleada en Irán, Marta no había dormido en la noche dándole vueltas a la cabeza y pensando. No sabía que hacer. De vez en cuando miraba al lado izquierdo de la cama, donde estaba Ian durmiendo y se ponía a llorar en silencio, se juzgaba, y había llegado a una conclusión se tenía que ir tenia que desaparecer. No podía perdonarse el haberse enamorado de su objetivo pero tampoco podía hacer nada contra él, no podría.
Habiendo llegado a la conclusión de que se tenía que ir y desaparecer, se puso a pensar cómo hacerlo y tras mucho pensar y tener varias opciones, se decidió por la más loca pero que ella creía que era la más infalible.
Así que, esa mañana se duchó, se vistió y llorando le dio un beso de despedida a Ian y en susurros le pidió perdón y le dijo adiós mi amor. Se fue, se montó en el coche y fingió tener un accidente y haber muerto.
Pasaban las horas ella ya estaba volando a Madrid para volver a su trabajo de presentadora con su nombre real, su vida tal cual era antes de la infiltración y de conocer a Ian, eso si con el corazón roto y sin saber si algún día lo va a superar. Ya nunca volverá a ser la misma.
Mientras en Irán...
