✦ prefacio ✦

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Nuestro mundo fue creado a través del poder.

Cientos de volúmenes han sido escritos desde su creación y muchos han contando su historia. Han hablado sobre sus creencias y quiénes eran sus Dioses, de aquellos seres etéreos que moldearon a sus siervos otorgándoles una parte de sí mismos, algunas como bendición, otras como su maldición. Estos seres se convirtieron en su legado.

Algunos de estos eran inmortales, sus poderes les permitían conectar con la naturaleza, fuerzas como el agua y el viento. Su magia se diluyó hasta que su progenie se volvió mortal y su poder, cada vez más escaso. Fue ahí cuando la Época de los Dioses terminó, comenzando así el Legado de los Humanos.

Pero la magia no murió cuando el pueblo de las Hadas se marchó. Hubo aquellos que mantuvieron el poder e hicieron de su encomienda gobernar el mundo. Porque... ¿quienes eran los más adecuados para guiarnos, sino aquellos que eran más poderosos?

Fueron sólo ecos de la grandiosa magia lo que quedó en los varios continentes que rodeaban nuestro mundo. Una que otra persona mantuvo la bendición de algún Dios del que pronto se olvidó su nombre, pues cuando los inmortales se marcharon, se llevaron la mayoría de su historia, siendo el Oeste la única ubicación en donde mantenían sus recuerdos. Allá en su tierra de atardeceres de colores.

En el Norte, sus animales tenían un significado sagrado. Su gente montaba a los lobos como un símbolo de poder y se movían entre la nieve como lo hace un pez dentro del agua.

Pero fue en el Sur en donde la mayoría del poder se concentró. El único sitio que recordaba ese poder, en donde nuestro mundo se mantenía fuerte y majestuoso como alguna vez las hadas lo habían sido. Un legado que orgullecía a su progenie.

Donde bestias aladas respiraban fuego, y los paisajes dorados calientan la piel. Esa era la imponente ciudad de los dragones, donde se encontraba la más grande dinastía.

A través de los siglos se alzaron un sinfín de Reyes, hubo tanto astutos como ingenuos. Avaros y bélicos, así como elegantes e ingeniosos. Dragonscale fue liderada por esa familia que podía andar entre las llamas, y se posicionó como la corona del continente más grande de nuestro mundo. 

En las décadas recientes, el reino se enfrentó a la progenie de la oscuridad, dejando su destino a dos familias poderosas. El Sur y el Norte se aliaron a través de sus candidatos más fuertes; el príncipe de fuego conoció al príncipe de hielo y ambos se unieron para enfrentar al mal que amenazaba ambos reinos.

De ahí, vino el amanecer y un nuevo rey del cielo se alzó en Goré.

El pueblo atribuyó esto a la fuerte influencia de  la Deidad Lukya, quien no sólo los cubrió bajo su manto, sino que otorgó una parte de sí al heredero de esta unión. Así nació el príncipe de luz.

Este no fue, sin embargo, el último encuentro de las sombras en el mundo. Años más tarde, el joven príncipe llevó su brillo a una tierra lejana en donde se encontraban las enemigas de la familia real; las brujas habían llevado su odio hasta ellos, y cuando la progenie del rey dragón fue lo suficientemente capaz, se les envió para pactar una alianza.

Ambos hijos del rey, junto a su caballero, se encontraron con los oscuros secretos del pasado, descubriendo el verdadero origen del conflicto entre naciones. Y aunque ambos pueblos descendían de los inmortales, la ira entre ellos fue apaciguado cuando el príncipe de luz se enamoró de la bruja más poderosa en su tierra lejana.

Esos sólo eran algunos de los sucesos que más impactaron a nuestro mundo, de cómo la historia de grabó a partir del Legado de los humanos. De cómo el fuego chocó contra el hielo y de cómo la oscuridad se desvaneció ante el tremendo poder de la Luz...

Y tras ello, se habían alzado los príncipes con la bendición de ese Dios. Los próximos herederos al trono de oro. Quienes lucharon por su amor y trajeron el poder de vuelta a su hogar. Jaekhar y Daerys Akgon...

Mis hijos.

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