✧ uno: retorno ✧

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lou





Su día no comenzaba hasta que hubiera tomado su primera taza de té.

Eso lo sabían todos dentro del castillo y por eso nadie se atrevía a molestarlo antes. No importaba la enorme carga de trabajo que le esperara para el día, el príncipe había tomado como hábito pasar al menos unos silenciosos minutos tras despertar y contemplar la enorme ciudad dorada antes de dignarse a atender a alguien más. Esto era una regla de oro y nunca nadie en el Krestum la había roto.

Nadie además de su esposo, claro.

Lo cual habría sido una constante molestia tras veinte años de conocerlo, sobre todo cuando el trabajo de mantener un reino no era una tarea sencilla y considerando que su tranquilidad no solía durar mucho si Harry estaba cerca, pero Lou era consciente de que su esposo sería siempre la excepción de su vida.

Y tampoco podía evitar la chispa de felicidad que ardía en su pecho cada vez que estaban cerca.

—¿Me recuerdas a quién tengo que felicitar y por qué? Todos los Horan se parecen y no podría distinguir quién es quién —pidió el todo poderoso Kargem, rey del amanecer, quien llevaba dos décadas liderando el continente más poderoso del mundo y montaba el dragón más grande en la actualidad... teniendo problemas para abotonarse la túnica al cuello.

Lou no pudo evitar sonreír suavemente, dejando su taza de té para ayudarle. El ya estaba vestido e impecable, incluso si recién se había levantado. Harry, por el contrario, parecía un niño desorientado, reacio a mantener los ojos abiertos.

—Theo —contestó abotonando la túnica de forma correcta—, el más joven de los Horan, quien seguramente estará acompañado de su nueva esposa. Se casaron el mes pasado.

—Estoy seguro de que nunca lo he visto en mi vida.

—Lo conoces desde que era un niño y te invita a la cacería anual en sus tierras y siempre olvidas ir —Lou mantenía la sonrisa en sus labios mientras alisaba la ropa del monarca.

—Recordaría a alguien después de veinte años, Lou ¿estás seguro de que no estás hablando de otra persona?

—¿Recuerdas el niño que te molestaba en la boda de Nadine?

—Ese niño no puede haberse casado.

—Ese niño es solo unos años mayor que tu primogénito —Lou intentó no sonreír por la forma en la que su esposo palidecía al darse cuenta—. Si cariño, ya no somos tan jóvenes.

—Parece que no ha pasado tanto tiempo —comentó mientras tomaba con delicadeza las muñecas de Lou para evitar que se apartara. Este simplemente aprecio el gesto, manteniendo un suave contacto sobre los hombros del rey—. Tu no has envejecido ni un poco.

—Decir eso no cambia la realidad —murmuró el príncipe levantando sus manos para peinar los rizos del más alto—, ¿Esto es una cana?

—¿Qué? —Harry se apartó con rapidez de Lou para acercarse a un espejo y admirarse con detenimiento como si hubiera recibido una herida mortal.

Lou posó suavemente sus dedos contra sus labios para evitar soltar una carcajada. Kargem se giró con un ceño fruncido mientras su esposo regresaba a su asiento junto a su taza de té.

—Eres muy gracioso, amor, debería agradecerte por hacer que mis días siempre empiecen con una sonrisa —Lou simplemente sonrió con suficiencia, escuchando como la voz de Harry se alejaba por la alcoba para terminar de alistarse. Tomó su lectura actual y abrió en el capítulo en el que lo había dejado mientras escuchaba los distantes sonidos de la ciudad que comenzaba a despertar para un nuevo día. Un dragón rugía a lo lejos mientras el príncipe cambiaba de página.

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