𝐕𝐈𝐈: Fiesta.

103 11 4
                                    

William

Es sábado por fin, muchos de los estudiantes se encontraban hablando sin cesar de la fiesta.

Caminé por el campus, aun era bastante temprano por lo que no vi la necesidad de empezar a alistarme aun. No me iba a tomar más que media hora hacerlo.

Me la pasé con mis amigos en todo momento. Estábamos en la cafetería, la mayoría de ellos hablaba sobre conseguir una cita o alguien para que los acompañara. Yo solo podía rogar para que no me preguntaran, pero claro que lo hicieron.

Miré hacia abajo y empecé a jugar con mi comida. —No... No. Realmente no tengo a nadie. Pensaba ir solo, ¿saben?—

Uno de ellos habló, su nombre es Alex. —Oh, ¡vamos Will! Debe haber alguna chica que te guste.—

Pude sentir a Fergus mirarme de inmediato, de verdad que era un milagro que no se le hubiese escapado nada. Obviamente no iba a decirle la verdad a Alex, no solo porque apenas lo conocía sino porque no quería que nadie supiera acerca de mis sentimientos por Catherine. Hasta el momento solo Fergus lo sabía. —No, la verdad que no. No son mi tipo.— Dije con desdén.

—Imposible, ¿las has visto? ¡hay de todo!— Contestó Alex con emoción. —Altas, bajas, flacas, rubias, morenas, castañas, ojos marrones, ojos verdes, azules. Dios, hasta grises.—

Arrugué la nariz de inmediato. No lo iba a negar, había muchas chicas lindas en la universidad, pero ni una de ellas me llamaba la atención en lo más mínimo, yo solo tenía ojos para Catherine. —Lo siento, no son para mí.—

Alex rodó los ojos. —De verdad que estoy empezando a preguntarme si eres homosexual o algo así.—

Fergus intervino después de ese comentario. —Déjalo ya, Alex.—

Miré a Fergus y despues a Alex. Ya lo suficientemente irritado con sus preguntas y acusaciones. —No soy homosexual, Alex.— Estaba seguro de que me veía molesto. —Sí me gusta alguien, pero nada de eso es de tu incumbencia.—

—Ay, no puede ser, ¿ya te enojaste?— La sonrisa de Alex solo me molestaba aun más. Parecía que se estaba burlando de mí. —Era solo una broma, William.—

—Lo que digas.— Me levanté de la mesa y me fui de allí sin decir nada más.

Caminé un rato y luego me dirigí al área de teléfonos públicos ya que no estaba de humor como para ir a mi habitación a llamar. Afortunadamente para mí, estaba prácticamente desierto, no había ni un solo alma así que podía hablar con toda la tranquilidad del mundo.

Me dirigí a uno de los teléfonos y despegué el auricular para pegarlo a mi oreja. Después marqué el número de la casa de mis padres, esperando que alguno de ellos contestara.

El teléfono sonó unas cuantas veces, pensé que no contestarían pero la llamada entró de la nada. La otra persona habló primero y, para mi fortuna, era mamá.

—¿Hola?— Llamó ella con su dulce voz de siempre.

Sonreí de inmediato y todo mi enojo desapareció. La extrañaba demasiado.

—¡Hola, mamá! Soy William.—

—¡William! ¿Cómo estás, cariño?—

—Muy bien, mamá. Todo aquí va de maravilla. Solo llamaba para preguntarte como está todo en casa.—

—Muy bien... ¡Aunque te extrañamos demasiado! Nos haces mucha falta.—

—Aww... Yo también los extraño, pero prometo que iré a verlos en vacaciones.—

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RewindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora