𝐈𝐈𝐈: Ojos fríos.

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TW: Breve mención a ataques de ansiedad

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William 2001

Me desperté muy temprano esa mañana, todavía estaba muy adormitado, aun disfrutando aquel sueño que tuve. Rodé sobre la cama y aún con los ojos cerrados palmee el lado izquierdo. Inmediatamente fruncí el ceño puesto que no sentí el cuerpo de Catherine, el de Louis o el de George. Luego me di cuenta de que Charlotte tampoco estaba.

Lentamente abrí los ojos y los froté con el dorso de mi mano para ahuyentar el cansancio. Mientras lo hacía me senté en la cama y en cuanto pude observé la habitación.

Era la misma que en mi sueño, la cama individual, el pequeño closet, los muebles... No había despertado. Fruncí el ceño otra vez.

La rutina fue casi la misma que el... ¿día anterior? No estaba seguro de como funcionaba la lógica en el mundo de los sueños, de hecho, estaba sorprendido de que no hubiera pasado nada extraño aún.

Desayunamos, Harry se fue, papá se fue y yo me quedé con mamá en casa.

Hicimos aquello una y otra vez, no estaba seguro por cuanto tiempo, parecían haber sido meses. Era como si estuviera en una especie de bucle interminable y por mucho que adoraba pasar tiempo con esta versión de mi mamá, extrañaba a mi esposa y a mis hijos.

El tiempo pasó, mi papá accedió a dejarme ir a Escocia para estudiar la universidad. Por fin un cambio. Ese mismo día alisté las maletas y me fui a la semana siguiente.

Mi papá se encargó de arreglar todo lo necesario para mi entrada a la escuela. Ni siquiera estaba seguro de qué carrera escogí, algo al azar, probablemente.

Esa semana empezaba clases y lo único que podía hacer era rogar para que ella estuviera ahí.

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Las clases empezaron, todo era casi como lo recuerdo. Los mismos pasillos, los mismos alumnos, profesores, salones y demás. Aunque había algo ligeramente distinto, todo lucía... opuesto.

Sacudí mi cabeza, no era tiempo de pensar en eso. Quizá era solo un producto de mi mente que estaba cansada de estar en el mismo sueño.

Días pasaron, una clase tras otra. No hacía nada más que salir de mi dormitorio por la mañana, estudiar e ir de vuelta a dormir por la noche. Fue allí donde me arrepientí de haber llegado a ese punto del sueño.

Otro día más, parecía que todo va a ser igual que los días anteriores.

Excepto que estaba demasiado equivocado.

Estaba acomodando las cosas en mi casillero cuando la vi pasar. Ese cabello castaño, esa figura tan familiar, movimientos llenos de gracia y elegancia... A como pude cerré mi casillero y fui detrás de ella, tan disimuladamente como pude.

Todavía no veía su rostro, pero sabía que era ella, la reconocería en cualquier lugar.

De pronto se adentró en la biblioteca y yo tontamente la seguí. Sentí que me iba a tropezar en cualquier momento. Ella fue a tomar un libro y yo hice lo mismo, ni siquiera sabía que libro había escogido, toda mi atención estaba en ella.

Luego tomó asiento en una de las mesas, yo solo pude observarla a lo lejos. Esos rasgos tan familiares... Lucía mucho más joven, al igual que yo, por supuesto.

Mi corazón empezó a latir tan fuerte como la primera vez que la vi, varios recuerdos se avecinaron. El desfile de modas en esta misma universidad, nuestra primera cita, el primer beso, cuando le propuse matrimonio, nuestra boda, el nacimiento de nuestros hijos y cada momento especial en nuestras vidas.

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