02.- Segunda mordida

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Sabía que no debía debía de bajar la guardia, a pesar que su principal peligro parecía entretenido tocando las paredes, mirando con atención las repisas y paseándose por su casa como un niño. Ése demonio no era nada inocente. Su caminar era casi inaudible, la capucha que cubría su cabellera fue sacada, haciendo notar sus orejas levemente puntiagudas.

Bakugou se había quedado en un rincón, con la escoba en mano y alerta, retrocediendo cada vez que el chico bicolor parecía acercarse, precavido. Tenía los cinco sentidos activos en su máximo potencial, escuchando hasta sus propios latidos de su corazón.

La tensión era abrumadora. Y el vampiro lo miró, apenas hicieron contacto visual, y Bakugou se sobresaltó.

—¿Me tienes miedo?

Entonces, Bakugou estalló.

Agarró un cojín del sofá y lo lanzó, utilizó todo lo que encontró para golpearlo, tirando a lo loco. Platos, sillas, mesas y cosas pequeñas como plumas y hojas, arrojó todo, y siendo solo el jarrón feo de su madre el que dió en el clavo. El vampiro había esquivado casi todo, pero cayó de espaldas con el impacto. Sin embargo, Bakugou no se detuvo, repitiendo un “muere, muere, muere”.

Al final, el bicolor se arrastró y se refugió escondido detrás del otro mueble para evitar la furia de Bakugou. Y cuándo a Bakugou se le acabaron los “proyectiles”, dió un largo suspiro, mirando la cantidad de cosas arruinadas.

—Yo no te tengo miedo, maldito bastardo.

Al no haber respuesta, dudó. Se mantuvo varios minutos en su lugar, esperando. No escuchó nada. Entonces, más confiado, Katsuki se acercó con cautela al escondite del bicolor.

Un jadeo, escuchó un jadeo y asomó la cabeza. Hecho un ovillo, el vampiro bicolor se tocaba la frente, la cuál tenía una herida, escurriendo sangre hasta su cuello. Era su imaginación o hasta le dió lástima esa imagen. No se parecía en nada al que lo atacó hace unos días.

-—Vaya manera de tratar a tus invitados —murmuró el vampiro, frotándose la cabeza, su herida se cerró como si nunca hubiera pasado y sólo quedarán rastros de sangre seca—. Eso hubiera matado a otro.

—Nadie te invitó. —Sin bajar la guardia se permitió esta conversación.

Shōto parecía asentir, levantando sus brazos y estirando sus músculos.

—Tengo hambre.

Bakugou se tensó.

—Lárgate, bandera de Canadá.

El bicolor ladeó su cabeza, confundido por las últimas palabras.

—No quiero. Tengo hambre.

Los dientes del cenizo casi se escucharon crujir, apretó la mandíbula. Si era lo que creía, no lo dejaría, Bakugou no se dejaría morder el cuello otra vez.

—¡Pues busca a otra persona! —rugió, colérico.

Pero el vampiro, parpadeó una vez y nuevamente hizo lo que quiso. Bakugou solamente protegía su cuello, así que, jaló una mano que se apretaba en un puño y la mordió, mordió el trozo de carne debajo del pulgar.

—Suéltame ¡Suelta! —Bakugou llevó su otra mano a su nuca, y con una fuerte patada se liberó, alejando unos metros al bicolor.

Sus ojos carmesí captaron el momento en que el ser no humano lamió sus labios y levantó la mirada, las gemas impares estaban emocionadas.

De pronto tenía ganas de huir y así lo hizo.

Pero el vampiro aprovechó la respuesta tardía y atrapó a Bakugou cuando apenas dió unos pasos. Desde cualquier punto la escena sería graciosa, acorralado entre la pared por una persona más baja que él y estaba siendo sometido.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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