01.- Lárgate.

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¿Qué significa ser una "persona buena"?

Yo no soy "bueno" porque haga lo que haga, nada va a cambiar.

Yo no soy "bueno" porque haga lo que haga, nada va a cambiar

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[...]

Se removió incómodo, abriendo lentamente los ojos rojos y soltando un quejido cuando sintió un objeto punzante en la espalda. Tenía mucha sed y le dolía todo, en especial la cabeza.

Instintivamente llevó una mano a su frente, tanteando unos minutos hasta sentir nuevamente un líquido cálido. Junto al cejas, confundido al ver sangre seca en sus dedos y reconocer una herida en su cabeza.

Estuvo quieto, intentando procesar todo que pasó ayer. Sentado en aquel lugar oscuro y apestoso.

—Huele horrible —se quejó, levantado los brazos y empujando lo que suponía que era un techo. Estaba cerrado. —Ábrete, mierda apestosa. 

Siguió forcejeando, hasta el punto de desesperarse y patear a todos lados como loco. ¿Dónde mierda estaba?

Era un espacio pequeño, cerrado y oscuro. Katsuki no se consideraba una persona con claustrofobia, pero éste lugar era demasiado oloroso para su nariz, hasta el punto de provocarle náuseas.

Escuchó ruidos de pasos resonar y rápidamente empujó hacia arriba, accidentalmente golpeando en la nariz al señor de limpieza.

—¡Ah!

Bakugou sacó su cabeza, inhaló y exhaló aire fresco como si de ello dependiera su vida, para luego levantar la mirada y enfocar la vista en el señor tirado en el suelo.

—¡Ey, tú! ¡¿Quién te da el derecho de encerrarme?! —reclamó colérico. Estaba en un basurero y en su cabello cenizo tenía una cáscara de plátano. Bakugou quitó el residuo con asco.

—¡Ay! —chilló, el señor de mayor edad frotaba su nariz que goteaba sangre—. No lo sé... ¡Yo no sabía que usted estaba ahí! Ví que el contenedor se estaba moviendo y fuí a ver... Auch.

Bakugou entrecerró lo ojos, escéptico.

—¿Entonces, como llegué ahí?

—¡Yo qué sé!

A regañadientes, Katsuki tuvo que disculparse. Refunfuñando por lo bajo, y saliendo del contenedor torpemente hasta caer de cara. Sin embargo, no demostró vergüenza y fingiendo dignidad se levantó y rápidamente escapó de la humillante escena. Parecía un vagabundo y por su precipitación no buscó sus zapatillas; estaba descalzo y apestoso.

No obstante, el único consuelo que tenía era que todavía tenía su billetera y llaves en su bolsillo. Y rápidamente caminó con la única meta de llegar a su hogar y tomar un baño, escapando de las miradas curiosas.

«El día no podía ser peor» Pensó, después de escabullirse como ratón a través de la recepción hasta llegar a su departamento y cerrar la puerta de un azote. Solo en ése momento pudo soltar un suspiro largo.

Solo una MORDIDITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora