Decepciones y tragedias... ¿Quién no las ha experimentado en la vida?
Emily, una joven que enfrenta la vida con una sonrisa, a pesar de que las decepciones y tragedias la siguen a donde quiera que vaya.
La pérdida de su madre y el odio de su padre s...
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Connor
Hoy era el gran día de las carreras. Siempre mi grupo competía con el grupo de Leonard los demás eran sencillos de ganar y nosotros buscábamos diversión, dificultad y por supuesto, la victoria.
La mayoría de estas carreras eran sumamente peligrosas ya que se hacen a profundidad, todos debían saber nadar profesionalmente porque aunque llevabas los flotadores puestos, no te ayudaban mucho a lidiar de las fuertes olas de la playa.
Leonard y yo éramos la clase de amigos que si me descuidaba, él ganaría toda la atención y si el hacía lo mismo yo ganaría, ya que ambos somos buenos en lo que hacemos desde pequeños en el colegio y siempre hacíamos algo que no favorecería al otro, por eso dejamos de ser amigos tan cercanos como éramos antes pero al menos teníamos un trato amistoso.
Claro, ese trato eran solo palabras que se podían ir volando lejísimos y por más que así sea, al menos contaba con mi amiga de la infancia, ella era como mi salvación ante los problemas que aveces tenía con Leonard.
Millie es mi amiga pero también la considero como mi hermana, junto a su hermano y sus padres que me trataron como su propio hijo en los momentos más difíciles de mi vida. Y así fue como formé mi grupo más cercanos de amigos míos, Joe, Millie, Jake, Seth (el hermano menor de Millie) y yo.
Por eso necesitaba asegurarme de que Emily no vaya hoy a las carreras y decirle que no se vaya de habladora con mis padres.
Pero en cuanto llegué a la casa tuve que dejar de pensar en qué le iba a decir a Emily ya que el fuerte llanto de un bebé ensordeció mis oídos, superaba el volumen de la música que poníamos en las fiestas de la playa y al mismo tiempo era irritante.
No encontré en dónde estaba ese bebe filtrado por nuestra casa así que tuve que dirigirme a la habitación de Emily para hacerle claro que no iba y luego solucionar el otro problemita.
Tuve que llamar cinco veces a la puerta ya que no aparecía y seguía sin hacerlo, así que decidí entrar pero cuando sostuve el manubrio sentí que ella lo hacía desde el otro lado, lo solté y apareció frente a mí.
Intercambiamos miradas por menos de cinco segundos o eso creo porque solo me miró y me cerró la puerta en la cara.
Parecía que estaba llorando, tenía los ojos hinchado y su cara estaba roja a pesar no ser tan blanca, se le podía notar. ¿Ahora qué le pasó? La dejé en el hotel super entusiasmada y ahora me la encuentro llorando.
Decidí abrir la puerta pero cuando lo hice me la cerró de nuevo y estuvimos así, abriendo y cerrando, abriendo y cerrando tuve que forcejear porque no se de dónde pero al menos tenía fuerza hasta que terminé dejándola ganar cerrando la puerta. Esperé un minuto y abrí la puerta fuertemente y logré entrar y ahí estaba: sentada en su escritorio con la cabeza hacia abajo.
Me senté en su cama y aunque no me lo creía por el gran cambio, antes de irme a Florida esta habitación me pertenecía.
—La chica de hace media hora que vi estaba muy contenta y ahora que la veo de nuevo me la encuentro llorando—
