Toxic Love / Beny Jr

Capítulo 4

Mentiría si no dijera que estaba cagada, asustada, horrorizada, espantada... creo que es más que suficiente para decir el miedo horrible que tenía sobre esta moto, en la cual estaba montada junto a Beny.

Iba a morir seguro, y yo sin haber conocido al amor de mi vida.

Beny arrancó la moto para ponerla en el centro junto con los demás que estaban en la línea de salida.

— Espero que me des mi recompensa cuando veas como gano Jr — Michael habló haciéndonos girar el rostro a Beny y a mi. Alana estaba tranquila sonriéndome pero yo solo pude hacer una mueca de la incomodidad.

—Ni lo sueñes—

Beny puso su mano izquierda en mi rodilla izquierda, haciendo que un escalofrío entre en mi cuerpo, ¿se puede saber qué me pasaba con este chico? Ni siquiera le había visto la cara y su tacto ya me ponía nerviosa.

Aparté su mano y el solo giró su rostro.

Miré sus ojos, porque no podía ver nada más, la máscara le cubría incluso la nariz y parte del pelo, aunque se quería asomar un poco por arriba. Sus ojos eran de un color marrón, simple, pero su mirada decían muchas cosas.

Acerqué mi mano a la máscara, me daba muchísima curiosidad saber cómo podía tener los labios, o su sonrisa, o como eran sus facciones.

Él solo me miraba curioso mientras mi mano tocaba la máscara 'Nike'.

—No— cogió mi muñeca y la apartó de su cara.

—¿Tan feo eres?— pregunté, sus ojos no me decían ya nada, eran tan raro y enigmático.

El tipo de chico que tú madre siempre te advierte que te alejes.

—Si con máscara ya tiemblas conmigo imagínate cuando me la quite, solo soy misterioso— me guiñó un ojo mientras apretaba el acelerador haciendo que la moto rugiese entre nosotros, la verdad que mi trasero ya estaba dormido de la vibración.

Un chico pelirrojo se puso en la línea de salida haciendo que yo me ponga de nuevo nerviosa, no se ni que estoy haciendo aquí pero solo quiero irme a mi casa pronto.

Se escuchó un pitido y Beny arrancó la moto.

Chillé, porque en mi cuerpo ahora mismo solo había adrenalina y mucha.

—Agárrate bien rubia— chilló Beny mientras aceleraba más. Instintivamente me agarré a su cintura mucho más fuerte.

Veía las luces de aquel barrio pasar por mi visión a 200km/h, Michael intentó adelantarnos mientras nos miraba con una sonrisa. Estaba cagada, y moriría de una manera muy estupida.

El marroquí solo aceleraba sin parar, con mis manos podía notar que su corazón iba bombeando frenético, le consumía la adrenalina seguramente.

No se cuanto tiempo duramos así pero yo solo cerré los ojos disfrutando de mis últimos minutos de vida, era una exagerada pero a este chico no lo conocía de absolutamente nada y ya estaba en una moto con él jugando a los inmortales.

—¡Mierda! ¡Tfu!— Beny gritó y maldijo, abrí los ojos asustada.

Vi un color que caracterizaba mucho mi día a día.

El azul.

Me empezaron a sudar las manos, joder. No puede ser.

—La policía princesa, tápate la cara—

—¿Cómo coño me voy a tapar la cara?— pregunté ya de manera ridícula.

—Con las putas manos Mia, pero tápate la puta cara, no sabes, esos son los más hijos de puta, llevan detrás de nosotros mucho tiempo— apenas pude entender lo que dijo el moreno pero íbamos a pasar al lado de la policía a 200km/h que ya habían puesto la sirena.

Temblé.

Temblé porque vi un cuerpo característico en los coches.

Mi padre.

Giré mi cara y me apoyé en la espalda de Beny, no podía decirle que mi padre era uno de los que nos seguían porque era capaz de tirarme en una cuneta y seguir delante.

La sirena se escuchaba demasiado fuerte detrás de nosotros, no quise ni girarme.

Si algún compañero de mi padre o mi padre me reconoce, estoy muerta, y Beny más aún.

—Dime dónde coño vives, necesito distraerlos—

—Vivo en el centro, no creo que los distraigas en quince minutos—

—¿Quince? Me sobran diez niñata— Beny aceleró más haciendo que chille, no podía ser más idiota.

Su barrio y mi casa solo habían dieciocho minutos en coche, pero íbamos tan deprisa que en dos minutos íbamos a llegar.

Me volví a pegar a su cuerpo aspirando el olor que desprendía, olía tan bien... había sido una noche turbia pero menos mal que no lo iba a volver a ver más.

O eso pensé yo.