Hola, escribí esto de momento, no sé, pero aquí está. No voy a dar explicaciones, las etiquetas dicen todo y si hay algo que no les gusta no lo lean. Recalco que todo es ficción.
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La vida le había puesto muchas pruebas en el tiempo que llevaba existiendo, lágrimas, sangre y dolor, todo lo había soportado, siempre pensando en un bien mayor que en su propia comodidad. Colocó a los demás como prioridad, ignorando el egoísmo natural que caracteriza a la humanidad, porque nunca se perteneció a sí mismo. Su cuerpo representaba a su pueblo, si tenía que romperlo y entregarlo, lo haría.
Nada puede justificar una guerra, todo lo que desemboca en violencia puede hablarse antes, ni siquiera la venganza es razón suficiente y por lo mismo tanto el honor, como el orgullo, tienen que dejarse atrás. El poder lo poseen pocos, se tiene que ser sabio y estar dispuesto a ceder muchas cosas para mantenerlo. Sin embargo, quienes lo tuvieron antes se ahogaron en soberbia, negaron lo que no debían y permitieron su egoísmo, desembocando en derramamientos de sangre innecesarios, sangre de su pueblo, porque esos líderes nunca se mostraron igual de audaces en la guerra.
El acuerdo no le gustó, pero lo aceptó de todos modos. La guerra fue como un borrón luego de eso, y en tiempo récord las cosas empezaron a parecer esperanzadoras para su pueblo, mientras a la par la ceremonia se organizaba. La historia se vendió como pan caliente, según la misma, el amor puede cambiar el futuro y eso a la gente le gusta, incluso él mismo creyó eso por muchos años. Ahora sabe que eso no es verdad, el amor no tocara a su puerta.
"Acepto." Sella su destino con una palabra, el cura repite el juramento solo que la pregunta es para el hombre que sostiene sus manos con firmeza ajena.
Su ahora esposo, también acepta, se prometen eternidad con un beso que apenas siente. Hay gritos y risas de alegría, una que finge tener con su sonrisa, esa que tanto le caracteriza. Caminan por el pasillo mientras son bañados de todas las buenas fortunas expresadas en pétalos de flores y arroz, tristemente nada de eso le llega, el ambiente cálido de emoción contrasta con el frío agarre de su mano izquierda, donde la alianza de su dedo anular brilla.
En el carruaje no se intercambian palabras, su esposo se sienta al frente y mira por la ventana, porque todo es mucho más interesante que la persona con la que se acaba de casar. No se siente tan mal, los dos fueron forzados a esto, han cruzado menos de diez palabras y ahora están casados, por el bien de sus pueblos. Eso al menos le da un poco de paz, ese hombre, que evita mirarlo, dejó atrás sus propios intereses.
La fiesta es opulenta, la gente llena el lugar y la comida abunda, tiene charlas cortas donde solo le desean la mayor de las felicidades. No hace mucho hasta que llega la hora del baile, la música resuena mientras todos guardan la respiración y los miran con expectativa. Coordinan al instante y se deja guiar durante la canción, en todo ese tiempo posa su mirada en su esposo, es lo más lógico, y la etiqueta lo dicta.
La luz hace que el cabello dorado brille más, todo es dureza en sus rasgos, concentración en sus movimientos suaves, contrario a lo que se podría creer de un general y guerrero conocido. Ojos azules también lo miran, no hay nada ahí, ningún sentimiento, ni siquiera desprecio, el azul parece un mar tranquilo e inmutable. Se casaron hace un par de horas y ya hay barreras entre ellos. Bailan unas canciones más a lo largo de la noche, no por gusto, sino por los susurros que piden más del amor que, supuestamente, ostentan.
Hay miradas juguetonas cuando se retiran del salón, la oscuridad pronto cambiará a la mañana de un nuevo día, antes de que eso pase deben cumplir con su deber, para que los dioses se complazcan de su matrimonio.
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Azul [Lestappen]
FanfictionDe un día para otro Charles se ve arrastrado a un matrimonio con alguien que no ama.