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Un nuevo día había llegado. Jennie se despertó como lo había hecho el día anterior, con la misma rutina y el mismo entorno aséptico. Ya resignada a su realidad, aceptaba cada día como venía, pero no podía evitar que una sombra de desasosiego se posara sobre ella. Si bien no se encontraba incómoda físicamente, pensaba que con el tiempo se sentiría aburrida y se hundiría en la monotonía, que de por sí ya estaba bastante presente.

Se levantó de su cama y se dirigió de inmediato a la compuerta donde, como el día anterior, se encontraba su desayuno y una carta junto a una rosa blanca. Jennie tomó la rosa, admirando por un momento su pureza y frescura, antes de abrir la carta con una mezcla de anticipación y cautela.

"Buenos días, Jennie. Hoy tu rutina será la misma de ayer, pero te tenemos una pequeña sorpresa. Haz lo mismo que hiciste ayer: desde el desayuno hasta el ejercicio y cuando vuelvas verás de qué se trata".

Sonaba alentador, pero solo un poco. Jennie no podía evitar sentir una punzada de desconfianza. Aun así, decidió seguir las instrucciones. Se sentó a desayunar, observando cada detalle de la comida como si pudiera encontrar pistas en su simplicidad. El desayuno era igual de nutritivo y sencillo que el día anterior, suficiente para darle la energía que necesitaba para el ejercicio.

Después de comer y beber agua, se paró frente a la estantería, esperando que se abriera. Al igual que el día anterior, un ayudante apareció para guiarla al patio de recreación. Jennie lo siguió, intentando mantener su mente despejada y enfocada en el presente.

El sol brillaba con fuerza cuando salió al patio, y el aire fresco llenó sus pulmones. Comenzó con los mismos estiramientos de ayer, sintiendo cómo su cuerpo se despertaba y se preparaba para el ejercicio. Corrió alrededor del patio, disfrutando de la sensación del viento en su rostro y del sol en su piel. Cada paso era una reafirmación de su determinación de mantenerse fuerte.

Mientras corría, no podía evitar pensar en la sorpresa mencionada en la carta. ¿Qué podría ser? ¿Algo que rompiera la monotonía? La incertidumbre la llenaba de una mezcla de esperanza y ansiedad.

Después de un buen rato corriendo, se dirigió a los equipos de ejercicio. Cada repetición, cada movimiento, era un esfuerzo consciente por mantener su cuerpo y mente en forma. Finalmente, cuando sintió que había ejercitado lo suficiente, se dirigió al baño del patio. Se cambió y se duchó, disfrutando del agua caliente que lavaba el sudor y la tensión acumulada.

Al terminar, se vistió y salió del baño, encontrando al ayudante esperándola para llevarla de regreso a su habitación. El camino de vuelta fue silencioso, y Jennie no pudo evitar que su mente vagara hacia la promesa de la sorpresa que la esperaba.

De regreso en su habitación, vio que había algo nuevo sobre la mesa. Otra carta y una pequeña caja la esperaban junto a su cama. Con el corazón acelerado, Jennie se acercó y tomó la carta primero.

"Buen trabajo, Jennie. Esperamos que hayas disfrutado de tu tiempo al aire libre. Como prometimos, aquí tienes una pequeña sorpresa. Debajo de la gran ventana que compartes con Lisa hay una nueva compuerta, en la caja tienes papel y un lápiz. Puedes mandarte cartas con ella durante una hora al día luego de tus ejercicios. Después, obtendrás un libro nuevo."

Jennie sintió un repentino aumento de esperanza. Era lo más cierto del mundo, lo era. Miró la ventana que estaba cerrada, y debajo, efectivamente, estaba la compuerta mencionada. Se acercó con la caja y sus cosas. Era similar a la compuerta de la comida, solo que un poco más pequeña. Al lado tenía un botón y una luz que estaba de color verde.

Jennie abrió la caja, encontrando una pequeña libreta y un lápiz. Tomó una hojita de la libreta y el lápiz, y los apoyó sobre el estante a su izquierda. Con manos temblorosas de emoción, escribió su primer mensaje a Lisa:

I Wish You Flowers - Jenlisa (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora