o𝟷. 𝚝𝚑𝚒𝚎𝚏 𝚋𝚊𝚋𝚒𝚎𝚜

850 133 13
                                    

Lo más doloroso para un amante sin dudas era perder a su amor pero lo más doloroso para un padre era perder a sus hijos.

Hunter había sufrido ambos acontecimientos hacia años, nunca se recupero por más que disimulara una actitud divertida y desinteresada, el daño que había en él era profundo y se agravaba conforme el tiempo pasaba dejandole la muerte como única salida para aquel horrible padecer.

Quería morir, podía apostar el mundo a que era su anhelo más grande pero no podía, porque al llegar al mundo de los muertos para abrazar a los dos amores de su vida una vez más, no seria posible si se suicidaba.

Sabia a la perfección que Nala jamás lo perdonaría por rendirse.

Pero mierda, ¿qué más podía hacer?

Vagar como un caparazón vacío, matando para conseguir un par de bellys para subsistir no era vida.

No era vivir.

No era nada.

En su vida repleta de tragedias su única luz fue Nala y cuando consumaron su amor, no creyó que fuera posible amar a nadie más que a su esposa pero una vez más, se equivoco.

Desde el primer momento en que esos pequeños ojitos similares a los de su esposa se posaron en los suyos, supo que no habria nada que no hiciera por la niña que tenía entre sus brazos.

Su pequeña niña.

Su pequeña princesa.

Su preciada hija.

Eliza.

Y aun asi no pudo hacer nada.

Fallo a sus votos, a su promesa.

No protegió a su esposa ni a su hija.

Las perdió.

Lo perdió todo.

Daría lo que fuera por devolverles la vida, volver el tiempo atrás y decidir quedarse en casa en vez de ir trabajar, si a matar se le puede llamar "trabajo", claro.

Eli era demasiado pequeña todavía, como toda bebé necesitaba estabilidad y que su padre se fuera en un dos por tres no la ayuda en nada.

Debió hacerle caso a Nala.

Debió quedarse en casa, así ahora no se habría vuelto un perro de los marines, un maldito asesino a sangre fría.

Todo lo que su esposa nego que alguna vez era, todo lo que ella odiaba él lo encarnó.

Eso era incluso más doloroso que no tenerla a su lado, saber cuan decepcionada estaría de él le partía el corazón.

Con el corazón partido y sin vivir su propia vida, nunca creyó hallar una mísera esperanza para aferrarse a su existencia.

Pero la hallo, ahí estaba ella, la luz de su vida titilaba, estaba viva.

Eliza estaba viva.

Cuando los marines le hablaron casi llora de la emoción, era ella, era su niña.

Estaba viva, no era una alucinación.

No era consecuencia de sus vicios.

Ella de verdad estaba ahí.

Estaba viva.

Ella estaba viva.

Uso su fruta para pasar desapercibido ocultándose entre los estantes repletos de mapas, ¿qué es lo que su niña buscaba y por qué no era a él?

La observo caminar con cuidado y naturalidad por los pasillos, como si perteneciera allí, como si fuera un marin más.

Dios Roger no lo quiera.

hunter ❪ one piece live action ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora