Capítulo 15

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Los ojos se le llenaron de lágrimas.

Se sentía como una completa estúpida. ¿En qué momento pensó que su fantasía era real? ¿Fue después de que le diera él mejor orgasmo de su vida? ¿Cuando le dijo palabras lindas al oído?

Había lidiado con hombres mentirosos antes, no debió haberle creído. Era tal su esperanza de por fin encontrar alguien que la quisiera tal como era, que se dejó llevar por la mentira hasta que ella sola se la creyó. Ahora, sentada en la mesa de la cocina con el desayuno a medio comer, buscaba desesperada la forma de ocultar sus lágrimas, no dejaría que vieran su dolor.

Caleb había bajado para recibir a su invitada personalmente. Cuando vio él rostro de su pequeña sobrina en el intercomunicador, se llenó de alegría. La pequeña, era sin duda el amor de su vida. Le parecía increíble que su hermano hubiera tenido una hija tan noble; sin embargo, la sorpresa se mitigaba cuando recordaba que también era hija de Mila.

Madre e hija lo estaban esperando en el umbral del edificio, acompañada de dos guardias de Calim, hasta donde pudo ver

-!Tío Caleb!- Gritó la niña de emoción en cuanto lo vio. A su lado, su madre sonreía, su mirada, como siempre, estaba perdida entre sombras.

-¿Cómo estás princesa?- Preguntó mientras la abrazaba. -¿A qué debo la sorpresa?

-Calim tenía negocios en la ciudad, así que decidimos venir a visitarte.- Explicó la madre.

-Genial, aunque un poco inesperado.- No se estaba quejando, en serio estaba feliz de verlas ahí, solo que le hubiera gustado tener más tiempo para compartir con Maude.

Subieron las escaleras despacio, en consideración a Mila. La pequeña seguía aferrada al cuello de su tío, contándole sobre las nuevas flores en su jardín y la caída que tuvo Dimitri en su primer día de clases. La niña hablaba tanto que empezaba a marearse.

-Mila.- La llamó cuando estaba en la puerta.- Hay algo que tengo que contarte.

-Te casaste el fin de semana.- Dijo la mujer rápidamente. Caleb sonrió, por supuesto que lo sabía. Su visita sorpresa no era casualidad. -Calel está destrozado de que no lo invitaras.

-¿Mi hermano si tiene negocios en la ciudad, o solo era tu excusa?

-Los tiene; sin embargo, me pude haber quedado en casa. ¿Por qué hiciste esto, Caleb? ¿Tanto la odias? ¿Es tu idea de venganza, casarte con la mujer de los mil prometidos?

Antes de que Caleb pudiera contestar, se abrió la puerta. En el umbral estaba Maude, se había cambiado el pijama y recogido el cabello en una coleta. Junto a ella estaba su perro, parecía que la estaba cuidando.

-¡Hola! - Saludó alegremente a Mila, a pesar de que sus ojos reflejaban una extraña furia. -¿Cómo has estado? - Su cuñada respondió rápidamente, contándole de lo cansado del viaje con tantos guardias de seguridad. La niña en brazos de Caleb observaba curiosa a la pelirroja.

-Hola Manipuladora.- Dijo después de un rato, ahitando su manita,  haciendo que su madre ahogara un grito de vergüenza.

-!Nina! - Le llamó la atención, mientras Caleb soltaba una carcajada y Maude se ponía tan roja como su cabello.

-Mi nombre es Maude.- Intentó explicarse con la niña, quien no entendía qué estaba pasando.

-¿Quieres ver el regalo que te traje? - Interrumpió Caleb, quien no podía aguantar más la risa. La niña se olvidó de todo ante la posibilidad de la sorpresa y corrió al cuarto de su tío, quien la siguió sin dudarlo.

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