2.- Para cambiar mi suerte.

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Dazai Osamu mantenía un rostro hosco cuando entró por las grandes puertas del hospital central. Llevaba unas gafas de sol con las que pretendía verse más tranquilo a pesar de que estaba realmente molesto.

—Quiero ver a mi novio…— dijo al acercarse a la recepcionista de cabello dorado que lo miraba con desconfianza. Ella no dice nada así que el castaño debe ser más específico a pesar de que ya ha pasado por este lugar en más de una ocasión y la mujer ya debe conocerlo
—Nakahara Chuuya.

—Lo siento— respondió la mujer con una sonrisa mientras organizaba algunos documentos sobre su escritorio —El doctor Nakahara no tiene novio.

Dazai se quedó en su lugar en una especie de estado de shock. Esa noche cuando obligó a Chuuya a quedarse en casa, confió en los sentimientos que había entre los dos.

Nunca esperó que después de que el pelirrojo saliera del baño, hiciera algo aún más atrevido que maldecirlo en la cara.

Chuuya salió del baño y un poco más tarde también de la habitación, así que a los pocos minutos, Osamu lo siguió hasta la cocina en donde quiso irrumpir en los pensamientos de su pareja.

—Creí que te dolía el cuerpo, pero sigues tan animado como para caminar por la casa… ¿Debería ser más entusiasta?

Chuuya tenía una copa de vino en su mano, era de madrugada por lo que obviamente estaba enojado y quería aliviar la tensión.

—¿Pretendes que no vuelva a caminar?— preguntó con ironía. Aún no sé atrevía a beber de su copa, sólo movía el contenido con placer hasta que el castaño la arrebató y consumió el líquido de un trago.

Chuuya enarca una ceja; no sólo porque su bebida había sido arrebatada, también debido a que el castaño se acercó como todo un sin vergüenza. Lo empuja para apartarlo y regresa a la habitación mientras gruñe.

—Deja de ser tan irracional.

Osamu se ríe, después vuelve a la cama en la que ya descansa el pelirrojo. Se acuesta a su lado y se queda profundamente dormido. En realidad ese vino que estaba muy orgulloso de haber robado de las delgadas y suaves manos de Chuuya tenía un somnífero. 

Fué una dosis precisa con la que no pudo despertar hasta la mitad del día siguiente y para entonces Chuuya ya se había ido de la casa. Lo curioso es que sólo se llevó un poco de ropa, Dazai esperó a que volviera para retenerlo con mayor agresividad sí era necesario. 

Pasaron dos días desde entonces. Chuuya no había regresado por el resto de sus cosas y la molestia en Dazai no hacía más que incrementar.

Por lo que en este momento cuando la recepcionista dijo con seriedad que el pelirrojo no tenía pareja era un claro mensaje para él. Chuuya sabía cómo iba a actuar y que lo iría a buscar, así que planeó de antemano está situación.

Era tan frustrante la forma en la que ambos estaban buscando lastimarse.

—Entonces un amigo— vuelve a hablar el castaño después de suspirar con frustración —¿Puedes decirle que un amigo quiere verlo?

—Lo siento…— repite la fémina sin atreverse a ver al rostro del contrario —Al doctor Nakahara no le gustan las visitas sin cita previa.

—Maldita sea— Osamu exclama mientras revuelve su cabello castaño. La gente lo observa aunque a él no le importa ni un poco.

—Sí quieres hacer escándalo, hazlo en otro lado— el que habló fue Chuuya. Ni la rubia ni Dazai esperaban que él se presentará en ese momento. —Estas en un hospital. Más respeto por favor.

...𝕊 𝕌 𝔼 ℝ 𝕋 𝔼... ✿︎ 𝔽𝕐𝕆𝕐𝔸✿︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora