único

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advertencia: smut, gangbang, doble penetración, consentimiento dudoso y un poco de dirty talk. el que avisa no traiciona 🫶🏼

aparecen: exe palacios, dibu, cuti y nico otamendi.

Si había algo de lo que Gonzalo carecía era egoísmo. Jamás le interesó ser líder o capitán, por mucho que a veces tuviera las cualidades necesarias, ni necesitó estar más de cinco minutos bajo el foco de atención. Lo ponía incómodo, lo hacía sentir demasiado consciente. Quizá por eso también eligió jugar en la defensa. Los defensores ganaban títulos, pero nunca iban a tener el cuarto de reconocimiento que tenían los delanteros, y para él estaba bien. Su timidez y bajo perfil le agradecían.

El problema —que no era un problema en realidad: en otra época de más retraído lo hubiese llamado así pero desde el 18 de diciembre que le agarró el gusto a milagro— comenzó cuando Scaloni le preguntó, después de haber metido el codo en el área, si aún quería patear y dijo que sí. Sabía que iba a ir cuarto. No sabía que iba a tener a todo un país descansando sobre sus hombros en los quince segundos que pasaron desde que la cámara enfocó su tatuaje de las tres estrellas hasta que Lloris eligió el palo izquierdo.

E incluso ahí, a los ojos de todos, su primer acto reflejo fue taparse la cara. Podría haber quedado inmortalizado. Podría haber hecho algún festejo exagerado. Pero no lo hizo, porque el Gonzalo que pateó era el mismo Gonzalo que pateó semanas atrás con su amigo de arquero en el patio de su casa en Sevilla. Nada había cambiado. Ahora sólo era campeón del mundo.

Exequiel se había acercado cuando ya estaba en el piso y lo agarró de los cachetes, mientras Gonzalo lloraba. Su vínculo siempre había sido muy fuerte. Hasta tuvieron el mismo intercambio de palabras que después de la final en Madrid. "¿Te acordás lo que te dije, Cache?" "Sí, sí. No hay nada después de esto." Entonces Gonzalo hacía una breve pausa y volvía a llorar. "Tenías razón."

Unos días después, de vuelta en este lado del planeta, estaban sentados en un balcón del predio de Ezeiza con una cerveza cada uno. De alguna habitación en el pasillo sonaba Un Poco de Amor Francés.

Gonzalo se había quemado durante la caravana así que no se ponía una remera hacía dos noches. Se pasó una mano por la cara y sintió a Exequiel empujándolo levemente con el hombro.

—"El lujo es vulgaridad", dijo y me conquistó... —cantó, exagerando un poco la letra debido al alcohol y la felicidad.

—De esa miel no comen las hormigas —lo coreó Gonzalo con una sonrisa. Poco tiempo después se terminó su lata y la tiró al balcón de abajo, riendo y escondiéndose tras su compañero cuando Cuti se quejó sonoramente. 

—Sabés qué... —empezó a decir pero se arrepintió cuando notó que la completa atención de Exequiel estaba puesta sobre él —No, dejá. Nada.

—Dale —Exequiel lo codeó. Gonzalo se lo quedó viendo de manera indescifrable —. ¿Qué pasa, Cachete?

Incluso si ya había desistido, era imposible no abrirse frente a él. Gonzalo acabó suspirando y diciendo: —Iba a decir que... no tuve un mundial impresionante, pero dio la casualidad de que metí ese penal —se detuvo a pensar —. Va, no sé si casualidad. Pero hice ese penal.

—El penal más importante de la historia del fútbol —refutó Exequiel, sin entender demasiado a donde iba. Y eso tenía Gonzalo. Carecía de egoísmo, entonces cuando le tocaba ser egoísta lo carcomía la vergüenza primero. Exequiel ya sabía lo que iba a decir antes de tener la chance de escucharlo —. No... ¿No sentís que te lo hayan reconocido?

un poco de amor francés 》montiel center.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora