Hunger | HS

Capítulo 3

Me desperté con un gran dolor de cabeza y la boca completamente seca. Miré el despertador, bufando al percatarme de lo tarde que era. Había perdido la mañana. Poco a poco fui recordando la noche anterior, recordando aquellas lejanas pero nítidas palabras de mis amigos; Moira tenía pareja. No era una sorpresa pues, habían pasado cuatro años desde la última vez que nos vimos, sin embargo, siempre tuve la esperanza de que ella me siguiera queriendo tanto como yo aún lo hacía. Por supuesto que había tenido novias pero, la relación nunca duraba más de unos pocos meses porque, desgraciadamente, era incapaz de dejarla ir.

Tras levantarme y mirarme al espejo, vi mis rojos e hinchados ojos, el único recuerdo que demostraba que había llorado hasta quedarme dormido. Me avergoncé y rápidamente aparté la mirada, incapaz de verme a mí mismo en tal estado.

Unos pequeños golpes en mi puerta me sobresaltaron. Cogí un chandal y una camiseta negra sencilla y me vestí en cuestión de segundos.

— Pasa — ordené mientras terminaba de colocarme la blusa.

— Mitch y yo vamos a ir a...— Sarah entró con un bonito vestido amarillo y blanco de playa. Al verme, calló de inmediato, analizándome — ¿Estás bien? — preguntó preocupada.

— Sí, no es nada — contesté restregándome los ojos, intentando quitar esa horrible y agotadora sensación de cansancio, a pesar de haber dormido más de lo usual.

— Te iba a decir que Mitch y yo vamos a ir a la playa, hace buen día. Deberías venir con nosotros.

— Creo que es mejor que me quede — hablé dirigiéndome al baño, incapaz de mirarle a los ojos.

— Harry, sé que no estás bien. Por favor, ven con nosotros. Intenta despejarte, te sentará bien — habló Sarah siguiéndome.

— Estoy bien, Sarah. No me compadezcas, no quiero ser una carga — le contesté mirándole a través del espejo.

— Harry — mi amiga apoyó una mano en mi espalda, masajeándola de arriba a abajo — No eres una carga, nunca lo has sido y nunca lo serás. Quiero, queremos que vengas.

Me quedé un rato observándola, con ganas de llorar por el sentimiento de cariño y amor tan grande que sentía por ella y por Mitch. Aunque siempre solía mentirles y decirles que no sabría donde estaría ahora mismo sin ellos, realmente, me podía hacer una idea pero, el simple pensamiento, me estremecía.

— Está bien — contesté finalmente.

— ¡Bien! — sonrió ella genuinamente — ve a cambiarte, comeremos allí pero si tienes hambre te preparo algo rápido.

— No hace falta Sarah, estoy bien — le dediqué una pequeña sonrisa con la intención de que no se preocupara. Esta me miro no muy convencida, sin embargo, asintió y se fue de mi habitación.

Me lavé los dientes y me vestí con un bañador de rayas azules y blancas junto a una camisa azul pastel suelta. Cepillé mi pelo despreocupadamente con mis dedos y sin mirarme al espejo por miedo a ver al chico que era incapaz de reconocer, cogí mis pertenecías y bajé al salón, donde estaban esperándome Mitch y Sarah, esta última con un sándwich entre sus manos. Al verme sonrió y me lo extendió. A pesar de que rodé los ojos ante tal acto, no pude evitar la pequeña sonrisa que escapó de mis labios.

— Gracias pero te dije que no hacía falta — hablé mientras le daba un mordisco.

— Estás muy guapo, Harry. ¿Verdad, Mitch? — ignoró completamente mi queja, caminando hacia la puerta principal.

El viaje en coche fue tranquilo. Una pequeña brisa acariciaba con delicadeza mi cabello, llevándolo de un lado a otro como si del mismo océano se tratase, sintiendo una paz inmensa, digna de un poema de Wordsworth. Al llegar a la playa, junto al gran y oscuro mar, rebosante de secretos, esa tranquilidad que había sentido minutos antes, volvió a mí, robándome una sonrisa. Adoraba la playa y todo aquel espacio intacto, sin haber sido estropeado por el hombre pues, una calma enorme siempre era dueña del lugar.