Capítulo 2

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4 años después

Haber estudiado derecho no me había servido de absolutamente nada pues, tras años de haber terminado la carrera, aún seguía en la misma tienda de música de siempre. Con veinticinco años, me llegaba el dinero justo para mantenerme.

— Harry — saludó Jeff, un señor mayor que solía frecuentar la tienda — ¿Sigues aquí, eh?

— Otro día más, no me he ido a ninguna parte — contesté mientras cogía del mostrador los discos que había reservado Jeff hace unas semanas — ¿Por casualidad no necesitarás algún abogado por haberte metido en algún lío, no? Soy bueno y barato — Jeff rio.

— Muchacho, hace veinte años me hubieses hecho mucha falta pero desde que nacieron mis hijas soy un buen hombre.

— Ya, eso dicen todos.

— Quizás en un futuro te contrate, mi hija intenta seguir mis pasos. Me está volviendo loco — habló.

— Suerte con eso — observé los discos que había reservado — Quizás te deje respirar un poco cuando le regales estos CDs de Spice Girls.

— ¿Quién dice que son para mi pequeña Rory? Son para mí — contestó Jeff pagando.

— Buen gusto, Jeff — sonreímos a la par — Me alegro mucho de verte, pásate cuando quieras — me despedí.

— Yo también me alegro, muchacho. Te queda poco, ya casi es la hora de cerrar — asentí un poco cansado — Y no te rindas, algún día cumplirás tu sueño de ser abogado.

— Si hablamos de sueños, me gustaría ser una estrella de rock — contesté, confesándole mi sueño más infantil pero el que más ilusión me hacía.

— Eso también lo conseguirás, ya verás. Nos vemos, chico.

Jeff salió, dejándome solo nuevamente. Los minutos pasaron y, tras un largo día, llegó la hora de cierre. Me dirigía al almacén para recoger mis pertenencias cuando escuché la puerta delantera. Tras ponerme la chaqueta y la bandolera, volví a la tienda, encontrándome con mi mejor amigo, Mitch.

— Gracias, Mitch — le agradecí como había hecho todas las noches durante las dos semanas que mi viejo Mini 850 llevaba en el taller — Charlie me dijo que en dos días podía acercarme a recogerlo. Para el lunes ya tendré coche.

— Sabes que no es molestia, no pasa nada. ¿Qué tal el día? — preguntó mientras arrancaba.

— La misma mierda de siempre. Estoy cansado.

— ¿Por qué no le pides a tu madre que te ayude? Sabes que lo haría sin pensárselo — comenzó Mitch a hacerme la misma pregunta que me hacía todos los años.

— No. Soy un desgraciado y ella lo sabe, ¿qué pensará de mí si le pido ayuda? — me encogí en mi asiento, sintiéndome cada vez más pequeño.

— Nada. No pensará nada porque eres su hijo y te quiere. Sabes que Anne estaría encantada de ayudarte.

— No quiero decepcionarle más de lo que ya lo he hecho. Si encuentro trabajo, que sea porque yo me he esforzado buscándolo.

— Pues hazlo de una vez. Quizás encontrarías algo si te movieras. No consigues nada tirado en tu cama en tus días libres. — habló Mitch duramente. Sabía como era él y sabía que no intentaba hacerme daño, sino todo lo contrario. Se preocupaba por mí y por eso era tan directo conmigo, porque me quería. Y yo se lo agradecía.

— Lo sé — suspiré — lo sé, Mitch. Sabes que no he estado en mi mejor momento y ya lo sé, no es excusa pero...— hice una pausa para intentar ordenar mis ideas, sin embargo, fue inútil — No sé, estoy tan perdido. Últimamente, ni me reconozco.

— Lo sé. Déjanos ayudarte.

Decidí no contestar pues, estaba muy cansado como para continuar la conversación. Mitch no volvió a hablar así que asumí que había entendido que no quería seguir con el tema. Al menos, no ahora. Llegamos a nuestro piso y en silencio entramos.

— Hola, Harry — habló Sarah con entusiasmo mientras apagaba el televisor.

— Sarah — saludé sin ánimos. Inmediatamente, mi amiga se levantó y se acercó a su novio, enfadada.

— Te dije que se lo iba a decir yo — discutió con Mitch.

— Aún no le he dicho nada — contestó él.

— Entonces...— comenzó a hablar Sarah, pero le interrumpí.

— ¿Decirme qué? — pregunté confuso.

— No creo que sea el mejor momento, Harry, se te ve cansado y...— comenzó a explicar mi amiga.

— Sarah, ¿qué pasa? Estoy bien — respondí cada vez más interesado. Nunca me ocultaban nada.

Sarah y Mitch se miraron con complicidad y este último suspiró.

— Bueno, el caso es que este domingo viene un viejo amigo a nuestro piso y se va a quedar unos meses pero, no te preocupes, volverá a irse. La verdad es que no sabíamos si ibas a estar de acuerdo — explicó mi amigo nervioso.

— ¿De acuerdo? — me reí mientras me dirigía a la cocina para hacerme la cena — Este piso no es solo mío, es de todos. Inviten a quien quieran. ¿Quién viene? — pregunté untando mantequilla en un sándwich.

— Bueno, es que, no sé si querrás... — Mitch comenzó a balbucear pero mi amiga le interrumpió.

— Moira. Viene Moira, Harry — dijo finalmente Sarah con algo de preocupación.

Inmediatamente, dejé todo lo que estaba haciendo y me apoyé en la mesa con el fin de no caerme. Mi corazón había dejado de funcionar con tan solo escuchar su nombre, aquel que no había escuchado en años. Sentía que me faltaba el aire así comencé a respirar profundamente. Cada año que pasaba sin verla, me obligaba a mi mismo a creer que la había superado y, comenzaba a creérmelo pero, solo con la mención de su nombre, me había dado cuenta de que no lo había hecho. Que solo era un pobre iluso intentando convencerse de que solo fue un estúpido amor de niños.

— Harry, ¿estás bien? — Sarah se acercó y comenzó a acariciar mi espalda. Reaccioné al instante, continuando con todo lo que anteriormente estaba haciendo, como si no hubiese pasado nada.

— Sí, no te preocupes. Han pasado años. Hacía tiempo que no la nombrábamos, eso es todo.

— ¿Estás seguro? — preguntó Mitch acercándose — Porque Harry, no viene sola, es importante que lo sepas.

— ¿Cómo que no viene sola? — pregunté dándome la vuelta para poder mirar a mis amigos. De repente, mi corazón empezó a latir con rapidez, sabiendo la respuesta mucho antes de tenerla.

— Harry, Moira va a venir con su pareja. Tiene novio desde hace un año — Sarah habló cuidadosamente, sin embargo, había dejado de escucharla por completo. Me sentía impotente, porque en el fondo creía que seguíamos siendo el uno para el otro. Me sentía egoísta, porque en el fondo sabía que su felicidad junto a otra persona me irritaba. Pero sobre todo, me sentía estúpido, porque en el fondo sabía que mientras ella rehacía su vida, yo nunca la había superado. Yo había perdido cuatro años de mi vida llorándole sin vergüenza alguna.

— Estoy bien, en serio. Aquí siempre será bienvenida — hablé cogiendo todas mis cosas, intentando no ahogarme con mis propias palabras y, dejando mi cena atrás e ignorando las preguntas de Sarah y Mitch, subí a mi cuarto, las mismas lágrimas de cada noche recorriendo mis mejillas sin poder evitarlo.

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Heeey!! Espero que les haya gustado <33
Probablemente los siguiente capítulos sigan siendo cortos pero un poquito mas largos que el primero y el segundo.

Una pregunta, ¿se les ve el gif bien? Porque en mi móvil no se ve pero en mi tablet sí así que I'm a lil bit confused.

Espero que tengan muy buen día. Love y'all ❤️

Hunger | HS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora