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Iba a ser un año como cualquier otro. Debía serlo, porque era el último.

Con esas palabras de aliento Katsuki Bakugo se levantó temprano esa mañana y se alistó para ir a la academia.

Su madre se había marchado temprano, como de costumbre. Le había dejado un poco de cereal como desayuno que el cenizo tomó y guardó en su mochila para tomar camino al instituto.

Iba a ser otro año más, pero el último.

Katsuki sonreía al pensar aquello.

Había sido el hijo único de una pareja tipo, común, de los suburbios de la ciudad. Una familia típica.

Así fue hasta que, hace dos años , su padre cayera gravemente enfermo a causa de algo que los mismos médicos desconocían. Desde entonces, todo se vino abajo.

Como su padre era la principal fuente de ingreso de su familia, su madre tuvo que comenzar a trabajar doble jornada para cubrir los gastos. Pero eso no era todo.

Debido a la extraña enfermedad que había contraído su padre, era sometido constantemente a nuevos y costosos tratamientos. Tratamientos que a la familia Bakugo realmente le hacía cuesta arriba afrontar económicamente.

Fue en ese entonces que el cenizo comenzó a trabajar medio tiempo en la cafetería de los Midoriya, cuyo hijo era uno de sus amigos desde la infancia. Aun así, y por más que Inko le pagara mucho más de lo que le suelen pagar a los trabajadores de medio tiempo, el dinero no llegó a cubrir los tratamientos de su padre y el día a día que debían seguir llevando su madre y él mismo.

Tras ello, llegaron las deudas. Vio a su madre llorar frente a un simple papel que contenía palabras duras, fuertes, insensibles: Si no comenzaban a pagar sus deudas, perderían su casa.

Katsuki le rogó a su madre abandonar la escuela y tomar un trabajo de doble tiempo, como lo hacía ella. Pero Mitsuki se lo negó firmemente: - Eres el mejor de toda tu escuela mocoso, incluso por eso nos trajiste el alivio de tener una beca cubierta del ciento por ciento. No dejaré que lo eches a perder. Saldremos de esto.

Así es. Dentro de todo el oscuro panorama, Katsuki tenía la ventaja de ser un becado completo en la Yuuei, con lo cual podía graduarse de la academia más costosa de la ciudad aún cuando las deudas le amenazaban descaradamente.

Pero al cenizo bien poco le valía una graduación en la Yueei si perdía su casa, o peor, a su padre. Por lo que estaba dispuesto a lo que sea por poder ayudar a revertir esa situación.

Y lo que sea, finalmente llegó.

Himiko Toga, la chica que vivía en la casa del lado y asistía a la misma escuela que él se enteró de su situación escuchando por detrás de las paredes y un día tocó la puerta de su casa con una oferta:- Oye, niño. Yo me iré de aquí el próximo año, así que puedo dejarte mi negocio.

El negocio, ni más ni menos, era vender sustancias.

Bakugo se negó casi instantáneamente. Y la rubia agregó: - Gracias a esto, puedo mudarme de este maldito lugar. He conseguido bastante dinero, aún compartiendo el negocio con otros, si tú lo sigues y si consigues eliminar a la competencia. Ganarás lo suficiente como para nunca más volver a ver a tu madre llorar por un desgraciado empleado de banco que escribió un par de palabras en un ordenador.

Lo pensó. Realmente lo pensó.

Y luego de que su padre recayera y tuviera que someterse a una operación que le costaría un semestre de sueldo a su madre, finalmente aceptó.

Comenzó como "discípulo" de Toga, aprendió todo lo que debía aprender y cuando la rubia se marchó, quedó en su lugar.

Ella no había mentido, realmente ganaba mucho dinero.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2023 ⏰

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