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Teniendo escrita mi lista de ‘cosas que tengo que hacer’ para el día siguiente en una nota adhesiva virtual, apagué mi equipo, recogí mis cosas, y me puse el abrigo

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Teniendo escrita mi lista de ‘cosas que tengo que hacer’ para el día siguiente en una nota adhesiva virtual, apagué mi equipo, recogí mis cosas, y me puse el abrigo. Zee,  estaba fuera de la oficina, así que no tuve que pasar a despedirme y me dirigí directamente al ascensor.

La mayoría de los empleados ya habían salido del edificio, por lo que no pasé a muchas personas. Desde que mi “relación seria” con Zee se hizo pública hace una semana, algunos de mis compañeros de trabajo habían cambiado un poco hacia mí. A veces, la conversación se detenía cuando entraba a la sala de descanso. En ocasiones, las sonrisas eran demasiado falsas. Oía a la gente susurrar cerca, pero se callaban si me volvía para mirarlos.

Dos mujeres en particular me estaban poniendo nerviosas. En su mayoría solo hacían cosas insignificantes como burlarse o reírse o ignorarme deliberadamente, pero me sentí traicionada. Éstas eran personas con las que una vez charlé con regularidad y con las que bebí en las fiestas navideñas de la oficina. Ahora, me trataban como si fuera un paria. Supuse que eran celos, ya que ambas mujeres habían intentado y no habían logrado seducir a Zee años atrás.

Supuse que en ese entonces se habían consolado con el hecho de que el se empeñaba en no acostarse con sus empleadas. Sin duda, era una patada para su ego que él aparentemente ahora hiciera una excepción por mí. Aun así, no había necesidad de que fueran tan malditamente perras.

El hecho de que Zee se esforzara por almorzar conmigo la mayoría de los días, generalmente en la privacidad de su oficina, parecía haber exacerbado el problema. Estaba seguro de que otros pensaban que estábamos haciendo cosas obscenas mientras estábamos en nuestro descanso. También estaba seguro de que Zee esperaba que asumieran eso.

Sin interés en rebajarme al nivel de las otros, hasta ahora lo había ignorado. Tampoco se lo había contado a Zee y tampoco había mencionado que algunos de los otros empleados estaban actuando mal conmigo. No era un chismoso y podía lidiar con mis propios problemas sin inconvenientes. Todo se acabaría eventualmente si no les prestaba atención.
La mayoría en o-Verve apoyaron increíblemente nuestra “relación”.

Habían comentado con entusiasmo las fotos en línea de nosotros que fueron tomadas por los fotógrafos en la recaudación de fondos de caridad. Gun había analizado cada una de las expresiones de Zee, jurando que estaba “loco” por mí. Solo sonreí y dije que esperaba que fuera cierto.

Estaba caminando por el estacionamiento privado de o-Verve, con mis zapatos repiqueteando en el pavimento lleno de hoyos, cuando mi teléfono sonó. Saqué mi celular de mi bolso sin interrumpir el paso, con cuidado de esquivar una mancha de aceite en el suelo. Mirando la pantalla, vi que tenía dos mensajes. El más reciente era de Melinda informándome que ella y Wyatt tendrían una barbacoa el domingo y que Poppy, Zee y yo estábamos invitados. El otro mensaje había sido enviado hace una hora, pero no había escuchado el pitido de mi teléfono.

Era de Maggie: Hola cariño. No he tenido noticias tuyas en una semana, solo quería ver cómo estabas. Poppy te extraña xx
Maggie y Freddie a menudo me informaban sobre cómo estaba mi padre, ya que Poppy no era del tipo que compartía cómo se sentía. Nunca era bueno que sus emociones se acumularan.

Al llegar a mi auto, lo abrí con el llavero. El pitido resultante pareció resonar en el gran espacio. Me deslicé en el asiento del conductor y luego llamé a Poppy.

Después de algunas llamadas, respondió:

―Oye, mi dulce bebe. ¿Cómo estás?
Sonreí, con mi corazón apretándose.

―Bien, ¿tú?

―Bien, bien. ¿Cómo va todo?

―Estupendo. Realmente grandioso. ―Me mordí el labio, dudando en continuar, pero sabiendo que tendría que hacerlo―. Yo, um… hay alguien que me gustaría presentarte.

―¿Oh? ¿Quién?

―Mi jefe, Zee. Él y yo nos hemos estado viendo.

―Bueno, bien ―dijo, sonando genuinamente emocionado―. Ya es hora de que empieces a salir de nuevo. Odio pensar en ti ahí arriba, en tu apartamento, solo.
Sabía que lo hacía, al igual que sabía que una gran parte de él querría esto para mí, pero otra parte de él… suspiré en silencio.

Compromiso laboral -ZeeNuNewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora