Donde nos equivocamos

47 3 0
                                    

JISOO

"Amor, ¿notaste dónde dejo mi coletero? Parece que no puedo encontrarlo por ningún lado", mi amante salta de nuestra cama y mira debajo en busca de su corbata perdida. 


 Comiendola con los ojos, me niego a moverme ni un centímetro de mi posición. 


 "No, no lo he visto", mentí. 


 Han pasado 7 años desde nuestra primera gira mundial. Y aunque esperábamos que nuestro reinado terminara, nunca sucedió. Resoplando, Rosé se cepilló los mechones de su cabello verde sombrío. Es gracioso porque luce exactamente como un aguacate que respira vivo. Recordé haberla visto con ese color de cabello al final de la tarde y casi muero de risa de ella. Riéndose ante la idea, me pilló con las manos en la masa. 


 "¡Ajá! ¡Ni siquiera me estás ayudando a buscar!" Exasperada, hace pucheros. 


 Ah mi lindo aguacate. Golpeando mi cara contra la suave almohada, "Soy una vaga", dije inexpresivamente. "Ven acá mi aguacate, volvamos a dormir". Mirando su reacción, sonrío por la forma en que pone los ojos en blanco desafiante. 


 "No me gustan los aguacates. ¿Por qué me llamas así?"                    


Riendo con voz ronca, "¿Te has visto, amor?" 


 Ella se cruza de brazos, pero yo sabía que a ella también le parecía gracioso. Rindiéndose, ella se acuesta a mi lado y ciertamente me encanta cómo me envuelve entre sus brazos. Abrazando la vida que hay en mí, pero no me quejo. Nunca me quejo cuando es ella. Sin embargo, si fuera cualquier otra persona, me habría estremecido al tocarlo. Ni por un solo momento me arrepentí de haberle confesado mis sentimientos. De repente escuchamos ruidos en la otra habitación. Gritos y lanzamiento de objetos. Mi amante entierra su rostro en mi hombro y sus brazos aprietan mi estómago.


 "¿Están peleando de nuevo?" Pregunta en un susurro tan bajo, temerosa de que los otros dos escuchen el inicio de la conversación. 


 Frunciendo el ceño, supe cómo la pelea de la otra pareja molesta tanto a mi novia. Acariciando el dorso de su mano, se relaja.


"Todo estará bien", la tranquilizo. 


 Ella asiente lentamente. Aunque no sería así, tuve que decirlo para apaciguar su mente. Le he estado repitiendo la misma línea a lo largo de los años. Su situación nunca cambió. En cambio, se volvió más como una arena movediza, ahogando a los dos aún más rápido mientras intentan luchar y matarse entre sí con duras palabras. 


 "Lisa cambió", Rosé me saca de mis pensamientos mientras gime las palabras. 


 Suspirando, "Ella simplemente está pasando por un momento difícil. Iré a hablar con ella más tarde". 


La odiabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora