Capítulo 3
Bruno
—¿Qué pasará con la parte de Mink?
Me encontraba en Tasca, el mismo jodido bar underground de la semana pasada con los dos de mis próximos socios. Al idiota de Mink había tenido que mandarlo lejos, porque era de conocimiento público que no me gustaba hacer negocios con nadie que no respetara mi palabra. Había pasado ya una semana desde aquella noche donde lo había encontrado intentando abusar de la mesera y tenía al menos sesenta llamadas perdidas de él rogándome que reconsiderara mi decisión.
—No podemos dejarlo así, el muy idiota es capaz de abrir la boca por dejarlo fuera del negocio —Kai dió una calada a su cigarrillo.
—Si él se atreve siquiera a abrir la puta boca, sabe que me tendré que encargar de él, así que no te preocupes —respondí.
Este negocio era importante y esta era la segunda, y última cita para concretar el acuerdo de la inversión que haríamos que nos beneficiaría a todos de maneras exorbitantes. Iba por mi tercer vaso de whisky, pero por algún motivo, mi estómago ya no lo soportaba. Necesitaba salir de este puto lugar.
—¿Cuándo veremos el retorno de inversión? —preguntó Kai a Iván un par de segundos después.
Iván era la mente maestra de la organización a la que estábamos a punto de invertir millones, la cual no era precisamente legal, era por eso que nos encontrábamos aquí, escondidos como unas putas ratas de alcantarilla. Yo no tenía problemas por tomar un par de tragos en público, pero ni a Kai ni a Iván les parecía buena idea, ya que ambos tenían orden de arresto en al menos siete países diferentes.
—En tres meses —respondió Iván dando una calada más a su cigarro—. Primero nos encargaremos en comprar el armamento y después en distribuir la droga a...
—No nos interesa para qué mierda vas a utilizar el dinero, Iván —lo interrumpí—. Lo único que nos interesa que te quede bien claro, es que en tres meses lo esperamos de vuelta, o se meterán en grandes problemas.
—Así será, señor Bugavi.
Di un último trago al whisky y me levanté de la mesa apoyando mis ambas manos sobre ella. Kai e Iván hicieron lo mismo.
—Como siempre, es un placer hacer negocios con ustedes —extendí mi mano hacía ellos—. Nos vemos en tres meses.
Me despedí con un fuerte apretón y me retiré. No podía estar más de un segundo en este jodido lugar. Esta clase de bares eran conocidos por siempre rotar su ubicación, por cuestiones de seguridad. Así era como se ganaban la vida. Comencé a caminar por el edificio abandonado hasta salir por la puerta principal, la del callejón. Mis escoltas se encontraban en las camionetas esperando frente a la acera y solo tenía que caminar un par de pasos, pero para mi sorpresa, de espaldas se encontraba una bonita silueta con el cabello largo y negro hasta la cintura. La reconocí de inmediato. La mesera bonita culpable del despido de Mink.
Miré el reloj en mi muñeca.
Tres de la madrugada.
¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Acaso no había aprendido la jodida lección de la semana pasada? La imagen de su mirada temerosa, de sus ojos clamando piedad, de su cabello despeinado y el temblor de sus manos aún no lograban borrarse de mi memoria.
La primera jodida impresión cuando la vi sirviendo aquellos vasos de whisky es que cualquiera tomaría la oportunidad de aprovecharse de ella en cualquier mínimo descuido, era por eso que había salido un par de minutos después de que Mink se retirara de la mesa. Si bien no era el mejor hombre del jodido planeta tierra, lo mínimo que podía hacer por ella después de haber provocado que la corrieran de su trabajo, era ayudarla con el depravado detrás.
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Entre sombras y recuerdos
Teen FictionTodo en mi vida marchaba bien, o al menos eso era lo que creía. Podía dormir, podía comer, podía vivir sin sentirme culpable. Hasta esa noche. Esa noche donde Bruno Bugavi se cruzó en mi camino. Me salvó, pero jamás entendí por qué. Si terminó siend...