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La luz cálida de la puesta de sol destacaba mejor las facciones de aquel chico perteneciente a la Federación, opacando por completo el atardecer.

–No necesitamos ayuda para criar a nuestro hijo.– Respondió Cellbit cortante, con los sentidos nuevamente alerta, de vez en cuando mirando por el rabillo del ojo la expresión enfadada de Forever.

–Comprendo lo que trata de decir caballero; sin embargo, fui asignado por la Federación, es una orden que debemos acatar de acuerdo al veredicto del Juez.– Habló como si de una frase recurrente se tratara.

–El juez únicamente sentencio mi obvia inocencia.

–Oh ¿Aún no le comentaron nada acerca de los otros juicios...?– Por supuesto que mantenía una sonrisa de oreja a oreja, aunque poco a poco en sus ojos se asomaba una pizca de pillería.

–¡Quackity!– Interrumpió en la escena Roier, cojeando y con las manos sobre su vientre. Su expresión en el rostro desbordaba enfado, sus mejillas se tornaron rojas y sus manos temblaron.– ¿Qué mierda haces aquí?

–Vaya Roier.– No pudo evitar rodar los ojos.– Me enteré que estuviste al borde de la muerte junto a tu hijo y tenía que acudir lo más pronto posible a ayudar.

–¿A terminar de matarme o qué?

Ante esa pregunta Cellbit intentó mantener la compostura analizando el ambiente, pese a querer saltar a defender su autonomía y a Roier de una buena vez.

–No soy como tú.– Se defendió el azabache, las miradas de los jóvenes eran intensas, en ese instante estaban atrapados en su propio mundo llenos de recuerdos amargos.– Tú ineficiencia mató a mi hijo... Y ahora casi mata al tuyo.

Esa fue la gota que derramó el vaso para que Roier pese a su condición se abalanzó veloz al azabache, quien no fue capaz de defenderse de los primeros golpes que dio el castaño, ambos terminaron en el suelo batallando en tomar el control hasta que algunos de los guardias del recinto los separaron con dificultad.

Richarlyson de la impresión comenzó a llorar, siendo tomado con prisa por Forever para alejarse del sitio para tranquilizarlo. Pac y Mike ayudaron al azabache mientras Cellbit auxilio con sumo cuidado a Roier, prácticamente arrebatandolo del agarre de aquellos hombres.

–¡Tú lo mataste! ¡Mataste a mi hijo!– Gritaba ahora desolado el castaño mientras las primeras lágrimas rebeldes salían, a los segundos Jaiden estaba saliendo por la puerta del recinto preocupada debido al ruido de la conmoción.– ¡Tú jamás lo cuidaste! y ahora… ¿Quieres jugar al protector? ¡Vete al infierno!

El azabache ahora erguido tenía los ojos llorosos pero su expresión estaba desbordada en rencor.

–Si era mi culpa... – Quackity forcejeo con los guardias que lo sostenían para acercarse un poco más al castaño.– ¿Por qué tú renunciaste a la Guardia Real?

Cellbit sintió a Roier temblar y sus piernas perder la fuerza, así que veloz lo recargo sobre su hombro para mantenerlo de pie. Jaiden alarmada llegó a su lado llamando a uno de los empleados para que le acercaran una silla de ruedas.

–Roier, tranquilo.– Murmuró cerca mientras lo ayudaba a subirse a la silla.– Calma por favor.

–¿¡Otro hombre!?– Gritó irónico Quackity.– Además el mismísimo que era sospechoso de asesinato, me alegra que sigas siendo igual de estúpido y fácil Roier.

–¡Ya basta!– Intervino Jaiden antes de que cualquiera volviera a hablar, apartó a Cellbit del lado de Roier y movió la silla de su amigo en dirección de un carruaje que los estaba esperando, dando orden al cochero de ayudarlo a subir.– Nosotros nos retiramos.

Revolución | Guapoduo (Hiatus Temporal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora