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Habían pasado ya unas cuantas semanas de mi desintoxicación de George y si había funcionado, pero creo que para llenar ese vacío mi mente se obsesionó con mi buzón y ahora lo checaba a cada rato, cada minuto.

—¿Tampoco nada hoy? —dije hablando sola, mientras veía mi buzón vacío, ni si quiera algún papel de promoción.

Desde hace días que no recibo nada, ni si quiera cosas de las tiendas de alrededor, nada de nada y mucho menos me llegaría la respuesta de George. Cuando pasó una semana no me había desanimado tanto dije tiene mucho que pensar, pero ahora que va para el mes y medio, me decía a mi misma simplemente no quiere contestar y no va a contestar.

Por fin me hice la idea de que ya finalmente todo había acabado, pero me di cuenta que no era lo que quería así que se mantuvo como un hábito insano el revisar el buzón, yo creo que podrían pasar años y lo seguiré revisando, así de aferrada soy.

Al día siguiente por la tarde, volví a bajar a revisar mi buzón.

—Nada, qué sorpresa —dije.

—¿Alexia? —escuché detrás de mí y rápidamente volteé, me encontré con un Andrés confundido.

Me acerqué a el para saludarlo y le sonreí.

—¿Cómo estás? —dije un poco nerviosa —pensé que llegarías mas tarde.

—Salí mas temprano de lo que esperaba —dijo —¿otra vez en el buzón?

Me rasqué la cabeza nerviosamente.

Desde aquella vez que Andrés recogió mi correspondencia, nuestra dinámica se ha tornado un poco... no sana, por evitar decir tóxica, bueno al menos de su parte. Empezó a cuestionarme más de lo normal, si quería salir me exigía decirle con quién y a dónde, si alguien me mandaba mensaje me decía de "broma" que el podía leerlo por mí y si no aceptaba se ponía a la defensiva, entonces siempre solía aceptar y se hizo costumbre que el revisara mi celular. No he logrado entender de dónde viene su nueva actitud, cuando lo enfrento siempre termina disculpándose y diciendo que el no es así, cosa que le creo, pero también creo que he estado dejando pasar estas actitudes porque me siento culpable por mis sentimientos hacia George durante la relación.

—No quiero que se me pasé nada —dije sin saber que decir.

—Pero ¿ya te llegó tu tarjeta de crédito no? —comenzó el interrogatorio.

Yo simplemente asentí.

—Entonces ¿qué estás esperando recibir? —cuestionó.

—Nada —dije indefensa —es que incluso ya no me llegan ni las promociones de las tiendas, a veces me gustaba usar esos descuentos —dije intentando cambiar el tema.

—¿Será por que decidieron no mandarte ya nada? Nadie te va a mandar nada —preguntó —deberías dejar de esperar algo que nunca va a llegar y así dejas de estar revisando el buzón.

Auch, sé que el se refería a que ya no me van a mandar promociones de otras tiendas, pero ese comentario se me hizo muy especifico a la situación que estoy viviendo, estoy esperando algo que nunca va a llegar. Creo que Andrés tiene razón, debo dejar de estar esperando y revisando, solamente pierdo tiempo.

—Tienes razón —dije, ya no quería pelear —ven vamos arriba, cuéntame como te fue hoy.

Andrés dejo a un lado su enojo y sonrió, me tomó de la mano y juntos caminamos hacia mi departamento.

(...)

Hoy sería un día de café y mi mejor amiga, no podía estar mas emocionada.

Llegué a la cafetería y todo estaba perfecto, el olor a café de temporada de calabaza con canela estaba por todo el lugar y hacía que se inaugurara oficialmente la mejor temporada del año: los meses de otoño.

Fue casualidad II - JojiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora