Meses antes

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He decidido extender esta historia hasta tres capítulos para poderles contar un poco más sobre "la amistad" de Heriberto y Victoria :)

31 de Mayo de 1980

–¡Pequeña!

Victoria giró y se inclinó hacia atrás contra su casillero, levantando la frente hacia el trigueño alto y larguirucho que paseaba por el pasillo hacia ella. Llevaba una chaqueta de cuero, una camiseta blanca ajustada, pantalones vaqueros con puños y una característica mirada seductora en su cara.

–¿Ríos Bernal? – ella respondió con una sonrisa torcida sin perder el ritmo.

Él sonrió y la miró de arriba hacia abajo. Ella quiso no sonrojarse y agarró sus libros con fuerza a su pecho, sin querer darle la satisfacción de verla turbada.

Heriberto, que se la sabía de memoria, como si fuera su canción favorita, notó sus nervios e intentó tranquilizarla. Estaba casi seguro que desde ese momento ella lo apreciaría más.

–¡Feliz cumpleaños, mi pequeña morena clara!

Así le decía de cariño puesto que de morena sólo tenía el cabello. En realidad su piel era tan blanca que a veces dudaba de su origen; parecía una chica europea. Él mismo había sido partícipe en alguna ocasión como su piel clara era sensitiva y se enrojecía fácilmente al mínimo contacto con el sol.

–¡Un tulipán rojo!

Exclamó emocionada hasta los ojos cuando su mejor amigo retiró la mano que ocultaba tras su espalda, descubriendo ante su mirada ilusionada, una flor que parecía recién extraída de la tierra.

–Es todo tuyo si no me delatas ante mi madre. Espero que no se dé cuenta que le robé una flor de su jardín, o estaré realmente en serios problemas.

Ambos rieron.

Victoria tomó la flor y la llevó directamente a su nariz. La sonrisa que se formó en sus labios fue de amor, alegría y agradecimiento. Cuando creía que Heriberto ya no podría sorprenderle más, el estallido de un nuevo detalle, la hacía replantearse todo ese asunto desde el principio.

Con inquietante certeza, se apoyó en el casillero junto a ella, sacando uno de sus libros de sus manos y hojeándolo. Ella puso los ojos en blanco y trató de agarrarlo, pero él lo levantó por encima de su cabeza con una sonrisa.

–¿Aceptas salir esta noche
conmigo?

–¿Y Karen? No creo que a ella le agrade que su novio salga con otra chica.

–Victoria. Por favor. Ella sabe que somos muy buenos amigos. No creo que le importe.

Mejores amigos, claro, eso eran.

El beso inesperado que le propinó Heriberto en su mejilla sonrosada y caliente, alivió el dolor que sintió después de sus ciertas palabras.

–No lo sé, Osvaldo hace unos días me propuso un plan. Aún no le doy respuesta, pero lo he estado considerando.

–¿Sandoval? ¿Osvaldo Sandoval? – la chica asintió y lo observó resoplar con fastidio – ¿Ese pedazo de mierda humana? Oh, pequeña, mereces algo mejor. En serio te lo digo.

–No recuerdo en ningún momento haber pedido tu consejo.

Se alejó de él, abriendo su casillero. El cual se cerró nuevamente de golpe. La gigantesca palma de Heriberto contra el metal, su abrigo arrugado cepillando los rizos bien peinados y oscuros de su cabello.
Ella levantó lentamente los ojos para conocer los suyos. Ambos estaban agitados de coraje con las narices inflamadas.

Dile a HeribertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora