Capítulo 31

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Enemigas o aliadas

Artemisa Morelli

La mujer peli-roja que se encuentra en mi oficina toma champán y disfruta de quesos y refrigerios en la comodidad de mi segundo lugar de trabajo. Entro a mi oficina y enseguida siento su imponente mirada sobre mí, me acerco al pequeño bar y sirvo un martini para mí, me urge tener un poco de alcohol por todo mi sistema nervioso.

Me volteo a verla fijamente sosteniendo mi copa entre los dedos ya con mi trago preparado, ella deja su copa sobre mi escritorio, limpia la comisura de sus labios y me sostiene la mirada, siempre me ha parecido hermosa, no estaría mal cogérmela un par de veces, estoy urgida de sexo y sé que su lengua puede brindármelo.

― ¿Para qué me mandó a buscar?― altanera como siempre, desde que la conozco es la misma actitud, la única diferencia es que conmigo no le va, sabe que cuando no estoy de humor me da lo mismo mandarla al diablo.

Dejo mi copa sobre mi escritorio, rodeo el mismo antes de tomar asiento frente a ella, sé que lleva tiempo esperándome, en parte es mi culpa mantenerla en la espera, pero primero está mi trabajo y últimamente estoy cargada de problemas, problemas que tienen un solo nombre.

«Atenea»

― Voy a pedirte que cuando te dirijas a mí sea con respeto.― la miro con la misma altivez que ella me mira.-- No somos iguales.

― De eso no me cabe la menor duda.

― Necesito pedirte un trabajo extra Kate.― no pienso tener tanto rodeo para decirle las cosas, mientras más rápido mucho mejor.

Cruza sus piernas, el vestido negro se ciñe a su definida figura como si este fuera su segunda piel, con el paso de los años sigue luciendo hermosa, sé reconocer cuando una mujer es hermosa y ella sigue conservándose con el tiempo.

― Lo siento, pero ya no estoy haciendo ese tipo de trabajos.

Sé a lo que se refiere, lleva años trabajando para mí desde la policía, yo le conseguía carnadas y ella me protegía de ser capturada, hace meses no he contratado sus servicios, me interesa que atrapen a Atenea, pero ahora necesito de ella.

― Primero escucha mi propuesta, es de mala educación adelantarse a los acontecimientos.― tomo mi martini y con mis dedos juego con la pajita que sostiene las aceitunas.

― ¿Qué deseas exactamente?

Ahora sí me gusta, su actitud de mierda no iba a ayudar en nada, debe tener claro que yo estoy por encima de ella en todo el sentido de la palabra. Tomo un enorme maletín que escondía debajo de mi escritorio, lo dejo sobre este y lo ruedo hasta que quede frente a ella.

― Ese maletín contiene una enorme cantidad de dinero, creo que más de lo que llevas trabajando en toda tu vida.― mira el maletín, debate si abrirlo o no, lo noto en la forma que sus ojos bailan de un lado a otro.

― ¿Cuál es la finalidad de ese dinero?

― Fácil, es el pago por la captura de Atenea.― sé el odio que le tiene, eso ha sido la cereza del pastel para poder lograr lo que más deseo indirectamente.

― No entiendo ¿A qué te refieres?

Tomo la pajilla con aceitunas, meto esta a mi boca y disfruto del delicioso sabor, dejo caer mi espalda en la silla, trato de relajarme.

― Sé que estás trabajando en la captura de Atenea, necesito que adelantes el operativo y la arrestes en cuanto antes.― me como todas las aceitunas que permanecen incrustadas en la pajilla.

― El operativo no está a mi mando, está a mando de Saúl, no es fácil hacer lo que me pides.

― ¿Por qué no es fácil?

No entiendo, debería ser fácil, siempre ha hecho todo con facilidad, sabe como nadar en sus aguas, esto debería ser como pan comido para ella.

― Saúl tiene el control de todo, estoy por debajo de él.― me resulta absurdo que una mujer sea dominada por un hombre.

Nosotras vinimos a este mundo a brillar, somos las jefas, no debemos estar por debajo de nadie, mucho menos de un hombre.

― Saca la inteligencia y mueve las fichas a tu conveniencia, pero necesito que la arresten en cuanto antes.

― Lo siento, pero no puedo aceptar el dinero, mucho menos lo que me pides.― vuelve a rodar el maletín hasta dejarlo frente a mí.

Sostengo mi copa, le doy un trago a mi martini, mantengo mi calma, nadie nunca me dice que no, mucho menos en mi cara, siendo ella es peor todavía, siempre ha trabajado para mí, no puede negarse a estas alturas.

― Es una pena, porque entonces si no estás aliada conmigo, eres mi enemiga.― dejo mi copa nuevamente en su lugar y me inclino hacia ella con altivez.― Como amiga soy muy buena, pero como enemiga soy peor, no quieras conocer la segunda parte, esa no te la recomiendo.

Puedo ver como se tensa, conoce mi maldad, ha visto parte de ella, sabe que no tengo límites y es mejor tenerme como amiga, eso lo sabe muy bien.

― No soy tu enemiga, sabes muy bien que siempre he estado de tu lado.

― Con tu respuesta me parece todo lo contrario.― me levanto y rodeo el escritorio quedando detrás de ella.― Lo que te estoy proponiendo nos conviene a las dos, a mí porque deseo quitar del medio a esa perra y a ti por la sencilla razón de que te dejaría el camino libre con tu esposo.

Se queda en silencio por varios segundos, los cuales para mí se hacen eternos.

― ¿Qué sigue después de arrestarla?― una sonrisa se dibuja en mis labios, por lo visto está cediendo poco a poco a mi propuesta.

― Primero deseo verla encerrada, ya luego veo que hacemos con ella.― vuelvo a rodear el escritorio hasta quedar en mi lugar de nuevo.

― Necesito tiempo para capturarla, debo tratar de convencer a Saúl para que sea en cuanto antes, por el momento resulta imposible lo que pides.

― Tienes una semana para encerrarla, ni un día más, pero tampoco un día menos.― vuelvo a extenderle el maletín.― Si dentro de una semana no la capturas, asumiré que te volviste mi enemigo y eso sería como cavar tu propia tumba.

Se levanta y toma el maletín, se voltea, sigue tensa, no es para menos.

― Te notificaré cada novedad del caso.

― Es lo justo.

― Ahora debo irme.― camina hacia la puerta.

― En una semana espero ver resultados positivos.― tomo mi copa entre los dedos y miro en su dirección.

― Nunca te he fallado, esta no será la excepción.

Damos por terminada la conversación, sale con su maletín en manos, Kate es ambiciosa, no iba a desaprovechar una oportunidad como esa, solo estaba practicando el papel de intachable, me conviene que capture a Atenea, para mí es fácil mover fichas desde mi lugar, así nadie sospecha de mí.




Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora