única parte. !

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Cada 21 de septiembre Haerin esperaba pacientemente los tres toques en su puerta que indicaban la llegada de la bonita australiana. 

Para casi todas las personas que Haerin conocía recibir flores en un día de septiembre era una completa estupidez, menos para su hermana mayor, Minji, para ella significaba un lazo especial en su noviazgo con Pham Hanni. Desde entonces Haerin había esperado que llegara el día en el que su persona destinada le regalara flores amarillas porque no sólo significaba mucho en su vida sino también porque significaba el inicio de la primavera, su estación favorita.

21 de septiembre, 2017.


Una pequeña Haerin de apenas 11 años se encontraba en la comodidad del sofá de la sala mientras veía su programa favorito. Aquel jueves estaba siendo igual que los días anteriores, un día monótono de sus vacaciones de verano. 

El bullicio de la gente la desconcertó un poco y, a duras penas, se acercó a la ventana para mirar un poco lo que le desconcentraba tanto. Un camión de mudanza, varios hombres de entre 30-40 años cargando cosas mientras ingresaban a la casa que anteriormente era habitada por una anciana que, lamentablemente, murió de un infarto y tiempo después su casa estuvo en venta. Lo que captó su atención por completo fue aquella niña que estaba a un lado, ni siquiera dentro de la casa. Al parecer no era coreana, al menos por sus facciones y los tiernos lunares que adornaban su rostro. 

Haerin decidió no indagar más y volvió a lo suyo. Se sentó frente a la mesita y tomó varios de sus marcadores sólo para dibujar pequeñas flores de color amarillo sobre su blanquecina piel. 

No sabría decir con exactitud cuánto deseaba que, por primera vez, le regalaran flores y más si eran amarillas. Su hermana mayor cada 21 de septiembre le regalaba ese tipo de flores a su novia y la expectativas de Haerin, de alguna manera, se elevaron.

— ¡Haerin-ah! —La voz de su madre irrumpió en sus pensamientos. Se levantó y atendió al llamado yendo hacía la cocina— Prepárate, iremos a darle la bienvenida a los nuevos vecinos...   ¡Oí que tienen una hija de tu edad! —Anunció con una sonrisa. Eso sí que era algo característico de la señora Kang, siempre mostraba una sonrisa incluso cuando no estaba bien y Minji era cómo su retrato sí de actitud se hablaba, en cambio; Haerin mostraba esa expresión seria y sus orejitas se levantaban cuando algo le emocionaba. 

Haerin asintió y subió con cierta pereza a su habitación. Con cuidado, cepilló su cabello y se colocó un beanie de color amarillo. Cuando bajó, su madre ya estaba esperándola en la puerta con una canasta envuelta en una bolsa y atada con un lazo rojo. 

— Haerin-ah, lleva esto por mí —La mencionada volvió a asentir y cómo pudo sostuvo el regalo entre sus (no tan) pequeños brazos.

Una vez salieron de la casa, se dirigieron directamente a la casa habitada por los extranjeros. La señora Kang dio tres golpes a la madera de manera sutil, hasta que una mujer con rasgos asiáticos las atendió.

— Ustedes deben ser las vecinas de la casa número 03... Los Kang ¿verdad? —preguntó, con cierta duda en su tono. La señora Kang asintió y casi de inmediato, la bonita mujer las dejó pasar.

Entre pláticas y varias tazas de té Haerin bufó por la bajo, acomodándose en aquel sillón y acariciando las pequeñas flores que previamente había dibujado sobre su piel.

— Oh... ¡Danielle, ven aquí! —La mencionada atendió al llamado de su madre, ingresando a la sala— ¿Por qué no te llevas a la pequeña Haerin a tu cuarto?

Y ella sólo asintió, volteando a ver a Haerin en busca de aprobación. Kang miró a su madre buscando ayuda, de alguna manera, en sus ojos recibiendo también la aprobación de esta. No tuvo otra opción que terminar aceptando mientras sujetaba la mano de la australiana hasta subir a su habitación.

flores amarillas ✶ daerin os.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora