Salgo de la habitación corriendo para dirigirme a los ascensores. Justo uno de ellos se abre, aprieto el paso y antes de que cerraran las puertas logro entrar, sin tiempo que perder presiono el botón de la planta baja, la del parqueo. La desesperación me invade y descargo mi energía sobre el mismo botón del ascensor una y otra vez hasta que una voz me detiene.
- Lo romperás.
Me giro sobre mi propio eje para ubicar a un chico apoyado a la pared del ascensor, creí que estaba sola, no me percaté de su presencia hasta justo en el segundo en que interrumpe mi momento de estrés e impotencia.
- ¿Qué?
- El botón, lo romperás.
- Ya.
- Bonito atuendo.
Revisé mi ropa que tampoco me había detenido a repasar antes de salir disparada de la habitación del hotel. Madre mía, pero... ¿Qué llevaba puesto? ¿No tenía un pijama más decente que ponerme?
- ¡Oh dios mío! - cubrí mi cuerpo como pude con mis brazos.
- Toma esto - sentí como mis hombros fueron los primeros en ser protegidos por el frío del cubículo con una chaqueta - ya veo que estás tan asombrada como yo de que vayas así.
- ¡¿Qué esperabas?! ¡¿Que fuese del tipo de chica que le gusta ir por allí exhibiendo su cuerpo?!
- Bueno - levantó ambas manos en señal de paz - de nada.
- Sí - rodé mis ojos y regresé mi atención al frente - como sea.
El ascensor hizo una pausa dos plantas antes de la mía. Volví a revisar mi atuendo y sin pensarlo me volteé para abrazar como una tonta al chico de la chaqueta, por suerte quienes sean que se iban a subir al elevador decidieron ya no hacerlo, lo que habrán pensado lo puedo imaginar, y la verdad era mejor así. Las puertas se cerraron para seguir su marcha y yo dejé libre el cuello del chico que ya tenía una sonrisa plantada en el rostro.
- Parece que esto te divierte - le dije cada segundo más picada.
- Parece que a ti no.
Las puertas una vez más se abrieron pero esta vez en mi planta y me dispuse a salir.
- Pues no, no veo qué tiene de divertido.
Y así sin más me perdí de su vista para ir tras el imbécil que creía se iría viéndome la cara de idiota.
- ¡Hey tú, idiota! - grité haciéndome eco en ese inmenso parqueo.
- Pero... - no, aún no te asombres, aún no llega lo mejor - tú... ¿Qué...?
- Que ¿Qué hago aquí? - me acercaba cada vez más furiosa a su chatarra de auto - no te preocupes que vine a mostrarte.
Divisé un extintor contra incendios de camino y no dudé en ir a por él. Regresé frente al idiota con una sonrisa que estoy segura decía todo de lo que sería capaz de hacer, lo sé por la cara de cagado que había puesto el muy cobarde.
- ¿Qué... qué vas a hacer?
- Oh, esto - dejé caer la chaqueta a mis pies cuando con un impulso levanté el extintor y lo golpeé sobre su chatarra una y otra y otra vez.
- Noooooooooooooooo - lloriqueó - ¡¿estás loca?!
- ¡¿Tú por intentar verme la cara de tonta o yo por demostrarte de lo que puedo ser capaz de hacer?!
- Definitivamente estás loca.
- No sabes cuánto - sonreí - si no quieres que las consecuencias sean peores, más te vale devolver cada centavo de lo que robaste.
- ¡¡¿Te has vuelto loca?!! Yo no he robado nada.
- Esa pregunta ya la hiciste, creía que ya sabías la respuesta - volví a golpear su auto pero esta vez desde el frente destrozando incluso sus cristales.
- ¡Ok!, ¡ok!, ¡ok! Aquí tienes tus joyas - sacó del bolsillo de la chaqueta mis joyas.
- ¿Algo más?
- Lo-lo demás prometo devolvértelo pero...
- Pero nada, quiero todo de regreso a su lugar ahora mismo - arrastré el extintor por el suelo mientras me acercaba a él.
- Vale, vale, ya-ya lo estoy haciendo.
Tomó su móvil comenzó a escribir y en cuestiones de segundos volteó su celular para mostrarme la transferencia realizada exitosamente.
- Eso es, chico listo.
- ¡Aléjate de mí! Estás como una cabra.
- Claro que sí, adelante, regresa a casa y que sepas que si tan solo un centavo me falta tú serás el culpable.
- Lo he devuelto todo, no falta nada.
- Claro, de eso estoy segura - retrocedí unos pasos.
Giré mi cabeza para contemplar mi obra maestra y Dios, sí que destrocé esa vieja chatarra.
- Toma - le lancé las llave de mi auto - puedes llevarte mi auto, no lo necesitaré más si con ello logro que desaparezcas de mi vista.
- Gra-gracias - dudó en aceptarlas en su inicio hasta que vio que me giré para regresar adentro del hotel.
Ubicó el auto, corrió hacia él, se montó y salió disparado de allí como si hubiese visto al diablo. La verdad, podría decirse que sí lo vio.
Cuando iba a llamar al ascensor casualmente este se abre dándole salida a una elegante señora mayor. La función recién comienza.
- Por favor, ayúdeme - comencé a sollozar hasta caer de rodillas ante la dama.
- ¡Por el amor de Dios! Querida, ¿Qué sucede? - me atrapó por los brazos intentando sin fuerzas ayudar a levantarme del suelo.
- Me acaban de robar mi auto, un idiota se acaba de llevar mi auto - sollozaba - me ha engañado y se ha robado también el anillo de oro de mi abuela, es... - sollocé otra vez - es muy importante para mí.
- Oh querida, tranquila, llamaremos a la policía - buscó en su caro bolso el celular con manos temblorosas - te aseguro que lo encontrarán.
- Gracias - dejé escapar una lágrima.
- Tranquila pequeña - colocó un brazo alrededor de mis hombros y comenzó a frotarlos mientras marcaba a la policía - pobrecilla.
Ahora sí desaparecerás de mi vista, idiota.
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Rivales
Teen FictionLas cosas no siempre son como parecen ser. Lucrecia y Bryan son dos personas muy diferentes... o quizás no... la verdad es que tienen muchos secretos que harán que revolucionen la vida del otro. Sus engaños, pasiones, rivalidades, misterios y más, h...