XIV

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Intenté hacerlo de la forma más pacífica posible, pero los hombres de vez en cuando se vuelven un poco animales y no entienden con palabras. No puedo decir que todo se salió de control, pues realmente fui preparada para que algo así si pasaba no me tomara por sorpresa, pero igual me queda la tranquilidad de que puse de mi parte.

- ¿Qué demonios significa esto?

- Buen día, imagino que usted no sea el jefe – dije tranquila sentada a la barra del bar en el que había armado todo el desmadre.

- ¿Cómo...? – su cara desconcierto era todo un show – ¿Qué le has hecho a mis hombres?

- Nada grave, lo prometo – bebí lo que quedaba de mi copa.

- Eres una... – me apuntó con su arma mientras yo alzaba la imagen de Bryan en la pantalla del teléfono celular.

- Baja el arma – un hombre trajeado que se encontraba hasta hace unos segundos detrás del brabucón, puso su mano sobre el hombro de este – si estás aquí mostrando esa foto es porque sabes que tienes un botín muy valioso en tus manos.

Hasta hacía solo unos segundos todo era risas para el señor trajeado, al parecer le divertía ver a todos esos hombres tendidos de dolor en el suelo por causa de una mujer. Sin embargo, fue ver aquella foto y su rostro se volvió sombrío y centrado. Sabía que era el hombre que estaba buscando, el mismo hombre que estuvo afuera de la casa de Bryan llamándole por el tonto nombre de Marcos.

Mi plan seguía marchando según lo planeado.

- ¿Cuál es tu precio? – preguntó el trajeado.

- Desaparecerlo.

- ¿Despecho? – indagó divertido.

- Cuentas por saldar – sonreí.

- Tuvo que haber sido un gran golpe – insistió.

- Bueno, debe ser tan grande como el que le propició a usted para ambos desearlo bajo tierra – el señor trajeado que comenzaba a convertirse en el señor bufón carcajeó, yo mantuve mi irónica sonrisa.

- Me agradas.

Me acerqué con un papel doblado en la mano y el otro tipo volvió a desenfundar el arma. Al pasar por el lado de ellos le tendí el papel diciendo:

- Ahí encontrará lo que busca – continué mi paso hacia la puerta.

Antes de llegar le escuché decir al trajeado:

- ¿Por qué no lo hace usted misma cuando sola fue capaz de acabar con todos mis hombres?

- Digamos que tengo cosas más importantes de las que ocuparme – respondí sin voltearme –, si sigue al pie de la letra todo lo que dice en el papel, le aseguro que no tendrá problemas para capturarlo.

Ya estaba casi todo hecho de mi parte, solo debía dar un último paso, el definitivo, el que aseguraba mi victoria.

Al salir del hotel donde decidí hospedarme hasta terminar con mi plan, me detuve a realizar una llamada más que importante desde un teléfono público. Tomé una bocana grande de aire, marqué los números y al escuchar la voz al otro lado de la línea pregunté:

- ¿Todo bien?

- Todo según el plan, ya salió del gimnasio y está camino al mismo mercado de siempre.

- Bien, ya puedes retirarte de allí.

- ¿Algo más que necesite?

- Es todo por ahora, si llego a necesitarte nuevamente, entonces te llamaré.

- Ok.

- Puedes buscar el dinero donde acordamos, espera por ti.

- Es un placer hacer negocios con usted.

- Lo mismo digo.

Colgué y me dispuse al encuentro tan esperado. Casi lo conseguía, solo un poco más y nada habría sido en vano, un poco más y lograba dejar verdaderamente el pasado en su lugar.


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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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