Capitulo 1

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[Reencarnación... ¡Error! ]

[Reencarnación... ¡Error! ]

[ ¡Error! ][ ¡Error! ][ ¡Error! ][ ¡Error! ][ ¡Error! ][ ¡Error! ]

[ Buscando una alternativa... ¡Encontrada! ]

[Empieza a mover al anfitrión hacia un cuerpo compatible...]

[Número de coincidencias encontradas - 0]

[Alternativa... Elegir un cuerpo aleatorio de los recuerdos del usuario...]

[Número de coincidencias encontradas - 1]

[Se ha iniciado búsqueda de un mundo de inicio para el usuario... ¡Exitoso! ]

[Crear un trasfondo falso para la vida del usuario... ¡Exitoso! ]

[Trasplantando el alma del anfitrión... ¡Exitoso! ]

[ Adquirir las habilidades requeridas... ¡Exitoso!]

[ Trasplantando información básica de las habilidades adquiridas... ¡Exitoso!]

[Solicitud de permiso para comenzar la aventura: Si/No.]

[No se recibió respuesta]

[ Buscando una alternativa... ¡Encontrada! ]

[Alternativa... Respuesta afirmativa silenciosa]

[Aceptado]

[ ¡¡¡ERROR!!! ¡¡¡ERROR!!! El sistema falla debido a problemas de compatibilidad]

[El sistema se pondrá en pausa asta previo aviso]

...
...

Lo primero que vi al despertar fue un techo desconocido. Giré la cabeza y miré alrededor de la habitación. Mis cejas se arquearon en confusión. Sabía que algo no iba bien. En primer lugar, no había abierto los párpados y, de alguna manera, ya podía ver. Pero la visión era extraña, como si estuviera mirando a través de una cámara termográfica de alta resolución. Fue jodidamente extraño.

Mis pensamientos estaban lejos de ser tranquilos, como lo estarían los de cualquiera que se encontrara en una habitación desconocida. La estancia era grande, con dos filas de diez literas, lo que sugería que estaba destinada para albergar a una multitud.

¿Un campo militar? Bueno, parecía lo suficientemente parecido, pero no veía a ninguna persona gritándome que me levantará temprano ni uniformes de camuflaje, lo que descartaba la idea.

Las paredes eran en su mayoría blancas y la habitación en sí estaba sombría, pero la luz de las ventanas la iluminaba lo suficiente como para que todo fuera claramente visible.

'¿Me secuestraron o algo así? Tal vez... estoy en un centro comunitario' , reflexioné, aunque dudaba de la idea. No había forma de que terminara en un lugar como este. Para empezar, no era ningún vagabundo. Vivir con mis padres a los 18 años aún se consideraba normal. Bueno... eso creo.

Sin embargo, preferí calmarme en lugar de entrar en pánico. Al menos no había despertado tras las rejas de una comisaría por evasión de impuestos.

Pero un extraño sentimiento me decía que había olvidado un evento bastante importante que me había traído hasta aquí.

Me senté, todavía sintiéndome un poco entumecido. Sacudí la cabeza y me estiré un poco en la cama. Estaba tomando mi secuestro bastante bien, tal vez se debía porque no desperté atado. Eso, o simplemente mi cerebro aún no procesaba lo que me estaba sucediendo.

Fue entonces cuando escuché risas y gritos de niños provenientes de afuera de la ventana. Observé la habitación con más atención y noté que las pertenencias y detalles personales en las literas pertenecían a niños. Había peluches, libros de cuentos y dibujos en las paredes. La habitación tenía un ambiente infantil que era completamente ajeno.

'¿Esto es un orfanato? ¿Cómo había llegado aquí?'

Las preguntas se amontonaron en mi mente mientras continuaba tratando de comprender mi situación.

Decidí abrir mis ojos por primera vez desde que desperté, y para mi sorpresa vi el mundo de una forma diferente. Todo era más claro y detallado. Diablos, podía ver a una hormiga desde el otro lado de la habitación con una claridad asombrosa. Esto era jodidamente extraño. La última vez que revisé, necesitaba lentes para ver mejor, pero incluso eso no bastaba para tener una vista tan buena. Las cosas se volvían más extrañas con cada momento que pasaba. Quise tallar mis ojos, pero en el proceso, vi mis manos.

'¡Mis manos! son... son pequeñas...', exclamé en mi mente, asombrado por la vista de mis propias manos, que ahora eran mucho más pequeñas de lo que deberían ser. No pude evitar mirarlas con asombro y confusión. ¿Qué demonios estaba pasando aquí? guardar la calma ya no funcionaba.

Decidí investigar más y me incorporé de la cama. Me balanceé un poco antes de lograr ponerme de pie. Miré a mi alrededor, sintiendo que algo era terriblemente incorrecto. Las camas eran bajas, la habitación era más grande de lo que había pensado en un principio, pero lo más extraño era que todo estaba a la altura de un niño.

Fue entonces cuando noté un espejo en la pared. Con pasos inciertos, me acerqué al espejo y me miré en él. Lo que vi me dejó sin aliento. En el reflejo, no estaba yo. No era mi rostro. En cambio, Era un niño de aproximadamente diez años.

Mi cabello era blanco como la nieve, cayendo en mechones sueltos sobre mi frente. Mi piel era pálida, casi como porcelana, y contrastaba con el cabello blanco. Pero lo que realmente me impactó fueron mis ojos. Eran de un azul intenso, un azul que parecía reflejar el cielo mismo. Eran ojos sorprendentemente hermosos, pero también extraños.


"¡¿Qué demonios?! "

Me detuve por un segundo al escuchar mi voz, el idioma en el que mis palabras salieron me volvió a sorprender. lo único que lo sacó de mi estupor fue el sonido de mi propio corazón latiendo rápidamente.

"¡No...Me jodas. Japonés perfecto!."

Hable en japonés, incluso mi voz era claramente diferente, no es que tuviera una voz aguda antes, pero ahora era definitivamente más joven y frágil.

Miré a los ojos del niño en el espejo, tratando de encontrar alguna pista, alguna explicación. Pero no hay nada.

Una vez que agoté las posibles explicaciones lógicas, mi mente comenzó a divagar hacia teorías más extraordinarias. ¿Estaba atrapado en un isekai? No era ajeno a la cultura japonesa, incluso se me podría tachar de otaku. Por lo tanto, no fue extraño contemplar esa posibilidad. Todo encajaba sorprendentemente bien. Mi nuevo cuerpo, mi extraño poder ocular y el orfanato en el que me encontraba parecían sacados de una novela o un anime.

*clac, clac, clac.*

Mi cuerpo se tensó cuando escuché pasos afuera de la habitación. Respiré profundamente, tratando de mantener la calma a pesar de la confusión abrumadora que me rodeaba.

Con paso sigiloso, me dirigí hacia la puerta y la entreabrí lo suficiente como para espiar el pasillo. Vi a una mujer joven con un cabello largo y oscuro caminando hacia la habitación. Su rostro parecía sereno, y llevaba un uniforme que indicaba que era parte del personal del orfanato.

"¡Ah, estás despierto! "dijo la mujer con una sonrisa amable al verme en la puerta. Parecía no haber notado mi estado de alerta o la confusión que reinaba en mi mente.

"¿Cómo te sientes hoy, Satoru? "

Mis ojos se abrieron con asombro ante ese nombre. "Satoru". Ese nombre resonaba en mi cabeza como una campana. Mi mente hizo clic, como si las piezas de un rompecabezas se hubieran encajado de repente. Mi cabello blanco, la forma de mis ojos, mi extraña visión, todo parecía indicar que yo había transmigrado en el cuerpo de Gojo Satoru. Tragué saliva, tratando de recuperar la compostura. Asentí, tratando de parecer tranquilo, aunque mi mente estaba en completo caos.

"Me siento bien, gracias", musité, tratando de mantener una voz tranquila, a pesar de la ansiedad que me invadía. La mujer asintió satisfecha y se inclinó para acariciar mi cabello blanco.

"Eso es bueno escucharlo, Satoru. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo." Con eso, se dio la vuelta y se alejó por el pasillo. Cerré la puerta lentamente, y me agarré la cabeza, abrumado por la confusión que me embargaba. Solo una palabra parecía describir adecuadamente mi situación:

"¡Oh... Mierda!".

Soy Satoru En My Hero Academia Y Más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora