Hoy era el día. El momento en el que demostraría a mí misma que las etiquetas del pasado no marcarían mi futuro. Con firme determinación, estaba resuelta a ser más abierta y sociable, a hacer nuevos amigos. Llegué temprano al instituto, ansiosa por empezar con buen pie.
Sin embargo, la vida tiene una forma peculiar de sorprenderte cuando menos lo esperas. Al entrar al aula, tomé un asiento en el centro. Quizás no fue la elección más acertada dada mi estatura; no es habitual ver a alguien tan alto en un salón de clases. Pero, en mi defensa, era uno de los pocos sitios libres. Pronto noté que, al parecer, la mayoría de los estudiantes ya se conocía entre sí. Supuse que era fácil hacer amistades en un instituto que va desde la primaria hasta la secundaria en un mismo recinto.
No conocía a nadie, pero estaba decidida a no dejar que eso me detuviera. Decidí que me concentraría en hacer amigos. Justo en ese instante, el profesor de inglés decidió comenzar la lección. La interacción que sigue sucedió en inglés, pero la traduciré para ustedes: "Buenos días, chicos. Hoy nos presentaremos ya que tenemos 3 nuevas compañeras en clase. Esto nos dará una oportunidad para conocernos mejor", dijo el profesor. Lo único que pude pensar fue: "¡Oh, no!"
Hasta ahora no les he mencionado mi nombre, pero debido a cómo está ordenada la lista y a mi apellido, me tocó presentarme en segundo lugar. "Buenos días, mi nombre es Holly Armstrong, pero pueden llamarme simplemente Holly o como prefieran. Soy nueva aquí, obviamente." Internamente me reprendí: 'Holly, obviamente ya saben eso'. Continué, "Juego al baloncesto y he estado en este deporte por varios años. Me mudé desde bastante lejos. Si alguien necesita ayuda con algo, estaré encantada de ofrecer mi mano".
No sé si fue porque pasé toda mi vida en un instituto donde nos obligaban a hablar inglés 24/7 o simplemente porque aprendí el idioma excepcionalmente bien, pero mi pronunciación y fluidez eran impecables. No tenía acento al hablarlo, y esto pareció sorprender a mis compañeros, quienes me observaban fijamente, como si hubieran presenciado algo extraordinario. "Oh, Jessica tiene competencia en inglés", comentó alguien en voz baja.
No tenía idea de quién era Jessica, ni por qué supuestamente estaría en "competencia" conmigo. Sin embargo, a medida que continuaron las presentaciones, comprendí la reacción. En este instituto, no era común que alguien tuviera el nivel de inglés que yo demostraba. Si tuviera que compararlo con un videojuego, ellos estarían en el nivel 10, mientras yo me encontraba en el 100. Y justo cuando pensé que evadiría el estigma de ser la "rara", sentí cómo mis mejillas se teñían de rojo.
Desvié la mirada, intentando encontrar un punto neutro en el salón y, al hacerlo, mis ojos se encontraron con los de una chica de piel morena y rizos negros brillantes. Me miraba con intensidad, y al cruzar miradas, hizo una mueca cómica. Por alguna razón, mi respuesta instintiva fue imitar su expresión. Esto la hizo reír, interrumpiendo la dinámica de presentaciones. El profesor, con un tono de leve irritación, le reprendió: "Valentina, deja de distraerte y de distraer a los nuevos estudiantes. Concéntrate en las presentaciones."
Ella asintió, aunque su sonrisa juguetona seguía intacta. A pesar del pequeño incidente, decidí que esta vez no dejaría que el título de "la rara" me afectara como en el pasado.
La clase terminó rápidamente, y antes de que pudiera levantarme de mi asiento, Valentina ya estaba frente a mí.
"¿Holly, cierto?", preguntó.
"Así es", respondí, asintiendo con la cabeza.
"Soy Valentina. No pude evitarlo, pero, ¿te gustaría comer conmigo y mis amigas durante el almuerzo y los recesos?", ofreció. Estaba sorprendida, pero gratamente. Alguien quería ser mi amiga en el primer día.
"Me encantaría", dije con una sonrisa genuina.
Eso provocó que Valentina sonriera de oreja a oreja. Tomó mi mano y me condujo hacia una mesa de cemento en el área de recreación del instituto. "Holly, ellas son Valeria, Krystal y Karin", dijo, presentando a cada una. "Chicas, ella es Holly, y la he invitado a unirse a nosotras", añadió señalándome.
"Es un placer", dije, tratando de parecer lo más relajada posible. Todas asintieron con amabilidad y me dieron la bienvenida.
La conversación giró en torno a una chica llamada Eva. Por la manera en que hablaban de ella, cualquiera hubiera pensado que había fallecido. Sin embargo, no quise intervenir, por temor a decir algo incorrecto.
De repente, Valentina consultó su reloj y exclamó, "¡Chicas, miren la hora! La siguiente clase es biología con el profesor Mateo. ¡Ese hombre cierra la puerta siempre!" Sin perder tiempo, todas se levantaron y corrieron hacia el aula. Desconcertada, también me puse en marcha detrás de ellas, pero en mi prisa, choqué contra alguien.
"¿No ves por dónde vas?", dije antes de poder detenerme.
Sin embargo, una voz profunda y calmada respondió, "Suelo estar atento, pero no esperaba que alguien me atropellara en el pasillo." Al levantar la mirada, me encontré con un joven notablemente alto, de cabello rubio y ojos claros.
"Lo siento, es que tengo clase con el profesor Mateo", traté de explicar.
Sonrió levemente y señaló la puerta cerrada del aula. "Parece que ya llegaste tarde."
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Conociendo Saturno
FanfictionAntes de conocerlo, mi vida era sencilla, o al menos tan sencilla como la vida de una adolescente de 15 años puede ser. En ese momento, no comprendí lo que realmente implicaría conocerlo, amarlo y eventualmente, odiarlo. Lo que jamás imaginé fue tod...