Estaba sentada en esa mesa, intentando comer sin morir de vergüenza. Sentía que él observaba cada uno de mis movimientos. Pero tal vez todo estaba en mi mente porque cada vez que miraba hacia él, parecía estar prestando atención a la conversación en la mesa. Para mí, todo sonaba como "bla, bla, bla", ya que estaba atrapada en mis propios pensamientos. Sin embargo, alcancé a escuchar algo que me hizo reír, y lo hice. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos cafés y su pelo rubio medio risado... Dios, ¿qué has hecho poniendo a este hombre en mi camino?
En ese momento, no sé qué me pasó, pero de repente me quedé en silencio. Simon notó mi cambio y me preguntó: "¿Te encuentras bien? Has dejado de reír..."
Tragué con dificultad, aunque mi mirada seguía fija en la suya. En mi mente, me dije a mí misma: "Di algo, Holly. Cualquier cosa. ¡Responde!"
"Sí, claro", dije finalmente, recordando cómo el profesor me había regañado temprano en la mañana. "Solo pensaba en algo no gracioso que me pasó antes."
"El profesor te regañó", dijo él, no sorprendido. "Te lo dije."
Sonrió mientras me miraba de arriba abajo y mordía ligeramente su labio inferior. ¿Quizás, en ese momento, no sabía mucho, pero esto debía ser una señal clara de que le gustaba, ¿verdad? O tal vez todos los chicos atractivos eran así... increíblemente coquetos...
Esta acción por su parte hizo que mis mejillas se ruborizaran como tomates maduros. Una sonrisa se formó en mi rostro mientras seguimos intercambiando miradas. Entonces, él se acercó y susurró en mi oído: "Tienes una hermosa sonrisa. No sabía que tenías hoyuelos..."
Esto provocó una sensación en mi cuerpo que nunca antes había experimentado, un calor increíble. Este chico tenía un efecto en mí que no podía ignorar. Y todo lo que habíamos hecho hasta ahora fue chocar.
En un impulso de locura, o quizás impulsada por las hormonas adolescentes, le susurré de vuelta: "No tanto como la tuya." Esperaba que él entendiera. Mi cuerpo estaba lleno de nerviosismo.
En ese momento, Simon sonrió de oreja a oreja. Tenía una sonrisa que podría cautivar incluso a una diosa griega. La cantidad perfecta de coqueteo y felicidad se reflejaba en ella. Sin embargo, en ese instante, Krystal interrumpió nuestra vibra preguntando: "¿Por qué se sonríen tanto? ¿De qué están hablando?"
"¡No los molestes!" exclamó Valentina en voz alta. "Claramente se gustan", añadió.
Esto hizo que su piel, que por cierto era tan perfecta como la porcelana, se tornara del mismo rojo que él me había provocado hace solo unos momentos. "¡Ay, pero si hacen una linda pareja", añadió Karin. Esto hizo que mis mejillas volvieran a adquirir ese mismo tono. No estaba acostumbrada a ser el centro de atención, y esto me parecía tan extraño como si estuviera viviendo una de esas películas adolescentes. Pero esto no era una película; era mi vida, era real.
"Basta chicas, la están poniendo nerviosa", dijo Simon en un tono que solo podría describir como nervioso, igual al que estaba sonando en mi cabeza en ese momento. Él me miró y seguramente notó mi incomodidad. Luego, frente a todos, me propuso: "¿Y si mejor caminamos un rato? Todavía tenemos tiempo antes de la clase."
"Claro que ella acepta", dijo Valentina, dándome un suave empujón en el hombro. Yo simplemente asentí con la cabeza. Simon extendió su mano para ayudarme a levantarme del asiento.
"¿De qué se habla con el chico que te gusta?", pensé. No era como si simplemente pudiéramos caminar sin hablar.
"No tienes que estar nerviosa, no les hagas caso", dijo como si pudiera leer mis pensamientos. Más tarde aprendería que nunca he sido capaz de ocultar lo que pienso, ya que mis expresiones faciales no ayudan en nada, pero en ese momento, lo sentí como brujería.
"Claro que no", dije nerviosa, "cuentame más de ti".
Simon sonrió al escuchar mi pregunta. "¿Qué quieres saber?" dijo.
"Podemos empezar por cómo sabías que el profesor me dejaría afuera de la clase unos minutos..." dije, riendo como si fuera un chiste.
"Bueno, algo que debes saber de mí es que no soy la persona más puntual del universo, y el año pasado me tocó con él. Me dejó afuera de su clase innumerables veces..." dijo, riendo.
"Ahora me toca preguntarte a ti... ¿por qué nunca te había visto antes?" dijo Simon.
"Bueno, soy nueva. Nos mudamos de la costa a la ciudad debido al trabajo de mi papá, y este colegio fue una de las pocas recomendaciones que recibimos en el proceso de reclutamiento."
"Reclutamiento", dijo Simon, levantando una ceja en señal de pregunta.
"Sí", respondí, "reclutamiento de baloncesto..."
Y así continuó nuestra conversación durante varios minutos hasta que nos dimos cuenta de que todos los pasillos estaban vacíos y llegábamos tarde de nuevo a clases...
"Oh no, otra vez... perderé mi beca antes del segundo día de clases a este paso", dije preocupada.
"No, si yo tengo algo que ver con eso...", dijo Simon, susurrando, "sígueme la corriente." Yo asentí con la cabeza.
Simon me levantó en sus brazos y me llevó a la enfermería.
"Ayuda, ayuda", dijo de manera dramática. "Se cayó y se golpeó la cabeza, y no se despierta."
De inmediato supe lo que tenía que hacer. Cerré los ojos y relajé mi cuerpo.
La enfermera parecía preocupada y me puso algo en la nariz, lo que me hizo abrir los ojos de inmediato.
"¿Qué pasó?", pregunté confundida. No entendía lo que estaba ocurriendo.
"Estás bien", me dijo una dulce señora. "Tu novio te trajo luego de que te desmayaste", señalando a Simon.
Simon me miró sonriendo, su rostro estaba tan rojo como cuando las chicas nos molestaron antes.
"Oh", dije, seguramente tan roja como un tomate.
"¡No se preocupen! Les daré una nota para sus profesores", dijo la enfermera con amabilidad. "Quédense aquí un rato para que recuperes tus fuerzas."
Ella lo había llamado "mi novio", y él no la corrigió; simplemente se sentó allí y aceptó. ¿Significaría eso que tengo una oportunidad con él?, pensé.
Simon se levantó de su asiento y se acercó para susurrarme, "¿Cómo sigues de la cabeza, amor?" Lo dijo de manera sarcástica, a juzgar por su tono, pero eso solo provocó una risita de mi parte.
"Oh, vaya, te veo mucho mejor", dijo la enfermera al regresar al área de enfermería. "¿No crees que está mejor?", le preguntó a Simon.
"La veo preciosa, como siempre", respondió él, como si nos conociéramos desde hace años.
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Conociendo Saturno
Fiksi PenggemarAntes de conocerlo, mi vida era sencilla, o al menos tan sencilla como la vida de una adolescente de 15 años puede ser. En ese momento, no comprendí lo que realmente implicaría conocerlo, amarlo y eventualmente, odiarlo. Lo que jamás imaginé fue tod...