2'Reglas.

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Karina Brown#.

—Recuerdas las reglas, 1506 —me dijo el guardia cuando estaba parada a un lado de la puerta esperando a mi dueño, baje mi cabeza dándole a entender que las recordaba perfectamente, sin embargo sabía que me las repetiría:

Número 1, la más importante de todas: obedecer sin importar qué, así te hagan comer excremento tienes que hacerlo.

Número 2: él decidirá tu nombre, y a apartir de ese momento te llamarás como él te lo indique.

Número 3: no tienes derecho a hablar con más nadie que con tu dueño y solo cuándo él te lo pida.

Número 4: siempre manten la cabeza abajo, no hagas contacto visual con nadie, absolutamente nadie, ni siquiera con tu dueño o te verás en graves problemas.

Número 5: no dejes que nadie escanee el código tatuado en tu brazo izquierdo, solo tu dueño tiene derecho de eso a partir de ahora en adelante.

Número 6: si alguien te acosa hazle saber a tu dueño, si él no le importa no hagas nada en contra de esa persona, no eres nadie para hacer algo.

Número 7: recibe cada castigo que te den, sea morboso o no, simplemente obedece sin rechistar un solo segundo.

Y por último la regla número 8: ni se te ocurra desobedecer alguna de estas reglas o te matarán sin siquiera dudarlo, ¿entendido?

Asentí levemente sin apartar mi vista del suelo.

—Hora de irnos —esa voz profunda de nuevo resonó a mi espalda poniéndome los pelos de punta.

Salimos de aquel lugar donde estuve durante tanto tiempo, afuera ya estaba oscureciendo mientras el viento soplaba calandose en mis huesos.

—Sube —me ordenó mi dueño, alce ligeramente la mirada hacia el gran auto frente a mi.

Uno de los hombres que estaban a nuestro alrededor abrió la puerta y yo me subí, me deslice por el asiento de suave textura respirando un perfume de hombre demasiado fuerte. Coloque las manos en mi regazo entrelazando mis dedos y fije la vista ahí durante todo el camino hacia donde sea que fuéramos, él por otro lado se sentó a mi lado con varios centímetros de distancia mientras tocaba repetidas veces un pequeño aparato en sus dedos.

Tenía la pequeña esperanza de que mi dueño no fuera tan cruel conmigo, es algo tonto lo sé, pero se vale soñar de vez en cuando. Me daba curiosidad saber que nombre me pondría, o si me llamaría por mi número de código o tal vez, y solo tal vez me pregunte mi nombre.

Durante el viaje me puse a pensar en mi madre y en mi hermano, en qué será de ellos, si están vivos o no, si ya fueron comprados, si estarán sufriendo y si pensarán en mi como yo pienso en ellos todo el tiempo.

Horas más tarde cuando ya sentía mis ojos pesados y dolor en mi cuello el auto se detuvo, primero se bajo él y luego me indicó que yo lo hiciera.

La verdad me esperaba una gran mansión que ocupara por lo menos 3 manzanas completas pero la verdad vi algo más... sencillo. La casa era impresionante, si, pero no fue para nada lo que esperaba. Se encontraba en una residencia donde todas las casas eran distintas pero con ese toque lujoso.

La casa de mi dueño parecía ser de 3 pisos, de colores gris, negro y blanco, había que subir una pequeña rampa para poder entrar, las puertas, por cierto, eran de vidrio muy altas, al igual que una ventana que tenía a la derecha, también se podía ver la entrada de un garaje.

Por dentro todo era caro obviamente, lo primero que veías era una pequeña recepción donde unos tipos trajeados con semblantes muy serios pedían los abrigos, incluso pidieron el mío, sí, el mío. Luego pude ver una sala de estar, muebles de cuero negros, una alfombra de pelos blanco y encima de está una mesa de cristal, a la izquierda habían dos puertas abiertas de par en par mostrando unas escaleras de madera en forma de caracol por la que iba bajando una pequeña niña vestida de pijama y abrazando un peluche. Respire profundo cuando unos recuerdos pasaron por mi mente como estrellas fugaces.

—¿Papi? —la vocesita infantil de la niña resonó por la estancia captando la atención de mi dueño. Él camino hasta ella rápidamente y la tomó en brazos empezando a subir rápidamente las escaleras, la niña le susurro algo al oído y me señaló con su pequeño dedo.

Exhale de golpe y quite la mirada al tiempo que mi dueño volteaba para mirarme, no aparte mi vista del suelo pero si escuché su voz.

—Llevenla al calabozo. —Sentenció y yo tuve que contener una respiración porque mis ojos se llenaron de lágrimas, pero eso de nada sirvió cuando sentí que una pequeña lágrima me recorrió la mejilla lentamente, su voz sonó de nuevo deteniendo a los hombres que eran sus guardeslpadas. —Esperen —dijo y escuche sus pasos venir hacia mí.

Me dí cuenta de que estaba frente a mí cuando vi sus caros zapatos relucir en mis ojos, su mano se deslizó por mi mentón y levantó mi rostro hasta la altura del suyo, su dedo recorrió mi mejilla lentamente limpiando todo rastro de lágrimas, sus ojos detallaron cada parte de mi rostro lentamente, se quedó en mis labios mucho más tiempo y cuando sentí que la tensión se podía cortar con una tijera clavo sus ojos en los míos de golpe. La respiración se me atasco en la garganta y juro que sentí como mi corazón se detuvo por unos segundos antes de empezar a latir con fuerza como si quisiera salirse de mi pecho.

Sus ojos azules eran como ver un océano infinito, lleno de esa paz y a la vez secretos que solo se pueden descubrir si decides adentrarte en sus profundidades. Me dí cuenta más tarde que había separado su mano de mi cara porque sentía la misma fría.

—¿Cómo te llamas? —preguntó, llene mis pulmones de aire con una profunda respiración antes de responder.

—Karina —respondi, —Karina Brown.

—Karina —repitió como si estuviera saboreando mi nombre en su lengua, trague saliva notoriamente, una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo al escucharlo decir mi nombre y entonces una punzada me recorrió el pecho cuando habló de nuevo. —Es el nombre más estúpido que he escuchado en mi vida, te quedaría mejor... ummm —se acaricio el mentón pensativo — malen'kiy gryzunpronunció con un marcado acento ruso, como si esa fuera su lengua de nacimiento, dio un paso hacia mi para cortar toda distancia que hubiera entre nosotros, su rostro a escasos centímetros del mío, podía respirar su caro perfume perfectamente.

>>¿Sabes lo que significa? —pregunta y yo negué lentamente con mi cabeza haciendo que nuestras narices se rocen levemente. —Es pequeño roedor —susurro, —te queda perfecto ¿no es así?

No pude responder, abri mis labios para hacerlo pero no pude, sentía como si mi voz me hubiera abandonado, apreté mis manos en puños cuando sus ojos bajaron hasta ahí, por instinto los humedeci y pude notar como apretó la mandíbula ligeramente.

—Llevensela —habló con la voz más gruesa que antes.

Sus guardeslpadas que habían estado presenciando todo aparecieron de nuevo, mi dueño dio un paso atrás y ellos me tomaron los por los brazos asegurándose de que no me moviera mucho, baje mi cabeza y deje que esos tipos trajeados me llevaran al calabozo.

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