• 2 •

87 12 0
                                    

Ashina blandía su espada una y otra vez, hiriendo a quien sea que se pusiera entre ella y el muelle por el cual escaparía. A su lado, sombrero de paja y su tripulación atacaban marine tras marine, buscando la salida al igual que ella. Aún sin conocerla, cubrían su espalda.
A unos metros de ella se encontraba el peliverde. Ashina sentía conocerlo. No sólo sus rasgos, su cabello; sino su voz. Sintió escalofríos al escucharla y de sólo cerrar los ojos, la llevó a una de las épocas más oscuras de su vida.
— ¡Ey! — gritaron a su espalda. Pero para cuando ella giró, una espada golpeaba en sus costillas haciéndola doblarse de dolor. Palpó con su mano y debió haber palidecido cuando vio que la sangre salía y salía a borbotones.
No podía parar. No debía parar.
Levantó nuevamente sus espadas y comenzó a repartir cortes a cualquiera que se acercara a ella. Pero sentía su fuerza disminuir. Definitivamente tantos días sin dormir ni comer le estaban pasando partido.
Cada minuto que pasaba, su vista se nublaba más y más. Las voces se escuchaban lejanas. Sabía que le hablaban a ella pero no entendía. 
Se sintió desvanecer y unos brazos la tomaron antes de que su cabeza chocara contra las calles de aquella ciudad.
Poco a poco, la negrura tomó sus pensamientos y ya no pudo reaccionar con ninguna parte de su cuerpo.

La pelirroja se había desmayado en brazos de su capitán, pero Zoro Roronoa seguía luchando con los marines que se amontonaban cada vez más, y les bloqueaban el paso hacia el muelle.
— ¡Zoro, libera esa zona!¡Debemos huir! — Le gritó Nami desde el otro lado.
Con un movimiento casi imperceptible Zoro desenvaino su tercer katana, y con un solo golpe libero el camino hacia el muelle. Corrieron con toda la velocidad que sus piernas daban, y de un salto Luffy los subió al barco donde los esperaban sus compañeros.
— ¡Chopper! ¿Dónde está Chopper? — gritaba el capitán con la desconocida en sus brazos. Las manos de Luffy estaban teñidas de rojo al igual que la remera de aquella.
Los demás en la tripulación se veían confundidos ante otra de las ocurrencias de su capitán; no era la primera vez que aparecía con alguien desconocido en el barco. De igual manera había permitido que Vivi, y ahora Robin, se quedasen. ¿Pero esa, una desconocida? No sabían quién era ni con quien estaba. Y se sumaba el hecho de que la marina también estaba persiguiendola a ella también.
Zoro sentía cierta familiaridad, pero no podia simplemente recordar de dónde.
Sus nakamas dejaban lentamente sus actividades para rodear a la chica en lo que llegaba el renito.
— ¿Cómo le ocurrió eso a la señorita-san? — Cuestionó la pelinegra observando con detenimiento la herida.
— ¿No habrás sido tú, Marimo? ¡Cómo eres capaz de lastimar a tan hermosa dama!
— ¿De qué carajos hablas, cocinero de cuarta? ¿Tienes algún problema si fui yo quien la hirió? ¡Terminarás peor que ella ven aquí!
Eran recurrentes las peleas entre los dos tripulantes, y más si se trataban de las molestias por parte del peliverde al amor que tenia Sanji con las mujeres.
Zoro no entendía como es que el estúpido cocinero se dedicara tanto a las mujeres, a conquistarlas y consentirlas si es que el tenía un sueño, y lo único que una mujer haría, es hacer que esos sueños se retrasen o incluso llegase a abandonarlos. El espadachín nunca podria peemitirse algo así. Renunciar a sus sueños por una simple mujer es algo que en su mente ni siquiera cabía. 

Bright || Zoro RoronoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora