★ Prólogo

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En el título blanco de grandes letras se asomaba el nombre "Simon Winter Dubois", altanero de conducta, en la oficina no había nadie que no lo conociera, competente para servir para lo que viene, él tenía el encanto en sus manos y la labia de un m...

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En el título blanco de grandes letras se asomaba el nombre "Simon Winter Dubois", altanero de conducta, en la oficina no había nadie que no lo conociera, competente para servir para lo que viene, él tenía el encanto en sus manos y la labia de un maestro, había trabajado con pacientes al borde del colapso, pues sabía muy bien como domar los delirios de uno mismo.
Tener una sesión con el era asegurar la salud y estabilidad mental, las secretarias lo adoraban, alardeaban de él, su carisma cautivaba a cada mujer que se le cruzara, ni siquiera tenías que ser mujer para caer en su poesía y la lírica de sus labios.
Winter mantenía su clínica psiquiátrica independiente, grande, de lúgubre pinta, fría, casi congelada, irónico para una personalidad tan cálida como la suya. Cerca de su escritorio de marrón color con un mantel azulejo se podía ver un piano gigantesco que dejaba mucho que sospechar sobre su excelente situación económica.

Lámparas de mármol colgaban del techo como si fuesen lunas en la noche, sus brillantes destellos iluminaban la sala de espera de la clínica psiquiátrica Winter Dubois. El sentado sobre su silla con aroma a cafeína leía atentamente totalmente fundido en el texto que el mismo había escrito, la luz del día y la noche, junto a la delatadora luz de los fluorescentes, habían dejado una huella indeleble en su piel. La oscuridad, sin embargo, era su aliada, pues estaba allí a toda hora para darle la fuerza que necesitaba para continuar. El aire acondicionado helado como pútrido azul frío era su amuleto, su refugio en medio de la guerra que libraba. Entre sus dedos cristal helados, casi azulados por el frío de su gran habitación que podría ser casi llamada castillo, se encontraba una hoja que él describía como deleite de marfil, él dando vueltas en sus propias reflexiones germinaban sus ideas, cuál semillas de par en par, pero su insaciable lectura fue derivada a una distracción repentina, fuertes estruendos de su puerta madera caoba.

Al abrir el portal de astillas fue recibido por un hombre exhausto y desesperado.
Mi hija ha pagado el tratamiento...─ Dijo entre suspiros de cansancio apoyado en su último resuello, tenía el cabello desordenado como el demonio.
Instintivamente, su comportamiento hizo pensar al doctor "es un maníaco".
¿Ha hecho la fila?
¿Tenía que hacer fila?
Winter observo al ignoto con los ojos abiertos de sorpresa, expresión que pronto descendió una sonrisa de interés, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
Adelante por favor, podemos hacer una excepción.
Realmente un paciente interesante.

Simon | Simoncest Donde viven las historias. Descúbrelo ahora