Parte única.

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En el hermoso pueblo de Hogsmeade se encontraba una majestuosa biblioteca. Sus altos estantes de madera oscura estaban llenos de libros polvorientos y pergaminos amarillos que contenían siglos de conocimiento mágico. La suave luz de las lámparas colgantes creaba una atmósfera acogedora, pero también misteriosa, que invitaba a descubrir sus secretos.

Era un día soleado, Park Jimin, un mago de sexto año en Hogwarts, proveniente de una destacada familia de magos de sangre pura que generación tras generación eran elegidos en la casa de Slytherin, paseaba distraídamente por las calles empedradas de Hogsmeade. Había decidido tomar un descanso de las pesadas tareas para disfrutar de un momento tranquilo en la biblioteca del pueblo. Aunque la mayoría de los estudiantes prefería visitar las tiendas de golosinas o Las Tres Escobas, Jimin siempre había sentido una fuerte atracción por los libros, especialmente aquellos que tenían un poco de historias sobre muggles, es decir, aquellos que no tenían relación alguna con la magia.

Empujó la pesada puerta, una pequeña campanilla anunció su llegada. El dueño de la biblioteca pocas veces aparecía, y cada vez que lo hacía, era cuando estaba en problemas, casi como si pudiera leer sus pensamientos.

La luz de la biblioteca era suave, proveniente de lámparas colgantes que flotaban en el aire gracias a hechizos de levitación. Los rincones más remotos de la biblioteca estaban iluminados por velas mágicas que nunca se consumían. El suelo de madera crujía suavemente bajo sus pies mientras caminaba por los pasillos entre los estantes, buscando el libro perfecto para perderse toda la tarde.

Jimin exploró los estantes polvorientos con curiosidad, hasta que sus dedos se posaron en un libro que parecía estar escondido entre una maraña de volúmenes antiguos. Con cuidado, extrajo el libro y se encontró con un verdadero tesoro muggle. Parecía ser un cuento con ilustraciones preciosas, aunque el tiempo había dejado su huella en las hojas carcomidas y amarillentas, eso no evitaba que fuese un libro precioso.

Con el libro encima, comenzó a avanzar por la biblioteca sin percatarse que en la esquina venía otro chico. El choque entre ambos fue inminente, e hizo que el chico casi tirara abajo un pesado libro que llevaba encima, apenas alcanzando a sostenerlo.

— ¡Lo siento mucho! — Exclamó rompiendo la tranquilidad de la enorme biblioteca. En un gesto torpe, le tomó la mano con la que había alcanzado a sostener el libro —. Estaba distraído y no te vi.

El chico apartó su mano, lo reconoció rápidamente como Jeon Jungkook, también de Slytherin, aunque ambos eran totalmente distintos a pesar de ser compañeros desde primer año. Jungkook destacaba por su cabello largo, negro y rizado, que enmarcaba su rostro. Sus ojos eran enormes y redondos, como dos espejos que reflejaban un mundo propio. Por otro lado, Jimin lucía un cabello castaño, liso y con un corte más convencional que ni siquiera alcanzaba a rozar sus hombros. Sus ojos, en marcado contraste con los de Jungkook, eran pequeños y encantadoramente expresivos, al igual que su nariz, que se asemejaba a un botón en el centro de su rostro.

— Mira por donde caminas. — Murmuró sombrío.

— ¡De verdad lo siento mucho! — Jimin sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña flor que había arrancando camino a Hogsmeade, ahora estaba maltratada y su aspecto era terrible, pero seguía siendo una flor bella —. Toma, a modo de disculpa. La recogí cuando salí del castillo, ¿a que es bella?

Jungkook rodó los ojos, tomando la flor que Jimin le tendió.

— ¿Eres de esos hippies que reparten flores? — Dijo en un tono monótono —. Esta flor está muerta, y tus disculpas, como siempre, apestan.

— ¡Pero es una flor bonita! — Jimin se rio, dándole una suave palmada en el hombro antes de pasar por su lado —. Nos vemos, compañero, ¡bonita tarde!

MAGIA SERPENTINA ヘビ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora