Capítulo 9

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Rhaenyra había entregado su corona al rey, un detalle mínimo y sin importancia, estaba segura que el tiempo le devolvería otra corona que portará con orgullo. Pero seguía conservando poder absoluto de la isla que le permitiría realizar los cambios para mantener los peldaños como parte de los siete reinos, se llegó a la decisión de fortificar los peldaños y así crear y mejorar las rutas comerciales una estrategia que les serviría a futuro y dejarían de depender de los Velaryon.

Dos años habían pasado desde la victoria en los peldaños de piedra y cuatro meses desde que la salud del rey volvió a deteriorarse al punto de verse obligado a renunciar a sus deberes y dejar al pequeño consejo a cargó de la mano y la reina consorte.

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Rhaenyra estaba agotada, su vida se había vuelto más agitada los últimos años. Su abuelo le otorgó un asiento como asesora del Pequeño Consejo,

Cuando no estaba en reuniones del consejo u con alguno de los demás integrantes para aprender sus deberes como futura gobernante, Visitaba a Visenya en la guardería, pasaba tiempo en compañía de Helaena, intercambio cartas con su hermano Daeron, en dónde su hermano menor compartía los avances con Tessarion y en el raro caso de que tuviera un momento para sí misma, escapaba junto a Aemond hacia Dragonpit, para tomar un vuelo en sus dragones.

Debía admitir que extrañaba a Aegon y sus bromas, pero su partida a Dorne era necesaria para que conviviera más tiempo con su prometida Aliandra.

La vida de su madre no era más pacífica que la de ella. Al caer enfermo el Rey su condición solo empeoró cada vez más y con eso, su adorada madre tuvo que dedicar más tiempo atendiendo todas sus necesidades.

En aquél tiempo también llegaron las noticias del nuevo embarazo de Laena Velaryon, por lo que sabía este era el quinto intento, una medida desesperada de Daemon por tener un heredero varón alfa y legítimo.

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Laena frotó suavemente su vientre mientras leía una carta de Laenor. En dónde su hermano le contó lo terriblemente aburrido que se encontraba solo en Driftmark y la presión que su padre le estaba imponiendo para que tomara una esposa pronto.

Laena suspira dejando la carta de lado. Ha estado casada con Daemon durante aproximadamente
Doce años y en el transcurso de su matrimonio ya ha perdido tres embarazos y un hijo que no sobrevivió a la cuna.

La muerte de sus cuatro hijos la persiguió constantemente. Ella estaba consiente que su cuerpo no estaba hecho para tener más hijos, con cada perdida una parte de ella moría con los niños que nunca conocerían el mundo. Después de cada rito funerario por sus hijos lloraba desconsoladamente hasta quedarse dormida tratando de apaciguar el dolor de su alma al pensar en aquellos niños que nunca vería crecer.

Luego el vino, pequeño y frágil, pero bonito en sus brazos. Sus hermosos ojos color lila brillaron cuando abrió los ojos. Por una vez, Daemon se había sentido tan feliz y dichoso como ella. 

Pero desafortunadamente las complicaciones del nacimiento del pequeño Aenar solo empeoró y su hijo con apenas un día se marchó con el extraño. Su corazón estaba hecho trizas. Después del funeral de Aenar, acunaría a Baela y Rhaena  en sus brazos todas las noches, sosteniendo a sus únicas hijas vivas, mientras rezaba silenciosamente a todos los dioses existentes para que el Extraño nunca le arrebatará a sus niñas.

Threads of Green, Threads of RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora