SHIKAMARU
***
La policía tardó horas en dejarnos ir. Se llevaron a Ten-Ten al hospital y Hinata me suplicó que la llevara con su amiga. ¿Cómo podría decirle que no?
Eran las siete de la tarde cuando por fin cruzamos la puerta del apartamento. Habían llevado a Ten-Ten al hospital donde la madre de Rock Lee era enfermera y, una vez allí, Hinata había llamado a Rock Lee. A pesar de lo sorprendido que se había quedado, enseguida estuvo a nuestro lado. Cuando llegó la hora de salir del hospital, no pude convencer a Hinata de que dejara que Ten-Ten se fuera con Rock Lee y su madre; fue necesaria una conversación privada con la madre de Rock Lee para que eso ocurriera.
Como dos extraños, no nos habíamos dirigido ni una sola palabra en el trayecto de vuelta al apartamento. Desde que salimos de la biblioteca, Hinata había estado aguantando con un hilo muy fino que yo estaba seguro de que iba a romperse en cualquier momento.
"Hinata..." Empecé cuando cerré la puerta y me apoyé en ella. Por fin estábamos solos, y ella ya se estaba alejando de mí.
Se detuvo y sus ojos se desviaron hacia mí.
"Voy a darme una ducha".
Suspiré mientras la veía arrastrar los pies hacia el baño. La puerta se abrió y se cerró y, unos segundos después, oí el ruido del agua.
Sintiéndome cansado hasta los huesos, lancé las llaves hacia el salón, sin importarme dónde aterrizaran. Le di un minuto entero, no porque pensara que alguna vez me llamaría, sino porque necesitaba asegurarme de que estaba bien y un minuto era todo lo que podía obligarme a esperar.
Sin llamar, abrí la puerta y la cerré sin hacer ruido. El espejo ya se había empañado por el vapor, pero eso no era lo que me llamaba la atención. Ya había oído los sollozos de Hinata en cuanto empujé la puerta, antes incluso de entrar. Arrastré la cortina de la ducha y miré su cuerpo acurrucado bajo el chorro de agua. Los sollozos eran tan intensos que por un segundo consideré la posibilidad de llevarla al hospital para que le dieran algo que la calmara, pero eso habría significado alejarme de ella y dejar que otras personas la tocaran, y no creía que pudiera hacerlo, no ese día.
Alargo la mano por encima de la cabeza, me quito la camiseta, decido dejarme el chándal puesto y me pongo a su lado. Me agaché, pasé las manos por debajo de sus brazos y la levanté. Pensando que iba a ser difícil obligarla a aceptar mi ayuda, estaba dispuesto a discutir con ella, pero debería haber considerado el hecho de que ella realmente podría quererme allí.
Aún llevaba la ropa puesta, pegada a su cuerpo tembloroso. Mientras estudiaba su rostro, no podía distinguir las lágrimas del agua que caía sobre ella. A pesar de la tristeza y la rabia que se reflejaban en su rostro, estaba condenadamente guapa. Con las manos agarrándose los codos, permaneció inmóvil frente a mí durante unos segundos, mientras yo intentaba asimilar lo que sentía cada vez que la miraba.
"Hace frío".
No lo hacía -el agua estaba ardiendo-, pero acepté su invitación apenas velada y me acerqué a ella, rodeándola suavemente con mis brazos. Sin vacilar, apoyó la sien en mi pecho y sentí que sus brazos me rodeaban, devolviéndome el abrazo. Entonces los sollozos volvieron con fuerza y me rompió el corazón. Al principio la abracé con la mayor delicadeza posible, con los brazos por debajo de los hombros, temiendo hacerle daño, pero luego todo cambió. Cuanto más sollozaba, más cerca quería estar de ella. Bajé los brazos, me agaché y los rodeé con más fuerza alrededor de su cintura. Cuando se puso de puntillas y se aferró a mí con tanta fuerza como yo a ella, aflojé el agarre y dejé que mi mano se colara por encima de su camiseta mojada para sujetarle la nuca.
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Una dura caída
RomanceLa primera vez que conoces a alguien, haces contacto visual. Sonríes, saludas. Debería ser simple, si eres cualquiera menos yo. La primera vez que conocí a Shikamaru Nara, me encontré haciendo contacto visual con una parte diferente de su cuerpo.Ver...