✧Uno✧

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Bajé del auto frente a una linda casa blanca de dos pisos y una puerta roja

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Bajé del auto frente a una linda casa blanca de dos pisos y una puerta roja. Tenía un patio delantero muy bonito, era exactamente igual al resto de las casas, solo que de un color distinto.

Mamá y William se dispusieron a bajar sus bolsos del baúl del auto, yo ya tenía en mío, así que me adelanté a ellos, mirando todo.

No entendía qué sentido tenía salir de Portland para venir a este pueblo, pero William lo quería así. Un día encontró este pueblo en Google y tan solo convenció a mamá de vender todo lo que teníamos allá, menos el auto, la ropa y algunas cosas más, para venir aquí.

¿Necesidad de hacer eso? Ninguna, arruinar un poco más mi vida, seguramente.

Solté un suspiro cuando ambos se acercaron a mí con un par de bolsos en sus manos.

─Elizabeth, no suspires. ─ordenó William sin mirarme.

William, no respires.

Yo lo miré con incredulidad unos segundos, hasta que volteó a verme y tuve que bajar la mirada.

Mamá abrió la puerta y ellos entraron conmigo detrás. La casa estaba amoblada, en la sala, tenía dos sillones individuales a los lados de un sofá frente a una chimenea. Todo se encontraba como en una casa de ensueños o para jubilados que deciden vivir siempre felices.

Mamá fue hacia la cocina y yo la seguí. Estar en un mismo espacio junto a William no era sano para la salud mental.

─Es bonita la casa, ¿no? ─preguntó mamá, lucía feliz, pero de manera algo exagerada, como fingida.

Sería aún más bonita si no me hubieran arrancado de todo lo que conocía para arrastrarme hasta aquí, un pueblo que nadie conoce.

Le brindé una sonrisa falsa.

─Sí, claro. ─asentí─. Aunque, sigo sin entender por qué vinimos aquí. En Portland lo teníamos todo. ─murmuré.

─Porque hacía falta un cambio, Elizabeth. ─dijo mi padrastro, entrando a la habitación.

─Yo no necesitaba cambios cuando estoy por entrar a mi último año de preparatoria. ─miré por la ventana de la cocina, hacia una cerca que dividía nuestro patio y el del vecino.

─Todos necesitamos cambios. En Portland había muchos malos recuerdos y cosas inútiles. ─se encogió de hombros.

Portland era lo único que me quedaba de papá. Él estaba en todo Portland, sin importar qué. Ahora solo tenía sus fotos, adiós, parque a la vuelta de casa, adiós, cine que él amaba, adiós, museo, adiós, vida.

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