Eran las 8 en punto de la mañana y lo sabía muy bien por que faltaba poco para que las noticias mañaneras acabasen dando paso al show de Hemmir & Balyeet, era un lunes cualquiera donde el olor del ácido y el dulzor de la comida descompuesta le perforaba la nariz mientras dormía de forma incómoda con la parte superior de la espalda apoyada en un cojín de espumas sucias y girones de tela mientras que el resto del cuerpo reposaba sobre hojas de papel periódico marchito de las que se desprendía ocasionalmente una fina arenilla que se le colaba bajo la camisa aún con el movimiento más leve.
En una de sus paginas llevaba el conteo de los muertos en Tuskgee, era del 71 y de momento eran tan solo 710.
solo 710 y la voz de Daniel le retumbo en la cabeza como si le taladrase con aquella infame cifra "primero son solo 710 y luego tendrás que seguir añadiendo ceros."
A su alrededor habían revistas de lenceria abiertas y fotografías mal tomadas de cada una de las modelos que le veían cona expresión de desagrado todas ellas provenían de algunas localidades de la ciudad y pueblos aledaños a la misma (Dalh, Luxembarn y Athenas aunque aquella última no debía ser más que cinco casas puestas en torno a una iglesia con un pequeño kiosko como hospital que atendía las emergencias de todo tipo) todas ellas formaban parte de un espectáculo borroso, una película distorcionada y desgastada de la que poco o nada se lograba apreciar con claridad por lo que daba lo mismo una foto en los jardines de la iglesia de Dalh a una foto a aquel techo poroso y desquebrajado que le cubría la cabeza.
Todas habían dormido con el y ninguna se había quedado a su lado, se habían marchado y no giraban la cabeza ni siquiera para hacer el ademán de escupirle.
Escoria
Hoy es 12 de septiembre.
Se dijo a sí mismo, al principio en un murmullo que solo el podía escuchar que bajo los vapores del metol con el que revelaba las fotos asemejaba la voz ronca y ebria de su padre.
Hoy es 12 de septiembre.
Ahora podía escucharse a si mismo.
Arsen intento mantener la mirada fija en el foco suspendido sobre su cabeza intentando poner en orden sus pensamientos, aquel era el día en el que Daniel salía de prisión y si no le mataba el acabaría matándolo en su lugar y eventualmente llenando aquella celda que le correspondía a los 3.La celda 15 los primeros diez años y luego la celda 12 cuando un episodio de violencia espontanea le regreso de golpe, todos se acordaban muy bien de ese dia por que por poco hubo una revuelta que paso sin pena ni gloria en los periodicos gracias a Vladek y su talento inato para ocultar las cosas.
Daniel, amigo estuviste a punto de quedar libre pero no era tu momento.
no lo era definitivamente pensó para si mismo y rió histericamente hasta que las nauseas le hicieron contenerse. Una mirada rápida hacia la gabeta del escritorio donde ponía sus libros le hizo sentir algo de paz y esbozo una sonrisa chueca que nadie veria. Estaba a salvo. Aunque nadie podía estar a salvo con una mente tan enferma y retorcida como la suya que desde hacía ya unos meses me empujaba a vivir como una rata.
Si los que te aman huyen de ti eres un monstruo pero si huyes de los que te aman eres una rata.
Una rata.
Su mente volvía a perderse en remolinos y derrepente le pareció ver los cabellos rubios de Daniel.
Si el se atrevía a venir tomaria el arma y le dispararía sin decirle nada, era el o el, no había punto medio.
Un sonido brusco le despertó y sus pensamientos volvieron a apilonarse unos con otros ¡¿Tan pronto?! Por todos los cielos ¿Que hacer? ¿¿Que debía hacer??, inmediatamente se levantó y se sacudió la camiza, dejo que la arenilla regresará al suelo donde pertenecía y sin zapatos corrió hacia la mesita para tomar el arma y quitarle el cargador.
Click.
Al otro lado debió escucharle así que para no levantar más sospechas carraspeo y se preparó para lo peor.
era el o el.
Volvió a repetirse.
El corazón le latía con fuerza y el sudor se le colaba entre los dedos por lo que temió que la pistola se accionase sin querer, era una antigua arma de bolsillo con dos balas que le habia sacado del cajon de la oficina el dia aquel que fue a quedarse en su casa mientras el estaba en prision ¿y si volvia por ella? ah no, ya sabra, se la regresara junto con las dos balas y se las pondria en el pecho.
Daniel viejo amigo, a los caballos rebeldes hay que sacrificarlos de vez en cuando.
La puerta volvio a sacudirse con fuerza pero esta vez le acompañaba con una voz del otro lado.
-¡Arsen!
El moreno se sintió aliviado, aquella paz le duró unos cuantos segundos, no era nadie en especial solo Sebastian que le visitaba un par de veces al mes para asegurarse que estaba haciendo las cosas bien, luego le vino un sentimiento de incomodidad y un vacío profundo en el estómago.
-¡Sebastian!- Saludó con un chillido anormalmente agudo pero no le abrió. Antes necesitaba guardar el arma y una vez escondida procedió a saludarle ahora con mayor claridad pero el pelirrojo paso de largo sin saludarle.
-llevo días llamándote ¿donde llevas el celular Arsie?-el hombre que se llamaba sebastian era un hombre delgaducho, anormalmente alto, pálido y pecozo cuya apariencia misteriosa y enfermiza era resaltaba por unos redondos lentes de marco grueso oscuros que asentuaba sus rasgos puntiadudos y sus mejillas hundidas.
El moreno se encogió de hombros y rebuzco entre los almohadones de la sala.
12 llamadas perdidas.
-han sido solo doce.
Y hubiesen sido más pero la absurda superstición de Sebastián Smith le alejaba de relacionarse con aquel número presuntuoso. Doce eran suficientes pensaba y omitia el 13.
Su obsesión era tal que incluso llegaba a recortar los números de las revistas que llevaba a casa y en muchas ocasiones había comprado artículos además para evitar que el número se le volviese a aparecer.
Sebastian suspiro aliviado y se retiró los lentes, luego dejo que repasaran el apartamento del joven mientras tomaba una gran bocanada de aire y tras pensarselo un poco se arremango la camiza mientras gruñía con descontento. -veo que han sido días malos.-acoto apresurandoce a levantar la basura del suelo
Arsen volvió a encogerse de hombros y hundio su mentón en el pecho. -para que hayan días malos deben haber días buenos primero- respondió con cierto cinismo -por estos días...lo normal es que sean malos todos.
-todos-repitio Sebastian en voz baja como si no diese mérito alguno a sus palabras -hablas como si fueses un anciano-mascullo - ¡mirate! No deberías vivir en una pocilga ¡ya sabrás por qué te lo digo! No puedes quejarte por la soledad cuando en tu casa no entraría ni una rata.
Asumiendo que las ratas pudiesen soportar dos segundos el aroma insoportable de la humedad y los químicos.
El moreno giro sus ojos con fuerza y le acompaño al lavado de la cocina mientras ambos lavaban los platos en silencio únicamente con el zumbar de la radio que buscaba las estaciones con periodos prolongados de estática ruidosa ocasionalmente parándose en una con alguna música de elevador o con el último solo del cantante de turno.
"Cuerpos abandonados bajo las viviendas, todos con signos de intoxicación que se cree está ligada al fenómeno de tusk-"
La mano temblorosa y enjabonada de Sebastián detuvo la radio antes de que el locutor siquiera pudiese continuar, con los ojos abiertos con fuerza y los labios temblorosos, reviso el número de la estación y como si el universo le estuviese jugando una mala pasada gruñó con descontento "13"
Arsen carraspeo y apagó la radio, ambos se hicieron saber que no era el momento de hablar de aquello aunque realmente nunca lo era por que durante aquellos 15 años ninguno había encontrado palabras para decirse o consolarse mucho menos para acusarse entre si ni pasar la culpa de un lado a otro.
Mientras Arsen calentaba el agua para preparar café Sebastian extrajo de su bolsillo un cigarro que prendió con el fuego de la hornilla y se dirigió entre tropiezos hacia la ventana, los pies ya no le respondían como a él le gustaba que respondieran que sería con inmediatez las comisuras del moreno temblaron hasta formar una mueca picara y se extraño un poco al sentirse medianamente exitado al verle débil y desubicado como un niño que se ha extraviado en un inmenso centro comercial-¿Que crees que diga cuando sepa que estás fumando?
Los labios pálidos del pelirrojo se abrieron débilmente para dejar salir el humo y le dijo con la mirada que no le seguiría el juego.
-¿Estas revelando algo?
Arsen asintió. -por eso...no estaba en casa...me refiero a estos últimos días.
-eso es bueno.- murmuró Sebastian mientras volvía a girar la cabeza para regresar su mirada cansada a la inmensidad de la ciudad que lentamente despertaba encendiendo sus farolas y anunciando el retorno a casa de quienes habían ido a trabajar al sur. -¿en dónde estuviste?
-harmlock un poco más abajo es un pueblo bastante grande.
-¡lo es!
-puedo mostrarte algunas...las estaba revelando y...
Sebastian se encogio de hombros-no creo poder verlas...
Arsen carraspeo.
-no estoy completamente ciego...aun pero...-y como poniendo en orden sus pensamientos repuso -solo veo sombras y bultos pequeñitos, rara vez lo veo a detalle...no se cuanto me quede hasta que...bueno...
-una de ellas es un plano a esa enorme casa antigua, es una mansión...
-la recuerdo...la recuerdo ¿Es aquella a la que le había crecido un árbol adentro?
-¡Así es!
Sebastian solto una risa despreocupada. -¡Oh lo recuerdo! Siempre que pasaba por ahí Daniel me prometia que metería uno al apartamento, pensé que era broma hasta que un día fui a su oficina y me mostró los planos, no se si decir que era algo suyo el tomarse las cosas tan encerio el...
El rostro de Arsen se contrajo con disgusto-ajá...
-es una casa hermosa...
-y esta cerca de...-y realizando una gran pausa Arsen sintió que la lengua se le volvía un nudo e involuntariamente y tuvo que concentrarse en pronunciar bien cada una de sus palabras. -T-u-uh-sk-gee
El rostro de Sebastián se vio ensombrecido con rapidez pues aquellas palabras habían sido suficientes para que su interés se esfumara y ahí decidió que dejaría de preguntar, con la mano temblorosa acabo su cigarrillo en silencio y el tema no volvió a tocarse.
Arsen regreso a la cocina y dejó ambos cafés en la mesa y se hizo a su lado vacilando en si rodearlo con el brazo y cuando decidió intentarlo sintió que el cuerpo del pelirrojo se contraía y se alejaba con desagrado.
-¡quieto!...-susurro para el pero aún más para si mismo y le espanto como a un perro que se ha subido a los sillones.
Arsen se reincorporo y como acostumbraba últimamente metió las manos en los bolsillos y agachó la cabeza avergonzado, por alguna razón que desconocía la vergüenza había comenzado a invadirle con mayor frecuencia e involuntariamente se encontraba a si mismo diciéndose aquello que no podía dejar remojar en su mente para no volverse loco "inútil, idiota , estupido ¡Cabrón!" por que nadie ni nada como el quien resentia sus desplantes se sacudió fingiendo desagrado mutuo y se dejó caer pesadamente en una de las sillas del comedor.
-¿Que edad tiene ahora? ¿50? 49?-comenzo Arsène mientras daba un largo trago al café para que le quemase la lengua -debe tener el cabello blanco, los rubios no suelen conservarse muy bien con la edad.
El pelirrojo asintió entre vapores bochornosos -no se ve tan mal.
-¿Y bien?
-esta calmado.
-¿Haz hablado con el?
-de hecho...-exclamo dando una pausa para recordarle aunque no era mucho lo que podía ver pues lentamente sus ojos habían comenzado a debilitarse -fui el sábado pasado.
-te veo perfectamente bien.-la amargura de arsen volvía a salir, eran como pequeñas gotas de bilis que le salían de la boca y la hiel amarga del resentimiento que traía contra el.
Solo había sido un accidente aunque el mismo sabía que no había sido tal cosa como un accidente, y lo único que se le venía a la mente era la imagen de Sebastián con el brazo escayolado y un parche que le cubría un tormentoso manchon en el ojo.
Pero era un accidente.
¿No?
Daniel se había comido unos 5 años de más en la cárcel y habría perdido una buena cantidad de dinero solo para desquitarse con el pelirrojo en aquella habitación vacía y el aún insistía en visitarle.
-no sabes lo que dices.
-tu no sabes lo que haces.-insistio Arsen cruzándose de brazos.
-no se por que te pones así cuando hablamos de el
-ah, no se me es difícil no sestar cansado eres cansino siempre vienes a hablarme de el y de lo bueno que era.-Arsen hablaba bruscamente y su pierna se movía de arriba a abajo con impaciencia -¿Y como quieres que te conteste? ¡Ah deja de mirarme así! Tu sabes lo mucho que me irrita que me menciones a ese tipo.
-cuando el salga tendremos que reunirnos y hablar las cosas...y no sé por qué te pones a la defensiva...se siente casi como si te sintieras...culpable..
-¿hablar las cosas? ¿culpable? ¿yo?¡Ja! Ay...Lo dices como si fuese tan sencillo...te lo digo a diario pero escuchame bien -y, acercándose a su oído derecho con el cual escuchaba aún a la perfección le susurró entre dientes -el encierro cambia a un hombre...
-lo se.-suspiro el pelirrojo con docilidad agachando la cabeza.
-no va a entenderlo. Y nos va a resentir por que estuvimos libres después de lo del incidente.
-mhm...
-Nos va a matar a ambos cuando lo descubra...
-si...lo hara...-le respondía cerrando los puños y mordiéndose los labios.
Arsen se detuvo en seco mientras abría los ojos con incredulidad.
-¿y luego?
-lo dices como si hubiésemos sido libres todo este tiempo.-sebastian exclamó con exhaustion en sus palabras.
-¡Lo somos!...lo fuimos...
-No quiero que nos molestes esta noche...tengo...asuntos que atender con el y veré la forma de tranquilizarlo para cuando llegue la hora de que hablen ambos. -remato el pelirrojo alargando la mano hasta tocar la cabeza peluda y suave del lazarillo que le acompañaba y que le lamió la mano gustosamente para hacerle saber que estaba con el. -Tengo mucho que decirle y aún no he acabado de pensar en cómo se lo va a tomar...
-no es nada que haya que esconder, el lo sabía muy bien cuando lo encerraron, era algo que tenía que pasar...¡Solo piensatelo! El vuelve como el viejo hijo de puta que es siempre y solo va a encontrar los restos de la mierda que hizo-exclamaba Arsen mientras le llevaba del brazo hacia la salida del edificio pero Sebastian no le respondió y fingió que no le escuchaba.-el se ha vuelto más viejo, y tu...eres un maricon tuerto-sentencio finalmente y ambos se miraron.
-y tu Arsie...-exclamo el pelirrojo en un suspiro. -no haz cambiado en absoluto.
Y se fue alejando hasta perderse en la niebla que cubría la ciudad.
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el fotógrafo de Tuskgee
RomanceArsène, un fotógrafo inadvertido, presencia el oscuro telón de una tragedia que asola un apacible pueblo pesquero. La devastación marca el destino de cientos de vidas y siembra un resentimiento profundo en Daniel Smith. Quince años después, liberado...