Hurt - bbangsaz EDITADA

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Antes de ir a la fiesta, pasamos por la casa de Dani para arreglarnos. Nos pusimos algo más llamativo y, una vez listas, nos dirigimos a la casa donde se celebraba la fiesta.

Al llegar, la música retumbaba en las paredes y la casa estaba repleta de gente. Algunos bailaban en la sala principal, otros estaban en el bar al lado de la cocina y un grupo más estaba en la piscina, disfrutando del aire fresco.

—Esta casa es hermosa.

—No más que la mía. —respondí distraídamente, sin darle importancia.

Pero en realidad, no estaba prestando atención a la casa. Estaba buscando a alguien.

Y entonces la vi.

Minji estaba al otro lado de la sala, rodeada de algunas chicas y dos chicos que jamás había visto antes. Se había cambiado de ropa y ahora llevaba un crop top negro que dejaba al descubierto su abdomen, una chaqueta de cuero que le daba un aire rebelde, unos pantalones rotos y una gorra puesta hacia atrás.

Respiré hondo y me acerqué a ella.

—Minji.

Ella giró la cabeza y me miró con una media sonrisa.

—Ah, hola, elfo.

—¿Podemos hablar?

—¿Ahora? Estamos en una fiesta. —Levantó una ceja—. Ve a divertirte y hablamos después.

—Pero quiero hacerlo ahora.

—Ahora estoy con mis amigos. Hablamos después.

Fruncí el ceño.

—Kim... —Le tomé la chaqueta y tiré de ella levemente.

Antes de que pudiera decir algo más, una chica que estaba a su lado intervino.

—Ya te dijo que ahora no quiere hablar contigo.

Giré la cabeza para mirarla. No la conocía. No era de nuestro colegio. Pero Minji sí la conocía, y eso me molestó más de lo que debería.

—Tú no te metas.

—Ya vete, niñita. Deja de molestar. —Dicho esto, se pegó más a Minji y abrazó su brazo con confianza.

Algo dentro de mí hirvió.

—¡Suéltala!

Volví a jalar su chaqueta, pero la chica también lo hizo, esta vez tirando del brazo lastimado de Minji.

Minji soltó un quejido de dolor y se apartó bruscamente.

—¡Idiota! ¡¿No sabías que tiene el brazo lastimado?!

La chica me fulminó con la mirada.

—¡Lárgate, mocosa!

—¡Oblígame!

La tensión subió en un instante. Pero antes de que las cosas pasaran a más, Minji se cansó de la situación.

—¡Ya basta!

Nos apartó a ambas y me tomó de la muñeca, jalándome fuera del grupo.

Caminó entre la multitud con rapidez hasta llevarme a un rincón más solitario de la casa.

—¿Qué quieres? —preguntó con un tono cansado.

—Hablar de lo que pasó.

—Estamos en una fiesta, eso no se hace en una fiesta.

—Pero...

—Hanni, solo olvídalo, ¿sí? —Sonrió con ligereza, pero su tono era frío—. Fue solo un beso, no es para tanto.