Agonía primera

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                Entonces un día retomas la existencia y dudas de tu utilidad terrenal. Desprecias el desequilibrio de la justicia en términos de una vida medianamente llevadera, algunos nacen condenados a ser bastardos, otros son estúpidos por transformación social y están luego quienes se encuentran en la alta cúspide, con los valores humanos más inquebrantables habidos, erguidos sobre la punta de esa pirámide moral tan aguda y punzante que a duras penas les permite mantenerse de pie.

                 Los desengaños, las ilusiones, los castigos, la malicia indígena que no adquirimos cuando pudimos y las personas que quieren ocupar nuestro lugar. Al otro día traicionas tu mente para ser más bien parte del resto, pero no te hallas. haces cosas que tu subconsciente no tolera, quieres engañarte sobre qué es lo mejor, te esfuerzas en ser reconocida pero no lo consigues. Te has condenado un día más a fracasar. 

                  Al ocaso de la noche has descubierto la representación del sentido de la vida y el inútil vaivén de una función de circo, de una tragicomedia que parece dirigida por algo que no se deja ver ni tocar y que amarías ahorcarle con todas tus fuerzas. Al extremo final de aquella noche, en la agonía de una luna llena, estás nuevamente sola, pretendiendo no estarlo pero, ¿a quién engañamos? Naces para tenerte a ti misma pero buscamos amor en quien nos hace daño. Ya no puedes parar de agitarte y la ansiedad hace de tu cuerpo entero una bola de plastilina que las personas dominan a su antojo. Se ríen, pero no comprendes exactamente de qué. ¿De ti? ¿De lo irónico del existir? ¿De las tragedias? ¿Los desamores? ¿La frustración?

                 Vives en una simulación de la cual anhelas salir con desespero pero todo el cúmulo de desgracias ahora se apoderó de ti. Estás postrada sobre una estera de expectativas que a duras penas te mantienen en pie, pero nunca es suficiente. El corazón empieza a latir diez veces más fuerte y solo puedes respirar cuando logras blanquear tu mente y no pensar nada de lo mencionado, aún así se te hace imposible. Se apodera aún más, te domina, te maneja, te aniquila, todos los que rieron con fervor, ahora ríen de maldad, se abalanzan lentamente sobre tu humanidad, devorarán tus entrañas cual caníbal primitivo hasta no dejar ni un asomo que algún día, lejos algún día, probó que estuviste viva. 

Y despiertas.

                  La estera era solo una cama con sábanas de terciopelo, el día sigue nublado igual que ayer y la vida va a seguir quieras o no. Asumes que no eres el personaje principal. Te levantas, te hidratas, respiración profunda dos veces y el show tiene que continuar. Te asomas por la ventana y no parece tan malo. ¿O acaso aún soy incapaz de ver por fuera de mis sueños aquellas cosas que procuran vencerme y hacerme desaparecer? No lo sé. Mejor seré quien ríe pretendiendo que todo está bien, volveré a amar, tendré un nuevo despertar, volveré a sentir que el cielo anaranjado me pertenece, encontraré belleza en el color de las flores y todas las minucias que hacen sentirme medianamente viva.

La quejumbrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora