Capítulo 1

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𝓗𝔂𝓾𝓷𝓳𝓲𝓷

No sé en qué e momento me perdí, pero maldigo a mi yo de ayer y al de antier y el del mes pasado. En fin, me maldigo por completo.

Me siento orgulloso de que me duela la nariz y no el brazo. Suficiente mierda me he metido como para añadir otra sustancia a la lista. Mientras me permita seguir componiendo, no le veo ninguna traba en seguir haciéndolo.

Busco mi abrigo entre los cuerpos, que igual que yo, estaban tan drogados que se desmayaron o que aún tenían cierto grado de inteligencia como para no irse en estado de semiinconsciencia a su casa. Por suerte encuentro la prenda en una esquina echa bolita, lo suficientemente lejos de los cuerpos sudados y de las sustancias corporales. Me cuesta un poco pararme pero después de unos ridículos intentos que agradezco que nadie vea, voy al encuentro de mi abrigo y al recogerlo me doy cuenta que pesa más de lo normal, examino los bolsillos para ver de qué se trata, en cuanto toco el objeto rectangular me doy una palmadita interna. Al parecer no gasté todos mis cigarrillos. Bueno, al parecer mi yo de ayer no lo hizo tan mal.

Pero ah, perfecto, no está el encendedor. Supongo que no se puede tener todo.

Inspecciono la habitación ignorando el reclamo de mis ojos por enfocarlos tanto. Después de una búsqueda relativamente larga para alguien que está desesperado por un cigarrillo, encuentro a Jeongin desparramado sobre un sillón de cuero. Siempre es el más explosivo en las fiestas pero el que termina mejor parado. Aunque en este caso, sería el que termina muy bien acostado.

Piso algunas manos hasta llegar a él. Oigo algunas quejas pero la mayoría se apagan cuando las personas se vuelven a dormir.

Llego hasta el chico de cabello negro que duerme plácidamente en una posición bastante rara. Se le daría bien ser un contorsionista de circo.

Me sorprende que aún estando en esa postura y con todo y su maquillaje de ojos corrido se vea tan bien. Sus facciones andróginas nunca dejarán de sorprenderme.

Busco un poco mucho hasta... bingo, su encendedor. Antes era mío, pero el hijo de puta suele quitarme todo lo que le gusta o tiene brillo, como si no tuviera el triple de dinero que yo. Y considerando que yo apenas y salgo a flote... me llevo el encendedor que cálculo que solo dará para otra encendida.

Hago el mismo recorrido de vuelta hasta la puerta. Tengo que empujar un poco a una mujer que se nota que tendrá un despertar mucho peor que el mío. Bueno, lo de empujar poco es un eufemismo, prácticamente le doy tres vueltas para poder abrir la puerta. No es mi culpa que no sepa desmayarse de manera decente.

Voy bajando la escaleras mientras enciendo mi cigarro cuando sin querer choco con alguien. El tipo casi se va para atrás y yo alcanzo a sujetarlo por el hombro. El cabello rubio que le llega a la quijada le cubre despreocupadamente la cara tras el brusco movimiento, lo cual me impide verlo bien, pero aún así puedo visualizar algunas pecas que le recorren el pálido rostro y unos labios rosados que se entre abren por la sorpresa. Son estos últimos lo que más llama mi atención. Tienen una forma muy bien definida y son el tipo de labios que a los artistas les gusta pintar en sus obras.

—¿Estás bien?

Tan rápido como se reincorpora, el chico de las pecas se suelta de mi agarre con tal fuerza que tengo que agarrarme del barandal para no ser ahora yo el que se caiga.

—Fíjate por dónde caminas animal.

Ignoro el insulto más insulso que he escuchado en toda mi vida para seguir la trayectoria de mi cigarro que se estampa contra el piso. Si fuera una película barata de suspenso, este sería el momento en el que le agregan música dramática y exageran el sonido del cigarro impactando contra las sucias escaleras.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2023 ⏰

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Adagio Allegro -𝓗𝔂𝓾𝓷𝓵𝓲𝔁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora