Guerra y esperanza.

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Sabine Wren conoce la guerra, la conoce hasta los huesos. Está grabada en su carne, al igual que la muerte pintada en su retina y hasta a veces (solo a veces, y sin darse cuenta) debajo de sus uñas. Luego lo piensa un poco y comienza a creer que ha vivido más años durmiendo con un blaster debajo de la almohada que durmiendo sin uno, pero esa podría bien ser simplemente su sangre mandaloriana.

Sabine conoce la guerra, la conoce más de lo que nadie debería, aunque si es justa, ha sido así para todos. Ella conoce el miedo. No por el imperio necesariamente, sino por ella misma, lo que podría crear o llegar a ser cuando el enemigo no tuviera rostro. Y las armas, construidas por ella o no, han estado en sus manos desde siempre, pieza por pieza, engrasadas o quizás completas, pero la mayoría de veces entre sus dedos.

Y ella sabe construir bombas, burlar la seguridad de cualquier base militar y salir ilesa, y resolver mapas. En líneas generales, sabe sobrevivir.

Pero también hay cosas que Sabine no sabe, cosas nuevas que a veces aún intenta comprender. El simple hecho de vivir en paz y libertad es nuevo, e incluso un poco abrumador. Mientras hace las compras semanales por las calles de Lothal, escucha entre tanto las historias sobre el valiente Jedi Skywalker venciendo al temible Lord Darth Vader y el emperador, y como ahora la galaxia canta regozijada de felicidad ante la caída del imperio.

Pero sabine, incluso tantos años después, aún no logra dormir bien. Y aunque los muertos permanecen muertos, a veces todavía la visitan.

— Sabine. — Ezra la llama entre sueños, con el cabello lo suficientemente largo como para atarlo en una coleta y una barba sin recortar, demasiado parecido a su padre en aquella foto que su hermano tenía de su familia. A veces Sabine lo dibuja distraída en las páginas pérdidas de su cuaderno, un boceto tonto de lo que podría haber sido y jamás será, y sobre el que siempre llora.

Por supuesto, nunca fue más que un sueño febril.

Y Sabine conoce la guerra, conoce el sonido de los disparos, la planeación de cada misión, las escenas y las lágrimas en vano. Conoce el riesgo y ha vivido allí desde que puede recordar saber algo.

Pero la pérdida golpeó igual de fuerte cada vez. Y todo lo que ha hecho Sabine en esta vida (pelear, ella ha peleado y peleado, y peleado, e incluso en tiempos de paz ella nunca ha parado de pelear), ha sido por familia. Ahora Ezra está vivo, el molestó niño que conoció una vez en medio de una guerra, el niño que terminó siendo su molesto hermano menor está vivo, y eso es todo lo que necesita Sabine para tomar un sable de luz o colocarse el casco otra vez. Es todo lo que ella necesita para volver a pelear.

Sabine conoce la guerra, ha querido que acabe desde que puede recordar algo, pero su pelea no ha terminado (por mucho, en serio mucho que ella lo deseará) y Sabine Wren conoce la guerra, la opresión y la muerte. Conoce el ruido de los disparos, de los sables de luz chocando entre si y el suspiro de la muerte en la nuca.

Sabine cree que se ha quedado sorda de un oído después de construir tantas bombas y sus manos siempre sabrán construir armas a las cuales temer. Y después de tantos años, aún en tiempos de paz, ella todavía guarda siempre algún arma debajo de su almohada y los muertos y fantasmas la visitan.

Y Sabine conoce la guerra, no ha vivido nada más y desearía que no fuera así, desearía que las cosas fueran diferentes y haber nacido en tiempos de paz desde el comienzo. Pero ella es mandaloriana, y por mucho que su gente haya tratado de mantenerse indiferente a las guerras, por su sangre corre violencia.

También ha vivido el arte, claro, y la rebeldía y el calor de una familia. Pero esos momentos han ido y venido, aunque más que nada se fueron. Y Sabine no es como Ezra o Ahsoka, la esperanza fue algo difícil a lo que aferrarse, al menos la mayoría de los días durante años. Pero en eso, los equivocados Jedis, han tenido un poco de razón, porque Sabine respira esperanza mientras parte en busca de Ezra, y vive solo de esperanza cuando los enfrentamientos con Shin Hati se sienten como algo más.

Shin Hati, criada por lobos, solo conoce de sables de luz, meditaciones interminables y antiguas reglas estúpidas. Sabe de silencios, búsquedas de poder y escuchar a la fuerza, y cómo matar hasta teñirse las manos de rojo.

Con fuerza o no, Sabine ve a través de ella, más allá de lo que nadie nunca ha conocido tan claro como el agua y es solo entonces que sabe que está jodida. Y es que Sabine Wren conoce la guerra, sabe que el enemigo es enemigo hasta que le colocas un rostro y deja de ser un monstruo, en cambio pasa a ser un ser viviente tanto como tú.

Su conexión con Shin es algo que la excede, y de todos modos, todavía se arriesga.

Los golpes comienzan a sentirse como una conversación, las miradas se sienten anhelantes y Sabine sabe que está jodida el día en que los dedos de Shin se deslizan por su abdomen, por sus viejas cicatrices y las nuevas, por la piel apenas curada de la apuñalada y, arrepentida, Shin le hace saber que hará desaparecer el dolor a besos.

It feels like a kiss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora