𝐈𝐍𝐓𝐉

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Ciudad de México

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Ciudad de México

4:58 a. m.

⏰𝐓𝐢𝐜, 𝐭𝐚𝐜, 𝐭𝐢𝐜, 𝐭𝐚𝐜...⏰

4:59 a. m.

⏰𝐓𝐢𝐜, 𝐭𝐚𝐜, 𝐭𝐢𝐜, 𝐭𝐚𝐜...⏰

La cobija se deslizó suavemente causando un sonido, él movió su mano en dirección de su frente para arrancar de su cuerpo la repentina comezón que sentía. Rasco suavemente con sus uñas cortas y regresó su mano al lugar donde había pertenecido originalmente.

Sus ojos se abrieron lentamente y comenzaron a moverse en simbolismo de análisis a la nueva situación que se presentaba a sus recién abiertos ojos, rápidamente llegó a una conclusión, él ya no estaba dormido, y mucho menos estaba soñando. El cuarto estaba oscuro en su mayoría debido a las luces apagadas de toda la casa.

Él se levantó y caminó en dirección del mueble que estaba a un metro de distancia de su cama, tomó su teléfono celular y miró la hora.

📱5:00 A. M.📱

Al parecer la alarma no sonaría pronto, pero él de todos modos prendió la bombilla con su respectivo interruptor y sacudió sus cobijas tendiendo su cama con la mayor calma posible, despues volvió a acostarse con la esperanza de conciliar el sueño una vez más, sin embargo y por más que intentó, su mente no volvió a apagarse.

Miró al techo detenidamente por un minuto, no había nada que hacer, todos sus pendientes habían sido resueltos de antemano la noche anterior, lo único que quedaba por hacer era desayunar, así que eso hizo.

Se levantó una vez más y abrió la puerta de su habitación en dirección de la cocina para tomar su desayuno, sus padres hace tiempo que habían salido de casa para ir al trabajo, y su único hermano mayor no vivía con ellos.

💭–Una vez más, como siempre, estoy solo.

Pensó, pero no lo dijo en voz alta como una persona normal lo haría, no había razón para hacerlo, el ambiente ya era bueno como estaba. Sabía que su soledad terminaría algún día, y si no lo hacía, él podría con todo y todos completamente solo, no había sentimientos de tristeza o enojo en ese pensamiento, simplemente un hecho que guardaba posibilidades.

💭–De nuevo a la escuela.

Otro pensamiento surgió inmediatamente dentro de su hiperactivo cerebro mientras metía una cucharada de cereal de chocolate con leche dentro de su boca. La escuela, ese lugar que la mayoría ama por razones comunes y odia al mismo tiempo, pero para él, Imari Naí Tarásov Joarizti, solo era un día de clases más, sin nada en particular, en todo caso, lo máximo que podía sentir era el malestar de soportar el ruido extremo que causaban sus compañeros de clase.

Después de terminar de desayunar, se dirigió al baño con la intención de cepillarse los dientes, lo cual lo hizo darse cuenta, ¿no debió cepillarse antes de desayunar?, decidió ignorarlo y se puso frente al lavabo, miró su reflejo en el espejo y se contempló durante un segundo para pasar directamente a lo importante, cepillarse los dientes.

Él consideraba que su cuerpo era simplemente una máquina con la que podía interactuar con el mundo real, sin embargo no se descuidaba en lo absoluto, pues así es como funcionan las máquinas, se les da mantenimiento y se asegura de que estén en buen estado.

Lo mismo pasaba con el cuerpo humano, para que le funcione perfectamente se mantenía en forma y casi no consumía comida chatarra. Fuera de todo eso, el aspecto físico que él tenía ante los demás le importaba muy poco, sin embargo, consideraba desde su perspectiva que no se veía tan mal.

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Avanzando un poco el el tiempo, aproximadamente una hora y media después de levantarse, Imari tomó su mochila donde guardaba sus utiles escolares, dinero, impermeable y teléfono celular. Se veía algo nublado el cielo, e Imari no iba a arriesgarse a salir sin algo con lo que cubrirse de una probable llovizna, aunque, según los pronósticos del clima, parecía que el cielo quedaría despejado al rededor de las 8:00 A. M.

Se dispuso a salir de casa, y por supuesto que para ese entonces ya se había encargado de cambiar su pijama por su atuendo color violeta que solía utilizar.

Abrió la puerta principal, y cerró con llave cuando ya estaba afuera, así impediría cualquier robo que posiblemente sucediera, aunque no había razones para hacerlo, ya que su calle no era peligrosa en lo absoluto, pero siempre es mejor prevenir las cosas antes que lamentarse despues de que sucedan.

Volteó a ambos lados y comenzó a caminar rápido como si alguien le estuviera siguiendo, todo esto en dirección de su único destino ya planificado, así es, la universidad.

Sin más, su figura se perdió rápidamente por la angosta y pacífica carretera. Con los postes de luz alumbrando la acera, dando inicio al primer dia de clases, este era sólo otro día más en la vida metódica de este chico de 18 años de edad.

 Con los postes de luz alumbrando la acera, dando inicio al primer dia de clases, este era sólo otro día más en la vida metódica de este chico de 18 años de edad

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𝐎𝐮𝐫 𝔾𝕃𝕆𝕎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora