Capítulo 02

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Las gotas gruesas caían por la ventana de mi habitación, el sonido de la lluvia resonaba en ese pequeño espacio. Yo yacía bajo las sábanas, mirando el techo en compleja oscuridad; otra noche de insomnio.

Giré mi cabeza, y observé el reloj que posaba en una mesa lado de mi cama: 3:15am.

Volví a mirar el techo, en completo silencio, sin una pizca de sueño. Decidí levantarme, e ir por un vaso de agua. La casa estaba completamente oscura, bajé las escaleras y fui hasta la cocina, encendí la luz y tomé un vaso con agua. Apoyé mis caderas en el mármol y seguí bebiendo agua, hasta que oigo un ruido proveniente del patio.

Me quedé quieta, hice lo posible por no hacer ni un solo sonido, cada músculo de mi cuerpo se tensó por completo cuando oí pasos acercarse a la casa. Pensé que tal vez eran ladrones, pero, al ver esa sonrisa traviesa y ese cabello negro, solo pensé una cosa:

Idiota.

—¿Se puede saber qué coño haces en mi casa a las tres de la mañana, Nick?

El aludido sonrió. Con todo el cuerpo empapado por la lluvia, se apoyó en el marco de la entrada de la cocina.

—Vale, pues estaba pasando por aquí y...

—Nick —le corté.

—Bueno, realmente estaba pasando por aquí, hasta que vi como bajaste las escaleras, encendiste la luz de la cocina y decidí entrar.

—¿A las tres de la mañana?

—¡Vengo de una fiesta! Y dije: ¿por qué no esperar a que la lluvia cese en casa de la rubia?

—Y ¿no tienes auto?

—¡Por supuesto que sí!

—¿Entoces? —me crucé de brazos.

—¿Sabes? Así: con los brazos cruzados, esa cara de enojada y ese semblante dominante te pareces a Jake —se acercó más, hasta que tomó el vaso con agua que estaba bebiendo hace un momento.

Luego se alejó, y miró mis ojos, hasta que bajó la mirada hasta mis piernas descubiertas.

—¿Debería preguntar por qué duermes con shorts cuando aquí hace más frío que en cualquier otro lugar? —inquirió, sin despegar su vista de mis piernas—. Ah, y lindas piernas.

Se dió la vuelta, tomó la jarra con agua, llenando el vaso.

—¿Qué harás mañana, nena?

Suspiré, lo miré fijamente, y después de hallar las palabras correctas, solté:

—Nick, no quiero que esto suene mal, pero... ¿podrías irte? No es que te esté corriendo, pero son las tres de la mañana, y necesito dormir.

Después de literalmente tres vasos de agua, respondió con un simple:

—Vale.

Dejó el vaso en el mármol, se dió media vuelta y caminó hasta la puerta, tocó la perilla, y justo antes girarla, dijo:

—Mañana iré a un festival de música, ¿te parece ir?

—No escucho música.

Suspiró.

—Cuando estés de buen humor hablamos —salió de casa.

No le di importancia, solo subí las escaleras y me encerré en mi habitación de nuevo. Logré conciliar el sueño una hora después.

***

Estando en mi habitación, leyendo un libro con unos shorts puestos, recibo un mensaje de Instagram, dejo el libro de lado y reviso el mensaje.

Bajo la misma canción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora