💌 𝐌𝐀𝐒𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐀𝐌𝐄𝐒 | Mason recibe cartas anónimas cada día, ¿logrará descubrir quién se esconde detrás de estas? Y lo más importante, ¿aceptará los sentimientos que empezó a sentir por la escritora de las cartas?
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NARRADOR OMNISCIENTE :: Chapter three | Segunda carta Tiempo atrás...
No podía dejar de mirarlo, él era simplemente maravilloso a su vista.
Parecía una loquita obsesionada, tanto que hasta algunos compañeros de clase la miraban raro.
Félix le dijo que disimulara aunque sea un poco, porque perfectamente podrían sacar las cosas "fuera de contexto."
Aunque no hacía falta ser muy tonto para darse cuenta que Amaya estaba coladita por Mason, y ya algunos habían empezado a cuchichear de eso...
(...)
El profesor estaba tardando unos minutos, lo normal. El profesor de matemáticas, George, siempre llega tarde así que digamos que todo, literalmente, todo el instituto, ya estaba acostumbrado.
Hablando del profesor, acaba de llegar y por supuesto, nuestra queridísima Amaya, no tiene otra cosa que hacer que escribir la segunda carta que enviará anónimamente a Mason.
Mientras Amaya escribía inspirada, Félix se asomaba por su hombro, chismoseando lo que escribía en aquella carta;
"Querido Mason; Espero que te haya gustado la primera carta de muchas... en serio, la hice con todo mi amor y cariño. Si te digo la verdad, te escribo anónimamente porque no soy capaz de decirte lo que siento en persona. El caso es que, por lo menos, espero que respondas mis cartas. Si quieres hacerlo (aunque lo dudo) puedes dejar tus respuestas a mis cartas en la sala de música a la hora del recreo. Por favor, respeta mi intimidad y cuando dejes la carta vete y no esperes para descubrir mi identidad. Te lo agradecería mucho..."
Al finalizar de escribir la carta, ella dobló la carta y la guardó en un sobre. Para decorarlo más, Amaya pensó en dibujar varios corazones y añadir un pequeño sticker de gatito..., sí, Amaya es fan de los gatos.
Mientras Amaya decoraba la carta, Félix no dejaba de decir que era muy cursi y empalagoso.
Ella simplemente se encogía de hombros y a veces, le pegaba codazos a Félix para que bajara el tono de voz porque el profesor se podía llegar a enterar.
George, el profesor, si estaba escuchándolos, pero prefirió ignorarlos ya que estaba de buenas y además no estaban molestando ni hablando tan fuerte.
(...)
Amaya obligó a Félix a dejar la carta por ella.
—¡Ya te dije que no!— gritó flojo para que no se enterarán los demás.
—¡Por favor, Félix, solo esta vez! ¡Y te juro que te compro chuches durante una semana!— trató de negociar la chica.
—¡Un mes o no hay trato!
—¿¡Un mes?! ¡Cómo mucho dos semanas, ni pa' ti ni pa' mi!
Al final, el trato quedó en dos semanas. Cuidadosamente, Félix caminó hacía el casillero introduciendo rápidamente la carta volviendo corriendo, como hizo Amaya la primera vez.
(...)
Amaya estaba sentada en la cama, tocando delicadamente las cuerdas del ukelele, creando una hermosa melodía.
Sus padres la habían apuntado desde muy pequeña a varias actividades porque tenía mucha energía y necesitaba gastarla.
La apuntaron a clases de música para que estuviera más tranquila y allí aprendió a tocar el ukelele, guitarra eléctrica, guitarra, batería y piano.
Amaya ama los instrumentos y la música.
Al acabar la melodía no pudo hacer otra cosa que quedarse dormida, pensando en Mason...
(...)
Jane despertó a su hija, avisándole de que la cena estaba preparada y que tenía que comer algo antes de dormir.
Con desidia se levantó, salió de la habitación y bajo las escaleras.
Una vez ya sentada en la mesa, comenzó a comer la deliciosa cena que hizo su madre, junto un vaso de agua.
Comiendo, puso los acordes de Reflections en su móvil, ya que quería aprenderla para tocar con la guitarra eléctrica.
Deleitándose de la música, empezó a cantar en tono bajo la canción.
De repente, bostezó, lo que significa que tenía que irse a dormir ya. Y si, llevaba casi toda la tarde durmiendo, pero Amaya ama dormir...
Recogió su plato y vaso, lo llevó al fregadero y lo dejó ahí para lavarlo el día siguiente.
Cogió su móvil para caminar escaleras arriba y entrar a su habitación, tirarse a la cama y quedar profundamente dormida.
(...)
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