Paso a paso

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Dohko se sentía desorientado. Confundido y completamente solo.

Una soledad tan profunda y tan presente que lo engullía entero, un silencio tan profundo como el mar embargaba el Santuario.

No había una sola alma viva en más de tres millas... Había sido una masacre... Quizás y solos los habitantes de Rodorio se habían salvado de aquella matanza.

Aquella matanza que no le concernía... Pero de una u otra forma se termino involucrando. No lloraría la muerte de nadie, pero se aseguraría de que los muertos recibieran la sepultura que se merecían.

-Huele demasiado a sangre-susurra bajando por las escaleras, haciendo recuento de daños y viendo los cuerpos destrozados repartidos por el lugar.

Piscis... Una visión de la región sur de Estados Unidos lo inundo... Largo cabello castaño con plumas enredadas en ellos. 

Acuario... El sur de Dinamarca... Cabellos rubios y largos con escarcha bailando en ellos.

Capricornio... Un cementerio y una silueta infantil, porque era demasiado pequeña para no ser más que un infante cavaba un hoyo en el suelo. Un cuerpo adulto estaba a su lado.

Sagitario... Dohko tuvo que agarrarse, la cara sonriente de un infante Aioros atravesó su mente. Tomando aire se obligo a seguir bajando.

Escorpio... Una tormenta rugía alrededor de un gran edificio en medio de un árido paisaje.

Libra... Una gran casona antigua en llamas y unas pequeñas manos estiradas.

Virgo... Un gran buda y un infante acurrucado a sus pies. Miles de joyas abarrotaban el lugar.

Leo... Una tormenta y ojos verdes llenos de lagrimas.

Cancer... Un hotel destruido y una solitaria y pequeña figura parada en medio de los escombros, gritos y sonidos de ambulancias resonando en la penumbra.

Géminis... Dohko entro corriendo al interior de la casa gemela. Un cosmo pequeño y débil estaba dentro, pero tan familiar y verdadero que lo transporto a un pasado distante y antiguo. Defteros de Géminis dormía sobre un gran almohadón, su forma infantil trajo lagrimas a los ojos del tigre.

Tomándolo en brazos, sintiendo lo real que era, Dohko continuo su descenso.

Tauro... Sangre y una infantil figura acurrucada.

Aries... Un cuerpo infantil se paraba sobre la gran torre de Jamir.

-Mi deber es encontrarlos y reunirlos. Para derrotar un gran mal-susurro al cielo- Pero Shion... Siento que esos niños me necesitan más de lo que yo los necesito, se ven que son niños rotos y solos... Ay Shion, yo no estoy echo para ser Patriarca, ese es un trabajo que tú llevaste excelentemente... Yo solo voy a hacer un desastre-

Dohko suspira y ve como todo el Santuario está en ruinas, la única forma de vida eran el bebé en sus brazos y él mismo. Bajo su mirada al bebé, no tan bebé, quizás tenga tres o dos años. Su piel morena estaba libre de todas esas cicatrices y su rostro mostraba paz y tranquilidad.

-Defteros en esta nueva oportunidad no dejaré que sufras, ni que te hagan daño, tendrás toda esa felicidad que se te fue negada. No serás una sombra, no serás denigrado. Serás el orgulloso Defteros de Géminis y quién tenga algo que decir en contra se las verá conmigo.-juro solemne, causando una sonrisa en aquel dormido niño.

Miro al frente y una nueva determinación y espíritu nació de él.-Paso a paso, reconstruiré este Santuario. Paso a paso-

.

.

Dohko estuvo tres días enteros enterrando los cuerpos de los difuntos en tanto cuidaba de Defteros y evitaba que el pequeño de ya confirmados tres años no se desnucara en algún acantilado o cráter por andar de curioso e hiperactivo. (Dentro de unos años Dohko tendría una ataque de histeria por las travesuras de los aspirantes a Santos Dorados y las canas verdes se las daría un niño de ojos verdes)

 -Mami ¿Qué haces?-pregunto el pequeño moreno aferrándose como una garrapata a su cintura.

-Trato de quitar estos escombros y no soy tu madre-replicó Dohko en automático. Por razones desconocidas para él, Defteros lo creía su madre. Solo esperaba que olvidara eso proto.

-Mami tengo hamble-

-En un rato cocino algo-

-Mami-

-Umm, que no soy tu mamá-

-Te quielo-

-... Yo también y no soy tu mamá-

.

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Los aprendices de distintos Santos de Palto habían venido al Santuario y ayudaron con la reconstrucción del Satuario y empezaron a llenar los puestos vacíos de los Santos de Plata y Bronce.

En eso se le fueron tres años, Defteros tenía unos adorables seis años y nunca dejo de verlo como su madre... Dohko ya se rindió en ese asunto.

Debía buscar a los nuevos portadores de las Armaduras de Oro de esa generación y dimensión...  Si tan solo Defteros lo soltara y dejara de abrir dimensiones cada vez que va a salir.

-Def, tengo que irme. solo yo puedo hacer esto- trato de convencer por enésima vez, flotando a la deriva en otra dimensión.

-¡NO! ¡No me vas a dejar solo! ¡Voy contigo!-berrinchaba Defteros con lagrimas en sus azules ojos.

-Es peligroso-

-¡No me importa! ¡Voy contigo!-

Dohko solo suspiro. Su pequeño era muy apegado a él.

-Esta bien, vas conmigo. Pero más te vale comportarte-amenazó. Defteros dejo de llorar y sus ojos verdes se iluminaron con emoción y felicidad.

-¡SI!-celebro.

Dohko cayo de pie, viendo como volvían a la dimensión correcta.

Y con felicidad extrema se deshizo de la túnica de Patriarca. Era, a su gusto, horrible e incomoda. Odiaba vestirla.

-¿A donde vamos?-

-A Estados Unidos-era si se podría decir su primera pista. La otra era Dinamarca.

-¿Donde queda?-

-En el continente de América-

-Ah-

.

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-¿Defteros?-

Solo le había perdido de vista cinco segundos terminando unos trámites y el engendro se desaparecía.

-¡Tienes que estar bromeando!-

.

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Gusto? No gusto? Diganmelo!



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⏰ Last updated: Feb 16 ⏰

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