—Leigh Monroe.
Habían pasado algunos días, y como todas las noches, tenía que asistir al bar. Por alguna extraña razón, las noches dentro de este comenzaban a ser tranquilas y aburridas, ya qué la clientela comenzaba a disminuir a medida qué pasaban los días.
La gente dejaba de ir a el bar más famoso e importante de Nueva York, el más lujoso y él mejor, o como todos lo quisieron pintar. Esto era algo raro para mí, y para todos, es decir, ¿Como puede ser que de la noche a la mañana la cantidad de clientes cambiara de una forma tan rápida? ¿Como puede ser que de la nada, dejaron de asistir y en ir en busca de todo lo que quieren, prostitutas, alcohol y música?
Eran preguntas que por más que pensara, no era capaz de conseguir una respuesta coherente. Pero claramente algo malo estaba pasando.
Las horas pasaban demasiado lentas, haciendo qué todo se volviera más aburrido. No tenía nada que hacer, permanecí sentada en una de las sillas de la barra de tragos, con mi espalda recargada en la barra y mis antebrazos apoyada en esta, dándole la espalda al rubio que como siempre, atendía la barra de tragos.
Veía con atención como mis compañeras hacían su trabajo con normalidad, algunas comenzaron a subir las escaleras a las habitaciones, y obviamente, acompañadas con algunos clientes. A pesar de que la clientela había disminuido, haciendo que el bar ya no estuviera tan lleno como siempre, mis compañeras conseguían sus clientes. Y mientras tanto, a mi ni me veían.
Hacia mis shows de baile como siempre o tal vez aún más intensas que antes, obligada a conseguir clientes... me bajaba y les bailaba a los hombres. ¡Pero no lograba nada! Y esto me daba miedo, porqué iba a conseguirme serios problemas con Lisandro.
El lo dijo una vez...
—Una vez que ya no sirvas, te mataré.
No podía hacer nada. No lograba hacer nada. ¿Que carajos está pasando? Esto no es lo que yo quería hacer, dios mío... mi hijo, no quiero dejarlo solo.
Cuando menos me percaté, una lágrima comenzó a resbalar por mí mejilla. Fue retirada a tiempo, con ayuda de unas de mis manos. Suspiré lentamente y me giré hacia el mesero, colocando mi bolso encima de la barra y dedicándole una pequeña sonrisa.
Necesitaba algo para relajarme, no puedo seguir pensando.
—Un vaso de whisky. —Pedí.
El asintió, comenzando a preparar todo.
A medida que vas comenzando a trabajar en estos barrios de mala muerte, vas aprendiendo varias cosas. Como, necesitar de algunas sustancias... como de la nicotina, de las pastillas y del alcohol para relajarse. A la mayoría, les sirve para soltarse, y sí, es algo que funciona.
Fumo, y es algo que relaja bastante así que ahora puedo entender a una persona. Sin embargo, con el tiempo te vuelves adicta a él...
Un día fui vista por Alessandro, el cual se molestó mucho por que según él, ¡Yo tenía prohibido consumir nicotina! Por favor, que risa.
—¿Ningún cliente? —Preguntó, alzando una de sus cejas.
Suspiré, dejando escapar una risa seca de mis labios.
—Ningún cliente. —Afirmé.
Háblabamos como si nada, como si fuéramos amigos de toda la vida y ni me sabía su nombre.
El asintió, todavía preparando el vaso de whisky.
Me pasé mis manos por la cara, para luego pasar las mismas por mi cabello, retirándome algunos mechones molestos y peinandolo por completo hacia atrás.
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²⌉ 𝘼𝙛𝙩𝙚𝙧 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©
Fanfiction𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕥𝕖 𝕕𝕖 "𝟡𝟡 𝕕𝕒𝕪𝕤" Donde Leigh queda en manos de una poderosa mafia, aún mas poderosa que la de Tom Kaulitz. ❝𝘝𝘦𝘯 𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘤𝘢𝘵𝘢𝘳𝘮𝘦, 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘢𝘳𝘥𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰, ¿𝘕𝘰 𝘷𝘦𝘴?❞ ¿Y acaso será salvada por su prínci...